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Entre crisis políticas, burlas y una candidatura histórica: así fue la lucha por el voto femenino en El Salvador

La historia del voto femenino en El Salvador fue un camino empinado que se extendió por cuatro décadas, con dos intentos frustrados por la inestabilidad política y una candidatura presidencial adelantada a su tiempo. Conoce más de la lucha sufragista y qué impacto tuvo en la sociedad en la siguiente nota. 

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Prudencia Ayala es una figura clave en la historia política de El Salvador y el movimiento feminista. Pero, ¿sabías que cuando se lanzó como candidata a la presidencia, las mujeres aún no tenían derecho al voto? Aunque nunca pudo ejercerlo debido a su fallecimiento en 1936, su valentía sentó las bases para que, años más tarde, las salvadoreñas conquistaran este derecho fundamental.

"Ella fue el disparador de la discusión de los derechos de la mujer al voto", opina la investigadora Olga Vásquez Monzón en un artículo de BBC Mundo.

La sonsonateca Prudencia Ayala nació el 28 de abril de 1885 y murió el 11 de julio de 1936. Foto: MUPI.

La lucha por el voto femenino en El Salvador se extendió por cuatro décadas que estuvieron marcadas por las barreras culturales y las burlas. Durante este período, hubo dos intentos significativos que no pudieron concretarse debido a la inestabilidad política de la época. Llegando finalmente a la victoria a inicios de los años 50`s.

"Al trazar la historia del sufragio en El Salvador se descubre un tira y afloje que puso en jaque el reconocimiento de la ciudadanía femenina", indica Sonia Priscila Ticas en su libro "El sufragio femenino en El Salvador: contextos nacionales e internacionales". 

A continuación te presentamos, de manera cronológica, los eventos clave en el turbulento camino del sufragio femenino nacional.

Primer intento (1921)

El 12 de septiembre de 1921, en el marco del centenario de independencia, el Consejo Federal Provisional Centroamericano ratificó un proyecto de Constitución que incluía el derecho al voto, con restricciones, para las mujeres de Guatemala, El Salvador y Honduras. 

El tema generó un fuerte rechazo por parte de funcionarios conservadores, quienes creían que la "perversidad" de la política corrompería la "pureza" de las mujeres, según señala la academica Sonia Priscila Ticas. 

No obstante, los diputados aprobaron que el sufragio femenino, a diferencia del masculino, fuera voluntario y con limitaciones de edad, estado civil, situación económica y nivel educativo.

Quedando estipulado así en el artículo 29 de la carta magna: "Podrán ejercer el derecho al sufragio las mujeres casadas o viudas mayores de 21 años que sepan leer y escribir; las solteras mayores de veinticinco que acrediten haber recibido la instrucción primaria, y las que posean capital o renta en la cuantía que la Ley Electoral indique". Dicha legislación también contemplaba el derecho a optar por cargos públicos que no fueran de elección popular. 

De acuerdo con el historiador Carlos Cañas Dinarte, este suceso fue celebrado con campanas, misas solemnes de acción de gracias y otros eventos sociales. Sin embargo, el festejo duró poco tiempo, pues en febrero de 1922 quedó sin efecto la Constitución tras un golpe de Estado que derrocó al gobierno unionista y disolvió la federación centroamericana

Publicación de LA PRENSA sobre el voto femenino en 1921. Imagen: Archivo LPG.

Luego de esto, cada país volvió a regirse por sus propias leyes, donde no se reconocía la ciudadanía femenina; sin embargo, las mujeres salvadoreñas no se quedaron al margen de los movimientos sociales. 

En abril de 1922, María Solano Álvarez de Guillén Rivas fundó la Sociedad Confraternidad de Señoras de la República de El Salvador, conformada principalmente por damas de clase media que desde inicios del siglo venían abogando por una educación femenina más amplia y cambios al Código Civil que permitieran a las mujeres una mayor libertad de acción y autonomía económica, según Ticas. 

Esta organización contó con el apoyo de la Liga de Mujeres Neoyorquinas, demostrando así que "las salvadoreñas entendían que necesitarían del respaldo internacional para darle más peso a sus demandas". 

En diciembre del mismo año, durante una marcha pacífica, cientos de mujeres fueron brutalmente atacadas a tiros por la oligarquía Meléndez-Quiñonez, tras mostrar su apoyo al candidato presidencial de la oposición, doctor Miguel Tomás Molina. 

Pese a ello, el movimiento feminista no cesó. De hecho, en 1928, la sufragista Álvarez de Guillén Rivas se convirtió en una de las primeras seis integrantes de la Comisión Interamericana de Mujeres (CIM) que abogaba por los derechos femeninos a nivel continental. 

Candidatura de Prudencia (1930)

En junio de 1930, la sonsonateca Prudencia Ayala "sacudió de forma radical los cimientos sexistas de la sociedad salvadoreña" al intentar lanzarse como candidata presidencial aun cuando sus congéneres no podían emitir el sufragio. 

"La mujer ha gobernado en Europa en el sistema monárquico. ¿Qué de extraño tiene que gobierne en las Repúblicas del Continente indo-latino-hispanoamericano en el sistema democrático?", escribió la salvadoreña en el diario Redención Femenina, fundado por ella misma. 

De acuerdo con Ticas, Prudencia amparó su postulación, respaldada por del Partido Unionista, en la falta de
referencia explícita al género expresada en la Constitución liberal de 1886, la cual declaraba que son ciudadanos “todos los salvadoreños” mayores de 18 años. 

Los argumentos de Ayala provocaron una confusión entre la clase política de aquel entonces, escalando su caso que hasta la Corte Suprema, donde se denegó su solicitud asegurando que la mencionada ley hacía referencia a los derechos individuales y no a los políticos. 

Prudencia Ayala fundó el periódico Redención Femenina, donde publicó su candidatura y programa de Gobierno. Imagen: MUPI.

La valentía de Prudencia fue ridiculizada por la élite y los medios de comunicación, quienes la tachaban de "loca" y se burlaron de ella por ser mujer, madre soltera e indígena. Además, se propagaron ideas erróneas sobre el sufragismo femenino, como pensar éste "llevaría a la masculinización de las mujeres, el abandono de sus deberes familiares y el libertinaje sexual", según expresa el articulo "El movimiento sufragista femenino en El Salvador (1930-1950)" publicado en la Revista Conjeturas Sociológicas de la Universidad de El Salvador (UES)

"Muchos dirigentes y partidos conservadores consideraban que otorgar el derecho del sufragio a las mujeres alteraría el orden social tradicional y pondría en riesgo los privilegios del sistema. Las demandas de igualdad se tildaban de desordenadas e incluso peligrosas", expresa Rocío Jamileth Matute avilés, Miembra de Junta Directiva de la Asociación Nacional de Regidoras, Síndicas y Alcaldesas Salvadoreñas (ANDRYSAS).

Meses después de que le negaran su candidatura, Prudencia publicó, en el diario La Época, una carta abierta titulada "A los salvadoreños", donde expresó una disculpa por su osadía. "Si en algo he fastidiado a los políticos, perdónenme almas mías que no lo he hecho en mala intención, sino en el deber de un principio cívico para defender los principios del derecho individual que le asiste a la mujer", decía la misiva. 

"Los políticos que me han ridiculizado quedan perdonados con todo corazón, para que ellos, perdonen mis entusiasmos cívicos si con ello les ofendo", añadía.

Carta abierta a los salvadoreños de Prudencia Ayala publicada en 1930. Imagen: MUPI.

A pesar del "fracaso" en la postulación de Ayala, los investigadores destacan que su empeño "puso en evidencia los límites de la democracia salvadoreña" y colocó el sufragio femenino en la agenda nacional. 

"Prudencia se postuló no con el objetivo de ganar, sino más bien de demostrar que más allá de la apariencia de mujer pacífica y maternal era capaz de hacer frente a una sociedad machista, que esquematizaba y señalaba los comportamientos de las mujeres como inferiores", manifiesta la socióloga Amanda de Jesús Muñoz Cruz en su publicación de Revista Conjeturas Sociológicas. 

"La candidatura de Prudencia marcó un antes y un después en la historia política y de derechos humanos para las mujeres en el país", reitera Rocío Matute. 

En este sentido, cinco años después de la hazaña de Ayala, varias mujeres se presentaron a las elecciones presidenciales para emitir el sufragio, que seguía sin ser aprobado por el Gobierno. De acuerdo con Cañas Dinarte en su escrito "El largo camino hacia el voto femenino", ocho mujeres capitalinas (Emma Aguilar, Nelly Hernández, Irene Chicas, Amanda Rodríguez, Paula Alvarenga, Juana Araujo, Dominga López y Elvira Vidal) pudieron votar ese día; sin embargo, sus papeletas fueron aceptadas de forma honoraria y sin ser tomadas en cuenta para el escrutinio final. 

Segundo intento (1939)

A finales de 1938, en plena dictadura del General Maximiliano Hernández Martínez, el tema del voto femenino vuelve a la palestra pública, pero esta vez como parte de una campaña electoral para extender el martinato. 

Hernández Martínez  expresó su apoyo exaltando el carácter “incorruptible” de la mujer, quien en tiempos tan críticos sería buena “defensora de la paz”, debido a su “naturaleza pacífica”, según se retoma en la obra "El sufragio femenino en El Salvador: contextos nacionales e internacionales"

Con 27 votos a favor y 8 en contra, los diputados aprobaron el sufragio femenino como un ensayo para las próximas elecciones, que se realizarían en enero de 1939. Y, al igual que en 1921, el voto era voluntario y con limitaciones. "Si los resultados son buenos (si mostraban apoyo a Maximiliano), puede reformarse la ley con facilidad o ampliar el derecho quitando o disminuyendo las restricciones”, dijo un legislador en aquel momento. 

En la Constitución Política de 1939 se reconocía el derecho al voto para las mujeres casadas mayores de 25 años, que presentaran su cédula de vecindad y su acta matrimonial, al igual que para las solteras mayores de 21 años que tuvieran un título profesional o aquellas mayores de 30 años que fueran poseedoras, al menos, del certificado de sexto grado de escolaridad, detalla Cañas Dinarte. 

Ante esto, la feminista Ana Rosa Ochoa respondió indignada, considerando injusto el requisito educativo ya que, para 1930, solo un 21 % de las mujeres mayores de 23 años estaban alfabetizadas. Ochoa advirtió que "tomaría años antes de que, en esas condiciones, sus congéneres pudieran hacer uso eficaz del voto". 

Deniz Kandiyoti, investigadora de relaciones de género y políticas de desarrollo en el Medio Oriente, ha señalado que "las mujeres, no teniendo otras alternativas, negocian con el patriarcado y el paternalismo, luchando en contra de las circunstancias, pero también tomando las mejores decisiones en dadas circunstancias”.

No obstante, una vez más, el logro sufragista se vio truncado por un cambio político que extendía por seis años más el régimen martinista. El General reformó la Constitución estipulando que, por esa única ocasión, el presidente sería escogido por la Asamblea Nacional porque “así lo exigían los intereses nacionales”. 

"Estaba claro que mientras Martínez siguiera en el poder no habría ninguna garantía de respetar el sufragio. Sin embargo, la imagen que se intentaba proyectar al mundo era una de modernidad", indica Sonia Pricila Ticas. 

  • FINAL DEL MARTINATO

Cinco años después de la reelección de Martínez, mujeres de distintas clases sociales se unieron a la conocida huelga de brazos caídos, con la que se puso fin a trece años de dictadura. Sin embargo, el país quedó con una crisis constitucional que lo obligó a volver a gobernarse bajo la carta magna de 1886. 

Una nueva Asamblea Legislativa, a elegirse en enero de 1945, sería la encargada de discutir las enmiendas para una nueva Constitución, que se esperaba ya incluyera el voto femenino sin ninguna restricción. 

"Tiempo es que ya se conozca sin reticencias que la mujer razona, trabaja, lucha y triunfa con igual visión cívica que el hombre. Que se les deje romper las asperezas y los obstáculos para que así el resultado de su compañerismo sea para El Salvador (masculino) o la patria (femenina) la prosperidad nacional", expresó María Loucel en aquel momento. 

Pese a que diversos grupos de mujeres a nivel nacional se manifestaron para exigir el sufragio libre, las autoridades decidieron mantener vigente las estipulaciones electorales de la Constitución de 1939 emitida bajo el martinato. Pero, de nuevo, un golpe de Estado arruinó los planes.  

Aprobación del voto irrestricto (1950)

En 1948, cuando la inestabilidad política continuaba tanto en El Salvador como en el exterior, se ratifican los convenios que presentaban en discusión el voto de la mujer a nivel internacional, y es en la Convención Interamericana sobre la  Concesión de los Derechos Políticos de la Muje donde se sostiene que, “el derecho al voto y a ser elegido para un cargo nacional, no debería negarse por razones de género”. 

"El surgimiento de la lucha sufragista fue propiciado por las condiciones que atravesaba el país, dado que, si bien los movimientos feministas del siglo XIX en Europa influenciaron  parte  del  panorama  en  El  Salvador,  los malestares  internos  fueron  los principales orígenes que dieron paso a la sublevación del género femenino", destaca la socióloga Amanda de Jesús Muñoz Cruz.

Entonces, a nivel local, la recién creada Liga Femenina Salvadoreña aborda al diputado Reynaldo Galindo Pohl, uno de los redactores de la nueva Constitución, para que se avale en ella la ciudadanía plena para las mujeres. De acuerdo con la Fundación Nacional para el Desarrollo (FUNDE), existen tres tipos de ciudadanía: civil, refrente al derecho al voto; política, sobre la participación en asuntos públicos; y social, que permite el acceso a servicios básicos y asistencia social.

Mujer salvadoreña ejerciendo el sufragio por primera vez en marzo de 1950. Foto: Archivo LPG.

Finalmente, y sin mayor oposición, se levantaron las restricciones al voto femenino en la Ley Transitoria Electoral emitida en enero de 1950; sin embargo, en ella aún se limitaban las candidaturas a cargos públicos para hombres exclusivamente, injusticia que hizo a las activistas alzar la voz de nuevo. 

"¿Cuáles son las causas de la oposición a reconocer nuestros derechos? En primer lugar el temor pueril a las grandes innovaciones; el miedo de asumir responsabilidades para el futuro y en una palabra, la cobardía que ha sido siempre un obstáculo para el progreso", dijo la feminista Rosa Ochoa ante la Asamblea Legislativa. 

En marzo del mismo año, las mujeres salvadoreñas acuden por primera vez, y de forma masiva, a las urnas. Según Ticas, las sufragistas femeninas sobrepasaron en cantidad a los votantes masculinos. 

Portada de LA PRENSA el lunes 27 de marzo de 1950.

Meses después, en septiembre de 1950, se promulga la nueva Constitución política, donde quedó establecido el derecho no solo a votar sin restricción alguna, sino también a ser elegidas. En el artículo 23 de dicha ley se declara que: "son ciudadanos todos los salvadoreños sin distinción de sexo mayores de dieciocho años". 

En 1952, las salvadoreñas vuelven a ejercer su voto libremente en las elecciones municipales, que traen como resultado a la primera mujer alcaldesa del país: Rosaría Lara viuda de Echevarría. Cuatro años después, en 1956, se eligen a las primeras diputadas de la Asamblea Legislativa, entre ellas la reconocida Doctora María Isabel Rodríguez

¿Qué cambió tras la aprobación del voto femenino?

"El sufragio femenino fue el primer paso hacia la redefinición del rol de la mujer, permitiéndoles visibilizarse como actores activos o agentes de cambio dentro de un sociedad tradicionalmente liderada por hombres", manifiesta Rocío Matute de ANDRYSAS. 

La activista señala que con la obtención de este derecho, "las mujeres dejaron de ser vistas únicamente como encargadas del hogar y se les reconoció como ciudadanas plenas, capaces de participar en la vida política y social". 

En este sentido, la socióloga Muñoz Cruz asegura que a través de la lucha sufragista, "la mujer rompe con los estereotipos romantizados de paz, maternidad y sentimentalismo; adjetivos que le han sido asignados a lo largo de la historia, colocándola en una posición claramente desigual en la sociedad". 

Además, "la legitimización impulsó un cambio cultural que abrió espacio para que las mujeres reinvindicaran otros derechos y siguieran exigiendo mayor igualdad", agrega Matute. 

"La reinvindicación histórica del sufragio y la ciudadanía se han transformado en demandas contemporáreas de participación política efectiva y mejores condiciones laborales, así como el fin de la violencia de género", afirma. 

¿Cuánta participación política de mujeres hay en la actualidad?

De acuerdo con datos de ANDRYSAS sobre las pasadas elecciones de 2024, en El Salvador se registran 8 mujeres alcaldesas y 20 síndicas, de 44 municipalidades a nivel nacional; así como 60 regidoras propietarias, de 196 espacios disponibles, y 66 regidoras suplentes, de 176. También hay 19 diputadas propietarias y 33 suplentes de 60 escaños en la Asamblea Legislativa. 

Actualmente, la Ley de Partidos Políticos requiere una cuota femenina del 30 % en las planillas de candidatos; sin embargo, expertos aseguran que ésta no es suficiente para garantizar que más mujeres participen en la toma de decisiones.

Rocío Matute afirma que debe haber paridad en la participación política: 50 % hombres y 50 % mujeres. Además, la miembra de ANDRYSAS teme que la pequeña intervención femenina desaparezca cuando expire la reforma a la Ley de Partidos Políticos, en 2027. "Como si el derecho de las mujeres tuviera fecha de caducidad", señala.

"La política debe ser un ámbito inclusivo y equitativo. Las mujeres debemos de pensar en buscar estos espacios porque sí tenemos la capacidad de liderar, de poder tomar decisiones, de poder formular políticas públicas y de poder generar proyectos de bienestar inclusivos", expresa Matute. 

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