La imagen de la Virgen Niña fue adquirida en 1886 y marcó el impulso festivo en Concepción de Ataco.
Cada 7 de septiembre, las casas y calles de los distritos de Ahuachapán, Concepción de Ataco, Apaneca y Tacuba, en Ahuachapán Centro, se iluminan con brillantes farolitos en una tradición centenaria que, según sus pobladores, tiene sus orígenes en la iglesia católica y simboliza la víspera del nacimiento de la Virgen María.
Sacerdotes e historiadores aseguran que esta tradición surgió en Ahuachapán, en 1850, luego que los pobladores rogaron protección a la Virgen María por un enjambre sísmico, y por no contar con el servicio de energía eléctrica tuvieron que iluminar sus puertas y ventanas con candiles, rajitas de ocote y candelas, y así nació el Día de los Farolitos.
En 1886, una familia de apellido Eguizábal retomó la tradición en Concepción de Ataco, cuando doña Jesús Valdivieso de Eguizábal, le encargó al doctor Rafael Herrera Morán, una imagen de la Virgen Niña, en uno de sus viajes a Guatemala.
Según María Pineda Rodríguez, bisnieta de doña Jesús, quien nació el 8 de septiembre de 1924, y está a escasos días de cumplir 100 años, en Ataco, la tradición de los farolitos la impulsó su pariente, recordada cariñosamente como “Chuz”, muy devota de la Virgen María.
A mí me nombraron María porque nací el mismo día del natalicio de la Virgen María, el 8 de septiembre, y por legado de ‘mamá Chuz’, en la familia todos hemos sido devotos de la Virgen”, recordó.
Sobre la imagen exportada de Guatemala, recordó que venía con dos angelitos, uno a cada lado, y es la misma que se exhibe en la iglesia de Ataco. Desde esa fecha ella comenzó a propagar la devoción de la Virgen Niña y de los farolitos en el lugar.
Doña María es la penúltima de 12 hijos, mientras que ella solo tuvo tres hijos, y tiene seis nietos y tres bisnietos. A pesar de su avanzada edad, tiene una mente lúcida, y con ayuda de fotografías recuerda los altares que durante décadas han instalado afuera de su casa, cada 7 de septiembre.
Además, recalcó que la verdadera tradición es con sentido religioso, pues más allá de decorar los altares con farolitos, la feligresía acostumbra a rezar la novena a la Virgen, a sacarla en procesión en todo el pueblo, y finalizar con una misa solemne.
En ese tiempo, ‘mamá Chuz’ vivía en uno de los barrios más pobres de Ataco, donde habían muchos ranchitos de paja, entonces hacían los faroles con ramitas de árboles y pedacitos de candela. Después ingeniaron hacerlos de madera forrados de papel celofán, hasta el grado de que en la actualidad se hacen grandes creaciones”, añadió doña María.
La imagen de la Virgen traída de Guatemala pasó de generación en generación, hasta que la familia la dejó bajo custodia de la parroquia de Concepción de Ataco, donde aún se exhibe.
El Día de los Farolitos fue declarado Patrimonio Cultural Inmaterial de El Salvador el 22 de agosto de 2014, por la Asamblea Legislativa, y este 26 de agosto, dictaminaron nombrar el 7 de septiembre a Ahuachapán Centro como capital del país por un día, en el marco de la celebración.
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