En El Salvador el agua es utilizada para la agricultura y uso doméstico como actividades predominantes. Se estima que en el país, se demanda el 50.5% de agua para la producción de alimentos, según explica Raúl Cárcamo, especialista en agrosistemas resilientes y agua de la Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (FAO).

Cárcamo afirma que El Salvador cuenta con una disponibilidad aproximada de 1,700 metros cúbicos de agua por habitante al año.

Asimismo, el país recibe 56,052 millones de metros cúbicos de agua lluvia en todo el territorio nacional, pero de esa agua solo se está utilizando alrededor de 33,200 millones de metros cúbicos, cerca del 42%, el resto se va a los ríos y quebradas.

La relevancia del tema radica en que, los escenarios climáticos que ya habían sido advertidos por la Comisión Económica para América Latina y el Caribe (CEPAL) sobre el cambio climático se empiezan a cumplir y “los ciclos agrícolas se han desplazado poco a poco”, dice.

 
“Estamos viendo como el ciclo de lluvia se desplaza hasta finales del año y a convertirse casi en solo ciclo anual y esto implica que las familias  también están desplazando sus cosechas y por ende también se ven disminuidas en algún momento del año hasta que logran sacar la nueva cosecha”, explica el experto. 

De acuerdo con Cárcamo, esto vuelve importante buscar qué hacer con el agua lluvia que no es aprovechada. “La necesidad de los productores los hace trabajar en condiciones de alta vulnerabilidad y tratar de sacar cosechas en condiciones difíciles como en las laderas”, subraya. 

El informe Mundial de las Naciones Unidas sobre el Desarrollo de los Recursos Hídricos 2023 plantea que el consumo anual de agua por persona pasará de 1,152.52 metros cúbicos a 1,515.05, de 2025 a 2050. Mientras que el agua para riego, pasará de 1,739.98 metros cúbicos a 2,183.77, en el mismo periodo. 

“En la coregión del Corredor Seco, las familias tienen problemas de déficit hídrico, y se generan diferentes efectos, algunos de tipo social y otros de tipo económico. A medida que el agua se va viendo limitada en los territorios, empiezan las enfermedades por la falta de higiene y saneamiento, además se da el desplazamiento de las comunidades a lo largo del territorio nacional”, manifestó.  

Al igual que otros expertos, Cárcamo plantea que la cosecha de agua lluvia es una práctica estratégica ante los efectos del cambio climático ya que incrementa la capacidad de recuperación agrícola.

Este método consiste en la recolección de agua lluvia, ya sea poniendo recipientes en techos o a través de zanjas de infiltración. Sus usos incluyen el consumo humano o animal, en la agricultura (en cosechas, forraje, pastizales, árboles, agroprocesamiento).

Según el documento de prácticas agrícolas para mejorar la productividad en sistemas de producción de secano en Centroamérica, de la Iniciativa Global del Agua, la cosecha de agua ha sido practicada exitosamente durante un milenio en la región centroamericana; sin embargo, el potencial de la recopilación de agua sigue siendo en gran medida desconocido y poco apreciado.

Tanto la FAO como la Iniciativa Global del Agua reiteran que es necesario definir planes y estrategias de riego, en el Corredor Seco, incluido El Salvador, ante el cambio climático.