Cuatro personas beneficiadas con visas temporales de trabajo en Estados Unidos explican cómo el programa mejora sus vidas.
Estas son las historias de cuatro salvadoreños que resultaron beneficiados con vistas temporales de trabajo en Estados Unidos (visas H2) y cuentan en primera persona su experiencia:
Primer empleo
Mi nombre es Javier Francisco Erazo Deras. Soy de Chalatenango. Es una gran oportunidad esto. Tengo tres años, tres temporadas acá.
Tengo 21 años. Vine a los 18, la primera vez. Comencé a trabajar con mi padre a los 14 años en construcción. A los 18 recién cumplidos tuve la oportunidad (de venir ilegal).
“Estaba estudiando y corrieron la noticia del programa. Fui, apliqué y me llamaron a los dos meses”.
Javier Erazo, beneficiario visa H2.
Una tía me iba a pagar el viaje, pero por el miedo y pensar que no iba a ver a mi familia en 15, 20 años, no lo hice; me salió muchísimo mejor venir con el programa.
Ha sido un gran cambio. Hemos ahorrado un poco, saldado deudas. Ya hice mi casa. La tengo en camino. Este año, primero Dios, la terminó. Lo mejor es que la gente se centre, le echen ganas. Porque esto es una bendición de Dios.
Propietario de negocio
Me llamó Josué Edgardo Durán. Soy originario de Ilobasco, Cabañas. Mi experiencia ha sido de muchos frutos. No tenía experiencia de nada, y acá nos han dado espacio para aprender y lograr grandes cosas.
Trabajé dos años en armar y desarmar juegos mecánicos, atender público. Aprendí inglés. Lo básico pero aprendiendo. Este año, estoy dando tratamiento a los postes eléctricos.
“Quiero seguir con mi negocio. Y por medio de ello, poder seguir mis estudios en ciencias de la educación”, Josué Durán, beneficiario visa H2.
Antes trabajaba en una agencia de viajes. Al principio me decían que la visa había sido aprobada y no creía, pero sí era efectiva.
He logrado tener mi negocio propio: librería, ropa y variedades. Trato de ir a tiendas, llevarlas a mi país y venderlas allá, y de eso genero más. Este es un camino de esfuerzo.
Un trabajo formal
Me llamó Ricardo Steven Contreras Menjívar. Soy de Nueva Concepción, Chalatenango. Tengo 24 años.
Me di cuenta del programa una mañana viendo redes sociales: Cancillería había publicado un formulario. Yo lo llené solo por llenarlo.
A los seis meses me llamaron y me explicaron todo en lo que consistía. Me dijeron que buscaban ‘housekeepers’ y yo ni sabía lo que era.
“Formar parte del programa es una gran oportunidad. Puedo apoyar a mi madre, y ya puedo vivir solo”,
Ricardo Contreras, beneficiario de visa H2.
En El Salvador yo estudiaba, logré terminar un técnico en gestión de turismo alternativo y tenía un trabajo a medio tiempo de mesero.
Venir acá es salir de la zona de confort. Uno está acostumbrado a un pueblo y acá es diferente. Mis planes a futuro son estudiar lenguas modernas. Con este apoyo ya se me posibilita poder hacerlo.
Estudio y trabajo
Mi nombre es Leidy Carolina Leiva Navas. Soy originaria de Guazapa, y mi experiencia acá ha sido muy bonita. Me gusta mucho el país, su cultura, mi trabajo es entretenido.
El mayor reto fue adaptar mi oído al inglés nativo, porque es muy fluido. Lo más fácil, quizá, fue aprender cosas del trabajo.
“Mis planes son terminar mi carrera universitaria, luego invertir en un negocio junto a mi mamá y hermana”, Leidy Leiva, beneficiaria Visas H2.
Es una gran oportunidad. Estoy muy agradecida. Todos los días hablo con mi familia. Uno de los beneficios es que puedo ayudar a mi familia desde acá (EUA). También puedo financiarme mi carrera universitaria: administración de empresas.
Solo me falta un año para graduarme. De hecho, todavía estoy en línea. La inscribí virtual para que no tuviera que ir. Cuesta un tantito. Estoy en interciclo ahorita.
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