La agente, desaparecida y asesinada por sus mismos compañeros de trabajo, fue enterrada hoy en un cementerio privado, con lo que se cierra la primera parte de una truculenta historia de mentiras, complicidades y nueve meses de búsqueda de su cadáver. El principal sospechoso, sin embargo, sigue prófugo, pero las autoridades policiales se sienten cómodas al decir que el caso ha sido un éxito.
Los restos de la agente Carla Ayala, quien fue asesinada en diciembre pasado tras la fiesta de fin de año del extinto Grupo de Reacción Policial (GRP), fueron enterrados hoy en un cementerio privado, en San Salvador, tras ser velados y entregados ayer a su familia por Medicina Legal.
Las exequias de la agente se realizaron en medio de un fuerte dispositivo policial, que se encargó de trasladar sus restos a Jardines del Recuerdo, parque memorial donde se realizó el funeral.
El ataúd donde descansan sus restos lució adornado con la bandera de El Salvador y fue escoltado en un vehículo fúnebre, en medio de una extensa caravana de vehículos que lo acompañaron hasta llegar al entierro.
Los policías presentes en el acto portaron un listón blanco con el mensaje "Descansa en paz, Carla Mayarí Ayala Palacios".
Agentes que están en el dispositivo para acompañar a familia de Carla Ayala portan este listón: pic.twitter.com/86JJtEhFUz
— LPGJudicial (@LPGJudicial) 21 de septiembre de 2018
Antes de la salida de los restos de la agente al cementerio, la familia de Ayala ofició una misa en su memoria en la funeraria María Auxiliadora.
En ella estuvieron presentes familiares y las principales autoridades de la Policía Nacional Civil (PNC) y del Ministerio de Justicia y Seguridad, quienes le dieron el último adiós a la agente.
Los restos de la Ayala fueron enterrados aproximadamente a las 5:00 p.m., tras un breve homenaje realizado por miembros de la corporación oficial.
Vivieron un viacrucis
Para llegar a este punto, en el que la familia pudiera darle santa sepultura a los restos de Carla, su familia tuvo que vivir un viacrucis de nueve meses para que los investigadores de la PNC y fiscales dieran con el cadáver, luego de varios intentos fallidos de encontrarlo.
El cuerpo de la agente fue encontrado el pasado 7 de septiembre en un terreno en San Francisco Javier, Usulután, y tras someterse a una prueba de ADN y un estudio antropológico, se ratificó que la osamenta encontrada correspondía a la agente.
PNC falló en dos veces
Para encontrar a la agente Ayala, la Policía falló en dos ocasiones. En febrero fue hasta el cementerio de San Francisco Javier y exhumó una tumba en la que había sido enterrada una tía de Juan Josué Castillo, alias Samurái, principal sospechoso del caso, y quien se encuentra prófugo.
El director de la Policía aceptó que la PNC se equivocó, pero argumentó que esa exhumación era necesario hacerla para descartar que la agente estuviera enterrada ahí.
Dentro de este proceso de investigación, el director de la PNC reconoció también que había evidencias de que los restos habían sido movidos al menos una vez, lo cual dificultó su localización.
En los meses siguientes, investigadores llegaron hasta el Bajo Lempa, Usulután, donde supuestamente algunos miembros del antiguo GRP tenían un cementerio clandestino para enterrar los cadáveres de personas asesinadas en supuestas ejecuciones extrajudiciales. Tampoco hallaron los restos.
A pesar de todo, Howard Cotto, director de la PNC, ha sostenido en varias ocasiones que el hallazgo implica un logro significativo por la extensa investigación que requirió encontrar el cadáver de la agente.
"Encontrar el cuerpo de Carla Ayala sin información era casi imposible, como encontrar una aguja en un pajar. Nada en este caso, en cuanto a los resultados, ha sido casual. Los restos de Carla Ayala no fueron encontrados por casualidad, es producto de un trabajo permanente”, destacó Cotto.
La agente, según la versión oficial, fue asesinada el 28 de diciembre del año pasado, en la noche, y desaparecida el 29 de diciembre en la madrugada, luego de una fiesta en la sede del extinto Grupo de Reacción Policial (GRP).
Castillo está prófugo
El principal sospechoso de asesinarla y desaparecerla es el agente Juan Josué Castillo Arévalo, quien hasta ahora continúa prófugo desde la noche del homicidios. La Policía ha dicho que la información más reciente sobre su paradero es que se esconde en México.
La propiedad donde se encontraron los restos de la agente desaparecida pertenece a familiares de Castillo, quien era conocido dentro del extinto GRP como "Samurái".
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