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Así es Mar-a-Lago, el exclusivo club privado de Donald Trump en Florida: “Allí él es accesible y habla abiertamente con todos”

Mar-a-Lago, conocida como “La joya de la corona de Palm Beach”, se transformó en uno de los clubes privados más buscados del mundo, que le reportan ganancias millonarias al emporio de Trump.

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Donald Trump, que construyó su carrera como magnate inmobiliario, suele repartir su tiempo entre las decenas de propiedades y campos del golf de su emporio. Pero ninguna llega a tener el significado –familiar y político– de Mar-a-Lago, el exclusivo club privado del presidente electo de Estados Unidos en este reducto de millonarios en el sur de Florida.

Es su lugar en el mundo. En los eventos sociales en Mar-a-Lago la gente espera que él aparezca. Y suele hacerlo”, cuenta a LA NACION una argentina que vive hace 17 años en Palm Beach y es una asidua invitada de miembros del club. “Allí él es accesible y habla abiertamente con todos”, señala, aunque reconoce las diferencias en los años en los que Trump fue presidente y los últimos cuatro. “El Servicio Secreto es más estricto”, dice la mujer, de 50 años y que tiene como cliente de su negocio de carteras a la familia del magnate.

Las apariciones sorpresa de Trump en el complejo, en cambio, siguen vigentes. Este miércoles por la noche, por ejemplo, el presidente electo se mostró con el empresario Elon Musk, a quien designó al frente del “Departamento de Eficiencia Gubernamental” y se subieron a un escenario para acompañar una interpretación del tema “God Bless America”.

Como en su momento fueron la casa de verano de George H.W. Bush en Kennebunkport, el rancho de su hijo George W. Bush en Crawford, Texas, y la de Joe Biden en Rehoboth Beach, Mar-a-Lago es -en una versión de lujo- la escapada predilecta de la familia Trump, aunque también convertida en negocio: conocida como “La joya de la corona de Palm Beach”, se transformó en uno de los clubes privados más buscados del mundo, que le reportan ganancias millonarias al emporio del exmandatario.

Según un informe de Forbes, las ganancias de Mar-a-Lago se multiplicaron desde que Trump dejó la Casa Blanca, en enero de 2021. Aumento de las cuotas de membresía, recaudación de fondos políticos y otros eventos organizados, como bodas y cumpleaños, explican el fenómeno. En 2023, el club generó ganancias por unos 40 millones de dólares, el doble que en 2019, antes de que la pandemia de Covid-19 frenara en seco la actividad. La cifra también triplica lo réditos de Mar-a-Lago en 2014, previo a que Trump comenzara su carrera política.

Una vista de Mar-a-Lago desde uno de los puentes que cruzan a Palm Beach. AP

El informe detalla que Mar-a-Lago recaudó 90 millones de dólares en los cuatro años que Trump fue presidente. Los tres años posteriores generó 105 millones de dólares en negocios. Junto con los crecientes ingresos, los costos anuales de funcionamiento de Mar-a-Lago se mantuvieron en su mayoría en el rango de 12 a 16 millones de dólares. El margen de beneficio pasó del 9% en 2011 al 60% en 2023. “De hecho, fue el mejor año que tuvimos en Mar-a-Lago”, señaló un gerente a Forbes.

En agosto pasado, cuando ya estaba en plena campaña para la presidencia, Trump fijó un precio de un millón de dólares para las nuevas membresías (antes costaban $700,000) desde octubre, lo que llevó a organismos de control de ética a advertir que el entonces candidato podría estar “vendiendo” acceso e influencia política para beneficio personal. El equipo del magnate puso a disposición cuatro membresías nuevas y raramente disponibles en el resort, que tiene un límite de 500 miembros y largas listas de espera.

Opulenta, Mar-a-Lago está valuada en más de 250 millones de dólares (algunos elevan esa cifra a 500 millones) y ha sido comparada con el Palacio de Versalles por The New York Times. Trump aún mantiene una sección privada para el uso de su familia. Allí fue donde siguió junto a su entorno la evolución de los resultados de las elecciones de la semana pasada, en las que derrotó a Kamala Harris. Tras la histórica victoria, el club se convirtió en el centro de poder para la transición presidencial, que se concretará el próximo 20 de enero.

Si bien hizo más de 500 visitas a 14 de sus propiedades durante su primer mandato, Trump pasó la mayor parte del tiempo en su preciado club, al que fue 134 veces en aquellos años, según un recuento de la ONG Ciudadanos por la Responsabilidad y la Ética en Washington (CREW, por sus siglas en inglés).

Mar-a-Lago también quedó en el ojo de la tormenta el año pasado luego de que el FBI encontrara en un allanamiento a la mansión “evidencias de obstrucción” a la Justicia por parte de Trump, y abrieron una causa por mal manejo de documentos clasificados. Las cajas de documentos se almacenaron en lugares del club que incluían “un salón de baile, un baño y una ducha, un espacio de oficina, su dormitorio y un depósito”.

Donald Trump compró Mar-a-Lago en 1985 por 10 millones de dólares.

La historia de la mansión

Trump compró la propiedad por unos 10 millones de dólares en 1985. Pero la historia de Mar-a-Lago empezó mucho antes, en 1923, cuando Marjorie Merriweather Post, heredera del fundador de lo que se convertiría en General Foods, comenzó a construir la finca, terminada cuatro años más tarde. Arquitectos norteamericanos y diseñadores europeos le dieron el estilo que aún hoy conserva. Suelo con bloques de mármol blanco y negro, tejas procedentes de un castillo cubano y una colección de casi 36.000 azulejos españoles, algunos del siglo XV, que recuerdan a la Alhambra. El techo de la sala principal es una copia de uno en la Academia de Venecia, y está cubierto de oro.

La mansión principal es una adaptación del estilo hispano-morisco, clásico en las villas del Mediterráneo. Tiene salas suntuosas enmarcadas por ríos de mármol, piedra tallada y detalles en oro; 114 habitaciones en unos 10.200 metros cuadrados pegados a la costa del Atlántico, adornadas con candelabros, alfombras orientales, frescos europeos y tapices flamencos del siglo XVI. Un estilo de vida que es toda una declaración del líder republicano.

“Es la propiedad más fastuosa en una isla ya de por sí muy, muy cara y exclusiva”, indicaron a LA NACION en Linda Gary Real State, especialistas en propiedades de lujo en Palm Beach.

En 1969, el Departamento del Interior designó la finca como “Sitio Histórico Nacional Mar-a-Lago”, y fue incluida en el Registro Nacional de Lugares Históricos en 1972 mediante una ley del Congreso. Su nombre se debe a que el frente de la propiedad da hacia el océano Atlántico y la parte trasera, hacia la laguna Lake Worth.

Cuando Post murió, en 1973, dejó la mansión al gobierno federal para que fuera usada como residencia presidencial. Pero sólo el mantenimiento era demasiado costoso, y por eso las autoridades la devolvieron a las tres hijas de Post. Ellas tampoco quisieron hacerse cargo, y en 1985 se la vendieron a Trump, incluido el mobiliario. Según Vanity Fair, trasladarse a Palm Beach a mediados de los ‘80 era una idea de la exesposa del empresario inmobiliario, Ivana. Después de que la pareja se divorciara, en 1992, Trump se quedó con la parte mayoritaria de Mar-a-Lago.

Hasta ese entonces Trump mantenía una buena relación con la comunidad de Palm Beach, pero todo cambió en 1995, cuando decidió transformar Mar-a-Lago en un club privado. Los patriarcas de este reducto de millonarios y artistas en Florida le pusieron piedras en el camino al ambicioso proyecto inmobiliario de Trump. El gobierno local, que lo veía como un empresario ostentoso, le impuso una serie de restricciones: membresía, tránsito, asistencia a fiestas e incluso la difusión de fotografías. Todo sería estrictamente limitado. Pero, con el tiempo, Trump se saldría con la suya y conseguiría que la mayoría de las condiciones fueran levantadas.

Si bien muchos aprecian a su vecino más famoso, otros se muestran molestos por los trastornos que se generan en la zona por la presencia de Trump, con cortes en uno de los puentes que unen Palm Beach con la vecina West Palm Beach y el cierre permanente de la avenida que corre paralela al océano, South Ocean Boulevard. La seguridad fue reforzada desde el triunfo electoral, e incluso pueden verse perros robots en los jardines de la propiedad.

“Es comprensible que la gente esté molesta”, dijo el town manager local, Kirk Blouin, al diario Palm Beach Post. “Sean residentes, propietarios de un negocio, empleados o visitantes de la localidad, existe una alta probabilidad de quedar atrapado en el tráfico”, añadió.

El círculo que frecuenta Mar-a-Lago es de élite. Las familias más ricas de Estados Unidos tienen propiedades imponentes, de hasta más de 100 millones de dólares, y sin embargo ni se le acercan a esta propiedad de Trump. Es una de las más imponentes del país y probablemente la más cotizada de Florida.

Según un repaso de propiedades en venta en la zona, ninguna se acerca a los valores de Mar-a-Lago, con entrada por la South Ocean Boulevard. Una de 840 m2 ubicada a solo 200 metros, con cinco cuartos y nueve baños, se ofrece a 49 millones de dólares. “Completamente reinventada por el renombrado constructor Greg Giuliano y el diseñador de interiores Miles Redd, esta casa ofrece lujo y artesanía incomparables”, señala el anuncio.

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