
Pese a que en las 32 ciudades de cuatro departamentos se registró un descenso en los mesones, a nivel nacional sigue una tendencia alcista en las piezas de mesón. En 2007 había 19,326 piezas, mientras en 2024 hay 21,859 de acuerdo al último Censo, implicando un alza de 2,533 cuartos que los salvadoreños usan como su hogar.
La cantidad de mesones, complejos habitacionales con servicios compartidos y normalmente de condiciones precarias, ha disminuido un 40.1 % en los centros fundacionales de 32 ciudades salvadoreñas, distribuidas en Santa Ana, Sonsonate, San Salvador y San Miguel.
Eso arrojó una investigación de la Fundación Salvadoreña de Desarrollo y Vivienda Mínima (Fundasal), que buscó analizar a la población que habita las viviendas y sus condiciones, y comparar los resultados con otro estudio de 2008-2009 realizado en las mismas ciudades.
En aquel entonces se hallaron 322 mesones en los centros fundacionales, 128 menos que los 194 que arroja la reciente investigación, desglosados en 60 en Santa Ana, 35 en Sonsonate, 37 en San Salvador y 62 en San Miguel.
"Cuando regresamos el año pasado a estas mismas ciudades esta cantidad ya había disminuido en un 40 %. Estos espacios, que antes fueron mesones, hoy son casas deshabitadas, parqueos, oficinas, comercio, ventas de celulares, etc", señaló Claudia Navas, de Fundasal, en la entrevista radio YSUCA.
Respecto a hace más de 15 años, los mesones en Santa Ana se redujeron en un 40 %, y en Sonsonate un 42.3 %. San Salvador tuvo la contracción más drástica, con un 55 %, y en San Miguel apenas decreció un 23.1 %.
Según Claudia Blanco, directora ejecutiva de Fundasal, las condiciones de los materiales de construcción "son muy malas", y los mesones se inclinan a desaparecer de no tomar acciones.
Señaló que los propietarios "están dejando caer" los mesones con aumentos de tarifa, pese a que la mayoría (72 % de las piezas) están en condiciones "muy precarias".
"Un mesón donde fuimos antier, la señora que lo habita dijo que paga $235 mensuales, y el dueño ya dijo que le va a aumentar", apuntó Navas.
Además, según Navas, se refleja una tendencia "agudizada" a la gentrificación, donde otros actores "con mayor poder adquisitivo se ocupan de los centros históricos para darle otro rostro más atractivo al turismo e inversión extranjera".
La investigación concentró su muestra en 72 de los 194 mesones, tomando de estudio 19 en Santa Ana, 16 en Sonsonate y San Salvador y 21 en San Miguel, con una participación de 319 hogares y 776 personas, la mayoría de San Miguel (36 %).
Un 53.6 % de los habitantes de mesones son mujeres, y un 46.4 % hombres. La mayoría están entre los 40 y 59 años (25 %) y tienen más de 10 años viviendo en mesones.
Los jóvenes entre 15 a 29 años representan el 22 % de la población que habita esas residencias, mientras que los adultos mayores ocupan una cuota del 18 %.
"Entonces es una población femenina adulta que va envejeciendo, que sobrevive predominantemente en hogares con jefatura femenina. Son dos o tres generaciones habitando, lo que indica la falta de movilidad de esta población: abuelos a padres a nietos no han podido superar este déficit habitacional", señaló Navas.
Un 10 % de los habitantes de mesones son analfabetos, un 16 % no tienen formación académica, y a partir de los 18 años los jóvenes ya no estudian, "principalmente por razones económicas". El 54 % de los jóvenes de 18 a 29 han alcanzado educación media.
La mayoría están empleados en labores informales y más del 60 % gana menos del salario mínimo. Un 31 % de los que perciben el mínimo deben pagar el alquiler, que ronda los $50 y $200, y también los servicios.
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