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Un caso de mordaza brutal

Cuando el periodista latinoamericano más galardonado por su labor informativa es arrestado y encarcelado 813 días y su periódico es obligado a cerrar, el golpe es para la sociedad y la propia democracia.

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José Rubén Zamora recibió los premios más importantes al periodismo en Estados Unidos, España y Sudamérica.  En Guatemala el diario que él mismo fundó, “elPeriódico” era reconocido como el más combativo y el que publicaba los mejores trabajos periodísticos de investigación sobre la corrupción imperante.  El prestigio le antecedía y era invitado frecuente a dar charlas en foros internacionales sobre la función de la prensa.
De poco sirvieron los prestigiados premios María Moors Cabot, el CPJ International Press Freedom Award, el Premio Rey de España, o ser nombrado uno de los 50 “Héroes internacionales de la libertad de expresión” por el International Press Institute (IPE), cuando Zamora colmó la paciencia de quienes dirigían lo que él llamó “cleptodictadura”, dirigida por el entonces presidente Alejandro Giammattei.
Después de publicar unos 140 casos de corrupción en “elPeriódico”, desencadenó una feroz reacción que le llevó una bartolina en la que pasaría más de dos años recluido, sin que las acusaciones de lavado de dinero, obstrucción a la justicia y muchas más, pudieran ser probadas.  Nacional e internacionalmente se reconoce que se trata de una forma de poner mordaza a quien descubrió, una y otra vez, el saqueo al que se sometía a un país que, desde el siglo pasado, es uno de los más empobrecidos del hemisferio.
Zamora sobrevivió antes al menos a dos atentados para asesinarlo, un brutal allanamiento de grupos paramilitares a su residencia y varias acciones para intimidarlo a él y su familia.  Nunca se amedrentó y continuó con su medio denunciando los atropellos del poder político, sim importar la ideología.
Él mismo se declaró “preso político”, y denunció ser víctima de una persecución implacable.  Señaló sin tapujos al presidente Giammattei y a la fiscal Consuelo Porras de conspirar y utilizar al coludido sistema judicial para encarcelarlo y luego mantenerlo en una prisión en la que fue sometido a condiciones de tortura, con el fin frustrado de doblegarlo.
Organismos internacionales que velan por la independencia de la justicia, Naciones Unidas, la Comisión Interamericana de Derechos Humanos (CIDH) y organizaciones que luchan por la libertad de prensa, comprobaron las aberraciones jurídicas de los casos montados en su contra.  El entramado montado por el MP incluye fiscales, jueces y un grupo para judicial que opera como satélite de la fiscalía.
No extraña que la fiscal general, los principales fiscales que le abrieron casos espurios y los dos jueces que ordenaron su detención y prisión, hayan sido sancionados por este y otros casos por países que les consideran funcionarios “corruptos y antidemocráticos”.
La fiscal general Consuelo Porras, los fiscales Rafael Curruchiche y Cinthia Monterroso, así como los jueces Fredy Orellana y Jimi Bremer, no pueden viajar a Estados Unidos, Canadá  y varios países de la Unión Europea, por su comportamiento abiertamente antidemocrático… además de ilegal y al margen del Estado de Derecho.
Dos tribunales actuando con independencia de lo que se llama en Guatemala “pacto de corruptos”, concedieron justamente prisión domiciliaria a Zamora, pero la lucha contra él continúa y lo quieren ver de nuevo en la bartolina.
El presidente Bernardo Arévalo, quien sustituyó a Giammattei, reconoce que el caso montado contra Zamora “es espurio”, y le invitó como testigo de honor cuando firmó la Declaración de Chapultepec, un decálogo de respeto a la libertad de prensa de la Sociedad Interamericana de Prensa (SIP).  Cuatro días después la fiscalía logró que una sala revocara la libertad parcial concedida al periodista galardonado, quien, por cierto, estando en prisión recibió el Premio Gabo de la Fundación de Gabriel García Márquez.
Pero esto no es todo, Guatemala vive ahora mismo en medio de una batalla en la que está en juego su democracia.  La fiscal Consuelo Porras y los grupos oscuros que controlan la mayoría del sistema de justicia, están enfrentados también contra el presidente Arévalo, quien es víctima de acoso y no son pocos los que ven detrás de estas acciones un “golpe de estado judicial en cámara lenta”.
Mientras batallas políticas se libran en este país centroamericano, la libertad de prensa ha sufrido una pérdida irreparable.  La desaparición de “elPeriódico” muestra que la intención de amordazar al Zamora se logró parcialmente, que la sociedad y la democracia guatemaltecas perdieron un baluarte de la transparencia.  La buena noticia es que Zamora anticipa que “no se rinde”, y su voz se ha escuchado estos días en América y Europa con la fuerza de sus palabras en decenas de entrevistas.
La Esta guerra no termina… la lucha por la libertad de prensa y la democracia continúa.
 

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