Nunca me cansaré de repetir que la educación en la era digital debe ser vista como un proceso continuo a lo largo de la vida.
En mi artículo anterior abordé el tema del “dilema del crecimiento”, que según Daniel Susskind es la permanente tensión entre la promesa de la prosperidad y el precio de crecer, siendo el crecimiento económico un objetivo importante a nivel mundial como medio para sacar a las personas de la pobreza. Susskind plantea que, en la actualidad, el crecimiento está impulsado principalmente por el avance tecnológico. Sin embargo, esto está creando una brecha cada vez mayor entre quienes tienen acceso y habilidades para utilizar estas tecnologías y quienes no. Las tecnologías modernas, como la inteligencia artificial y la automatización, benefician a los trabajadores más calificados, dejando atrás a aquellos que carecen de las competencias necesarias para adaptarse a estos cambios.
He reflexionado mucho sobre el dilema y, en particular, sobre las desigualdades. Creo que la solución puede encontrarse en la educación, ya que es la manera de proporcionar a las personas las habilidades necesarias para participar en la economía digital y beneficiarse del crecimiento tecnológico. Sé que esto no es sencillo y que requiere diversas acciones, pero es fundamental para cerrar esa brecha.
Primero, es esencial garantizar que todos tengan acceso a la educación tecnológica desde una edad temprana, integrando la enseñanza de habilidades digitales en los currículos escolares. Aunque no soy experta en el tema, considero que se requiere un cambio radical en el sistema educativo. Hace algún tiempo conocí el sistema STEM, que puede ser adecuado para estos tiempos. STEM es un enfoque educativo que se centra en integrar cuatro disciplinas académicas: Ciencia (Science), Tecnología (Technology), Ingeniería (Engineering) y Matemáticas (Mathematics). Su objetivo es preparar a los estudiantes para los desafíos y oportunidades del siglo XXI, equipándolos con habilidades críticas, creativas y colaborativas, y proporcionándoles las herramientas y conocimientos necesarios para prosperar en un mundo cada vez más complejo y tecnológico.
Claramente, esto representa un desafío importante: la capacitación de los educadores. Muchos profesores pueden no estar familiarizados con las nuevas tecnologías y los métodos de enseñanza digital. Es esencial invertir en la formación y el desarrollo profesional de los educadores para que puedan utilizar eficazmente estas herramientas y mejorar la calidad de la educación.
Por otra parte, es fundamental invertir en programas de capacitación y recapacitación para la fuerza laboral actual. A medida que la tecnología evoluciona, los trabajadores necesitan actualizar sus habilidades para mantenerse relevantes. Desde hace cierto tiempo, he considerado que, en general, aunque puede haber excepciones, las universidades no están proporcionando a sus estudiantes las habilidades y conocimientos que este nuevo mundo requiere. Casi desde el momento en que se gradúan, ya están desfasados y necesitan actualizarse si realmente desean aprovechar las buenas oportunidades de trabajo.
Y, asociado con lo anterior, nunca me cansaré de repetir que la educación en la era digital debe ser vista como un proceso continuo a lo largo de la vida. Con la rápida evolución tecnológica y los cambios en el mercado laboral, las habilidades y conocimientos que adquirimos hoy pueden no ser suficientes mañana. Por lo tanto, es esencial fomentar una cultura de aprendizaje permanente, en la que las personas estén motivadas y apoyadas para continuar su educación y desarrollo personal y profesional a lo largo de sus vidas.
Cuando escribo esto, no puedo evitar recordar con cierta tristeza el proyecto que tuve que abandonar debido a la pandemia. Como ya he compartido en otras ocasiones, en el año 2018 inicié un proceso de reinvención profesional. En la búsqueda de nuevos rumbos, me certifiqué como Coach. Aunque disfruté hacerlo, me di cuenta de que el Coaching no era algo a lo que quería dedicarme profesionalmente, por lo que continué buscando. En 2019 tomé una certificación en Business Intelligence y, al tercer día de clases, concluí que la Transformación Digital era el futuro del mundo y que la capacitación sería un factor clave para su implementación. A finales de ese año, comencé a trabajar en el proyecto de fundar un Instituto de Transformación Digital. En marzo de 2020, cuando llegó la pandemia, mi proyecto estaba bastante avanzado, pero comprendí que en esas condiciones las clases presenciales ya no serían posibles. La incertidumbre era tan grande que opté por abandonarlo. Ahora quizás estaría haciendo valiosos aportes en el área de la educación, pero la vida tenía otros planes para mí.
Siempre he creído en el poder de la educación y ahora, conociendo el “dilema del crecimiento”, estoy convencida de que invertir en ella no es opcional, sino imperativo y urgente.
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