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Especialistas señalan que desalojos en Centro Histórico son un proceso de gentrificación

Expertos consideran que los desalojos en el Centro Histórico de San Salvador están desplazando  a las poblaciones vulnerables de la zona y transformado la dinámica social. “Se está vendiendo como la cara del país, cosa que no es”, dicen expertos.

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Los desalojos en el Centro Histórico de San Salvador/ Foto: Alcaldía San Salvador Centro (red social X)

Los desalojos en el Centro Histórico de San Salvador/ Foto: Alcaldía San Salvador Centro (red social X)

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La reciente fase de desalojos en el Centro Histórico de San Salvador, parte del Plan de Revitalización municipal, ha generado cuestionamientos de académicos y especialistas que advierten sobre un proceso de gentrificación que estaría desplazando a poblaciones vulnerables y transformando la dinámica social de la zona.

Más de 1,000 puestos de venta fueron desalojados en las últimas semanas como parte de la quinta fase del plan impulsado por la Alcaldía de San Salvador Centro, que busca la reubicación de comerciantes en mercados municipales y la recuperación de espacios públicos. La comuna ha señalado que el proceso se ha desarrollado de manera pacífica y con base en el diálogo con los vendedores, aunque algunos comerciantes han expresado incertidumbre sobre su futuro.

Expertos consultados sostienen que la revitalización está dejando fuera a sectores populares que han habitado o trabajado en la zona por décadas, mientras se promueve una imagen turística del centro que no refleja las dinámicas sociales históricas del lugar.

Flora Blandón, directora de la Maestría en Desarrollo Territorial de la Universidad Centroamericana José Simeón Cañas (UCA), consideró que los desalojos forman parte de un proceso que prioriza la estética del lugar sobre las necesidades de la población que tradicionalmente ha ocupado el espacio.

“El Centro Histórico se está vendiendo como la cara del país, cosa que no es, ya que se ha maquillado a partir de enviar a la parte trasera a las personas que tenían allí su medio de vida”, afirmó Blandón. “Obviamente, la inversión que se está promoviendo, orientada a lugares suntuosos, no podría ser tal con esa imagen. No importa dejar a un lado a cientos de familias a la deriva, con tal de vender una imagen irreal que, en todo caso, vende, y eso es lo que importa” .

Blandón señaló que los desalojos no solo afectan a vendedores informales, sino también a pequeños negocios que no cumplen con los estándares que se están promoviendo. “Esto se hace a partir de la asignación de altas tarifas para poder funcionar”, agregó.

Alex Renderos, director de la carrera de Arquitectura de la UCA, explicó que el proceso de reordenamiento está generando el desplazamiento de habitantes y comerciantes hacia zonas periféricas, lo que encarece los costos de vida para la población de bajos ingresos.

“Ahora que ya tengo el centro como revitalizado, los precios comienzan a subir, y entonces la renta se vuelve más cara. El permanecer en el centro se vuelve más caro”, indicó Renderos. “Muchas de estas familias tienen más de 100 años de habitar ahí. Son generaciones y generaciones que de pronto ya no van a estar ahí. La memoria del que permanece en el Centro Histórico se difumina” .

El arquitecto señaló que este fenómeno se conoce como gentrificación, un proceso en el que el valor de una zona se incrementa a través de la inversión y el reordenamiento, desplazando a comunidades tradicionales y atrayendo a nuevos habitantes con mayor capacidad económica.

Renderos advirtió que la reubicación de vendedores hacia mercados municipales no garantiza que la población afectada pueda mantener sus ingresos, ya que la dinámica comercial dentro de estos espacios es distinta. “No todos los vendedores informales tienen la capacidad económica para entrar a los mercados, y los que entran muchas veces no logran generar los mismos ingresos que en la calle”, dijo.

Desde una perspectiva antropológica, la investigadora Mariana Moisa sostuvo que el proceso de reordenamiento representa una negación de la identidad cultural del país, al modificar las dinámicas sociales que han caracterizado al Centro Histórico.

“El centro se está vendiendo como la cara del país, pero no somos eso. Es una imagen prefabricada, vacía de contenido; básicamente un producto publicitario”, dijo Moisa. “La idiosincrasia del pueblo salvadoreño no se refleja en calles vacías o en locales de lujo. El centro era un lugar de cercanía, de gritos, de algarabía. Borrar eso es borrar nuestra identidad”.

Moisa señaló que la desaparición de pequeños comercios, como zapaterías o talleres de relojería, afecta las prácticas cotidianas de la población. “El centro era la posibilidad de reutilizar, de dar vida a cosas. Ahora la gente se desubica, porque las dinámicas culturales están siendo forzadas a cambiar”, agregó.

La antropóloga también destacó que el impacto del reordenamiento afecta principalmente a las mujeres, quienes representan la mayoría de la fuerza laboral en el comercio informal.

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