Hay libros que no se sienten en el alma sino en el cuerpo mismo, “Pura pasión” de Annie Ernaux es uno de ellos; El lector queda atrapado en la misma desesperación.
La historia de amor no es una clásica, es más no dice si es una historia de amor o no; es una historia de una pasión, de esas que se viven una vez en la vida y que implican poner en pausa todo lo demás, porque el mundo completo gira en torno al otro, al objeto mismo de ese deseo, de esa obsesión.
En “Pura pasión” de Annie Ernaux (Tusquets, 2022), la autora narra los momentos con A. con ese hombre de Europa del Este, casado, que apareció por su vida y le dio completamente la vuelta a su mundo. Ella misma dice que no sabe que está escribiendo: “No estoy narrando una relación, no estoy contando una historia… para mí no había cronología en esa relación, solamente conocía la presencia o la ausencia”.
Y la presencia de A. en su vida implicaba una alegría inexplicable, la espera de su llegada que siempre era anunciada, pero también la espera de ese anuncio. Toda actividad que no fuera esperarlo, era para ella en ese momento completamente irrelevante. Todo. Lo único que disfrutaba era comprar ropa para que A. la viera, aunque sea los cinco minutos que se la dejaba puesta y nunca reparó que sí esa blusa la había visto o no.
Ni la casa, ni el trabajo, ni los hijos (ya grandes), ni nada valía tanto como la espera y el momento de estar con A. Su vida giraba en torno al ring del teléfono, por lo que no soportaba el ruido, ni otras llamadas de terceras personas, y así quedaba “atrapada en aquel instante” eterno hasta que escuchaba que él llegaba a casa.
Mientras no pasaba ese momento ella solo era una mujer funcional. “Me habría gustado no tener nada que hacer salvo esperarlo”, dice.
Y lo esperaba, lo pensaba, y lo miraba en cualquier parte, o creía verlo, o esperaba verlo cuando salía y caminaba por las calles de París.
Pero la presencia no fue eterna, sino solo momentos e instantes; Ernaux cuenta también la ausencia, el vacío que implicó su partida y que afectó su vida; se despertaba a las dos de la madrigada sin ganas de existir y lo pensaba con tanto ahínco que creía que era una alucinación.
“No quiero explicar mi pasión-lo que equivaldría a considerarla un error o un desvarío por los que hay que justificarse-, sino sencillamente exponerla”, recalca.
Y así Ernaux parece que atrapa un par de horas con este libro de apenas 73 páginas, pero no solo atrapa horas, atrapa la vida entera con la misma pasión que ella vivió, porque es de esos libros que se sienten en el cuerpo entero y que va más allá de las palabras que son crudas y directas.
Este libro fue convertido en una película que lleva su mismo nombre y está en Netflix y aunque es muy buena, no logra transmitir la desesperación rayando en arrebato de locura de la autora.
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