Un registro oficial del Ministerio de Salud consigna que 213 personas han muerto por desnutrición severa y moderada en los últimos cuatro años en El Salvador. Uno de estos casos ocurrió en un cantón de Ahuachapán, uno de los departamentos señalado como los más afectados por la inseguridad alimentaria para este año, según el Plan de Respuesta Humanitaria 2023 de las Naciones Unidas en El Salvador.
Marlon Pineda murió a sus 22 años. Era originario de un pequeño cantón llamado El Barro del departamento de Ahuachapán, en el occidente de El Salvador. Se ganaba la vida haciendo oficios varios, con lo que obtenía un poco de dinero para ayudarle a su padre, Saúl, un vendedor de sorbetes de la zona. Aunque Saúl asegura desconocer la causa de muerte de su hijo, en los registros oficiales del Ministerio de Salud aparece que fue por desnutrición severa.
Marlon es una de las 213 personas que han muerto por desnutrición severa o moderada durante los últimos cuatro años en El Salvador, según un reporte del Ministerio de Salud.
Es la tarde del 12 de julio de 2023. Sentado en el corredor de la casa, Saúl lamenta no haber tenido las posibilidades de pagar un hospital privado donde dice que "tal vez" le hubieran salvado la vida a su hijo. "Siempre tuvimos dificultades para criar a nuestros hijos, uno es pobre, es luchador, no tiene cómo darle lo que ellos necesitan. Si yo hubiera tenido facultades para llevar a un doctor privado a mi hijo, tal vez no se hubiera muerto", recalca.
De lo que Saúl obtiene de la venta de sorbetes sacaba para llevar a diferentes hospitales a su hijo. Asegura que durante los últimos años de vida, Marlon pasó de hospital en hospital: la atención era lenta, asegura, y nunca le dieron un diagnóstico de su muerte.
"Nunca determinaron de qué murió, yo siempre cuestionaba a los doctores y la respuesta todo el tiempo fue que estaban en observación y haciendo exámenes, murió y no pudieron decirme lo que tenía", aqueja su padre.
El Plan de Respuesta Humanitaria de las Naciones Unidas en El Salvador 2023 indica que la región occidental del país presenta datos de bajo peso al nacer y menor prevalencia de lactancia materna exclusiva, y para ello sugiere que haya una respuesta por parte del Estado de contribución a la protección contra la malnutrición en niñez, mujeres embarazadas y en período de lactancia.
Una de las tías de Marlon cuenta que los problemas de salud del joven comenzaron desde que era pequeño. Relata que él era un niño cuando su madre quedó embarazada y eso complicó que pudiera darle lo que necesitaba para tener un crecimiento sano.
La tía, además, cuenta que el crecimiento de Marlon fue complicado por lo poco que su familia podía obtener para sobrevivir. Él se ganaba la vida con lo que le ofrecían algunas personas del cantón para realizar diferentes oficios, la mayor parte del tiempo trabaja como ayudante de albañil con el esposo de ella.
"Él iba a trabajar con mi esposo, pero cuando se enfermó dijo que ya no podía porque se sentía sin fuerzas, cansado y ya no podía hacer las cosas", cuenta su tía.
Algunos de los vecinos, que conocían a Marlon porque asistía a la iglesia del cantón donde vivió toda su vida, comentan que los últimos meses que lo vieron se había vuelto "demasiado delgado" y que la convivencia que mantuvo con ellos durante ese tiempo se fue disminuyendo por sus enfermedades.
Su tía agrega que Marlon se mantuvo aproximadamente un año en condición de consumir pocos alimentos por lo complicado que resultaba para la familia, compuesta por otros tres hermanos menores de Marlon. Agrega que durante los últimos días que estuvo con vida ya no ingería más que líquidos.
La inseguridad alimentaria es algo que no solo afecta a la familia de Marlon, sino a varios vecinos de El Barro, un cantón remoto y pobre.
Lo único que la familia de Marlon sabe sobre su posible causa de muerte es que una de las cosas más graves por las que consultaba en los hospitales era porque ya no podía consumir alimentos y que mantenía una diarrea incesante.
"Lo de la diarrea era grave, era un mal inquitable (sic), no detenía (sic) nada de lo que comía, la diarrea fue un punto de los que terminó con la vida de mi hijo porque él ya no podía comer, le habían puesto, incluso, una sonda", comenta Saúl.
Cuando Saúl fue a recoger el cuerpo de su hijo al hospital le dijeron que no tenían causa de muerte. "Definitivamente no detallamos de qué murió su hijo, si usted quiere saber de qué ha muerto le vamos a hacer una autopsia, pero tiene que dejar el cuerpo cuatro días más", relata Saúl que le comentó el médico a cargo tras la muerte de su hijo.
Los estragos de la desnutrición en el cuerpo
La nutricionista clínica, Xochilt Palacios, explica que la desnutrición severa es un estado fisiológico anormal que se produce a consecuencia de una ingesta alimentaria deficiente en energía, proteínas y micronutrientes. También, agrega la especialista, puede darse debido a enfermedades recurrentes o crónicas.
"La desnutrición es la expresión última de la situación de inseguridad alimentaria y nutricional de una población, que afecta principalmente a niños y niñas. Se caracteriza por un deterioro en la composición corporal y alteración sistemática de más funciones orgánicas y psicosociales que, en algunos casos, pueden llegar a ser irreversibles", detalla Palacios.
La nutricionista sostiene que entre las principales causas de la desnutrición están el consumo insuficiente en cantidad y calidad de alimentos, por ejemplo, la ausencia o inadecuada lactancia materna, las malas prácticas en la alimentación complementaria, enfermedades infecciosas y otras factores de riesgo como el bajo peso al nacer.
Añade que también están relacionados con la desnutrición los determinantes sociales como limitados ingresos, condiciones insalubres de las viviendas, así como el poco acceso a agua potable.
"Cuando un cuerpo se identifica que hay desnutrición severa los huesos se marcan en la piel y esta se vuelve fina, seca, poco elástica, pálida, fría. Finalmente se pierde la grasa facial y, en consecuencia, las mejillas, los ojos parecen hundidos. Otros síntomas son el cansancio, puede ocasionar diarrea, inapetencia, irritabilidad y apatía. En casos muy graves las personas afectadas se sienten débiles y son incapaces de realizar sus actividades habituales. La desnutrición, aún con tratamiento, puede tener efectos duraderos en los niños, las deficiencias en la capacidad intelectual y los problemas digestivos pueden persistir y a veces puede durar toda la vida", sentencia la nutricionista.
Un país con hambre
El Plan de Respuesta Humanitaria 2023 de las Naciones Unidas en El Salvador también advirtió este año que, según el análisis de Seguridad Alimentaria 2022, se estima que entre marzo y junio de este año, unas 869,000 personas entraron en inseguridad alimentaria fase 3 o mayor, con riesgo de descender a una crisis alimentaria y de subsistencia, según la Clasificación Integrada en Fases de la Seguridad Alimentaria (CIF).
Los departamentos más afectados, según el informe, son Ahuachapán y la zona oriental del país, entre ellos Morazán. Entre ambos, la población asciende a los 177,185 habitantes.
Este periódico consultó al Ministerio de Agricultura y Ganadería (MAG) una postura sobre los esfuerzos del gobierno para atender la pobreza y falta de alimentos en la zona rural del país; así como el apoyo a los agricultores de subsistencia ante el impacto del clima, pero no hubo respuesta a la solicitud.
Algunos productores de granos básicos de Morazán sostienen que en los últimos años la pérdida de los cultivos ha sido mayor, sobre todo este año por el impacto del fenómeno de El Niño que, según los pronósticos del Ministerio de Medio Ambiente y Recursos Naturales, afecta al país desde mediados de 2023.
En una de las parcelas de milpa, que por la falta de lluvias poco ha crecido bajo aquel sol característico del oriente, Noé Granados, un productor local de Lolotiquillo y representante departamental de la Mesa Agropecuaria explica que en la zona han sido duramente afectados por el cambio climático.
Asegura que la situación es complicada, pues varios de los municipios de este departamento viven en extrema pobreza y, en al menos el 75 % de los hogares en esta zona la agricultura es el sustento diario de las familias.
"Estamos bastantes preocupados porque se está produciendo poco, todo está caro, el abono, los fertilizantes, la situación es que la gente solo se dedica a la agricultura, no tiene otra fuente de ingresos, en muchos casos se compra el abono y ya no alcanza el dinero para comprar los fertilizantes. Esas son algunas de las causas de la baja producción", plantea.
Lolotiquillo es un municipio de 4,915 habitantes, de los cuales, según Noé, aproximadamente el 75% son productores. De este porcentaje, menciona, solo el 25 % recibe la semilla mejorada de maíz, frijol y sorgo, del programa de agricultura familiar y paquetes agrícolas para la producción de granos básicos que entrega el Ministerio de Agricultura y Ganadería.
Noé explica que la poca producción de los últimos años ha llegado a agravar tanto la situación que hay familias completas de la zona que a veces comen con un huevo cinco personas, a veces no hay ni aceite, son algunos amigos o vecinos que ven la necesidad de los demás y a veces regalan un pedazo de cuajada y con esa se alimenta toda la familia.
"En condiciones favorables si siembro una manzana de maíz espero como resultado unos 80 quintales de maíz, si el invierno es bueno, el abono sirve y se le da el cuido necesario; pero así como está ahorita la situación se pueden sacar unos 40 quintales nada más, a veces menos, hasta 15, la gente se desmotiva porque no hay apoyo a los agricultores de la zona", plantea Noe y asegura que todas esas circunstancias son las que agravan la condición de pobreza de las familias.
Encuestas realizadas por el Gobierno revelan que la población cuyos ingresos son insuficientes para sufragar los gastos más básicos aumentó a 1.87 millones de personas durante 2022, una cantidad que ya superó a la registrada en los cuatro años anteriores.
La Organización de las Naciones Unidas para la Agricultura y la Alimentación (FAO) y el Programa Mundial de Alimentos (PMA) también advirtieron este año de la inseguridad alimentaria aguda en 18 focos de hambruna, que comprenden un total de 22 países, entre ellos El Salvador.
A esta advertencia también se sumó en mayo pasado la Red de Sistemas de Alerta Temprana de Hambruna (FEWS NET, por sus siglas en inglés).
Para Adalberto Blanco, de la Mesa por la Soberanía Alimentaria, el panorama para El Salvador estuvo complicado en 2022 por el cambio climático, tanto por el exceso como por la falta de lluvias que hubo a finales del año pasado; el incremento en los precios de los insumos y la canasta básica; y la inacción del Gobierno ante esta situación, incluso, ante la negación de la situación alimentaria en El Salvador.
"El 80 % de El Salvador ya se considera corredor seco, en crisis híbrida, donde los departamentos más afectados, de la zona oriental del país, son Morazán, San Miguel, La Unión y en algunas partes de Santa Ana Norte y Ahuachapán Norte y Sur, parte de la zona costera de La Libertad hasta Usulután", detalla.
La Procuraduría para la Defensa de los Derechos Humanos previno, además, sobre el desplazamiento forzado en el país como consecuencia del cambio climático, sobre todo por la sequía, que, entre otras cosas, ha afectado la producción de cultivos de consumo propio.
La institución destacó que, aunque no tienen datos estadísticos sobre la problemática porque aún no han recibido denuncias al respecto, tienen conocimiento de que Ahuachapán, Usulután y La Paz son algunos de los departamentos donde la población se ha visto forzada a desplazarse por el cambio climático.
Al respecto, Rina Monti, directora de investigación en derechos humanos de la organización Cristosal sostiene que el estrés hídrico es un tema que no ha sido trabajado desde el Estado con la urgencia que merece y que definitivamente tiene un impacto en la migración.
"En la segunda parte del año las personas van a tener que enfrentar de manera más agresiva el estrés hídrico, porque esta es la temporada en la que hay más producción de alimentos, y al no tenerlo probablemente esto sea un detonante adicional de migración", agrega; mientras destaca que al analizar los datos de la Organización Internacional para las Migraciones sobre los motivos de migración de las personas retornadas, hay un incremento de personas que están saliendo del país por razones económicas.
"Hay un incremento porcentual de personas que están yéndose por razones económicas que están justamente a la base de los impactos que tiene el cambio climático y la crisis de alimentos, esto podría darnos una luz de que hay que monitorearlo", sustenta.
Adalberto Blanco sustenta esta postura de la poca importancia que el Estado ha manifestado en el tema y agrega que se ha visto una desmejora significativa que ya existía en los últimos años, principalmente desde la entrada del Gobierno de Nuevas Ideas, como la reducción de presupuesto, reducción en la entrega de paquetes, la inestabilidad de los ministros de Agricultura, entre otros aspectos.
Sugiere que dentro de las medidas y políticas para paliar la inseguridad alimentaria en el país se debe cumplir el Plan de Respuesta Humanitaria, crear un modelo productivo que sea capaz de responder a las necesidades del país y para hacerle frente al cambio climático, crear una política de Estado y una ley de soberanía alimentaria, una propuesta o una política de agroecología.
Mujeres que siembran para sobrevivir
En una pequeña montaña, entre los predios donde ya empieza a crecer la milpa, hay una casa de ladrillos de adobe con un reducido patio que alberga cinco gallinas que cacarean mientras buscan qué picar, ahí vive Gladis Martínez, una productora local del caserío Los Escalantes, en Guaymango, Ahuachapán.
La acompaña María de Jesús Martínez, una señora de 87 años que con dificultad logra abrir los ojos para ver quiénes van pasando sobre la calle frente a su casa.
Gladis confiesa que la situación es bastante complicada para las dos, el año pasado logró sembrar un terreno de unos 1,800 metros cuadrados, pero este año no fue tan afortunada de salir beneficiada con el paquete de semillas que entrega el Gobierno y no pudo producir nada.
A veces le toca que vender una que otra de sus gallinas, por la que le dan $ 7 o $ 8, que le sirven comprar un poco de frijol y maíz para alimentarse ella y su mamá. Además de apartar un poco para el maicillo, con el que alimenta a las otras gallinas.
El consumo de alimentos que Gladis hace se mantiene en maíz, frijol, arroz, aceite y azúcar, ese es el pan de cada día en su casa, al igual que el de la mayoría de las mujeres que tienen familias en la zona.
Ricardo Castaneda, coordinador para El Salvador del Instituto Centroamericano de Estudios Fiscales (ICEFI) explica que una persona se encuentra en inseguridad alimentaria cuando no consume los alimentos suficientes. A la vez, añade que, según el informe mundial anual de las Naciones Unidas sobre la inseguridad alimentaria, la situación a incrementado para El Salvador, cuyos datos indican que una de cada dos personas padece de inseguridad alimentaria en el país.
"La inseguridad alimentaria significa que una persona no come lo suficiente o, incluso en algunos casos, no comen nada durante el día, durante varios días al año. Esta realidad demuestra una situación sumamente grave y que desde las políticas públicas no se está abordando adecuadamente, a eso se le suman las alertas de que esta situación, especialmente por el fenómeno del niño, pueda agravar", enfatiza el economista.
A dos kilómetros de su casa vive María Isabel Osorio, una mujer que lleva más de 43 años produciendo con su esposo maíz, frijol, maicillo y algunas hortalizas, pero este año la cosecha que sembraron no es la misma que otros años. María reconoce que todo está más caro y que el dinero ya no les alcanza para sembrar lo que acostumbraban.
José Santos Nájera, del área de análisis de producción y ganancia de granos básicos de la Asociación Cooperativa del Caserío Los Reymundo, del cantón Los Escalantes, sostiene que la pérdida en la producción de granos básicos del municipio para este año ha sido de alrededor del 60%. Advierte que con el fenómeno de El Niño existe la posibilidad de no obtener las cosechas que ya están sembradas este año.
En un terreno continuo a la casa de José Nájera, María ya tiene sembrada este año una manzana de milpa. Mientras camina entre el terreno explica que algunas de esas plantas de maíz ya no van a crecer ni a producir nada, a la vez, recalca que espera que la pérdida sea menor este año. "Antes hacíamos dos manzanas de milpa, este año decidimos sembrar menos porque en la producción anterior tuvimos demasiadas pérdidas, tuvimos que comprar lo que necesitábamos consumir y prestar dinero para esta milpa que tenemos sembrada ahorita".
El Plan de Respuesta Humanitaria 2023 de las Naciones Unidas en El Salvador advirtió este año que, según el análisis de Seguridad Alimentaria 2022, se estima que entre marzo y junio de este año, unas 869,000 personas entraron en riesgo de descender a una crisis alimentaria y de subsistencia.
La Organización de las Naciones Unidas para la Agricultura y la Alimentación (FAO) y el Programa Mundial de Alimentos (PMA) advirtieron este año de la inseguridad alimentaria aguda en 18 focos de hambruna, que comprenden un total de 22 países, entre ellos El Salvador.
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