Urbanista y antropóloga coinciden en que las políticas públicas de intervención en el Centro Histórico de San Salvador van contra la naturaleza del estado de conservar la historia del país.
A finales de marzo de 2023, la Asamblea Legislativa aprobó la Ley de Creación de la Autoridad de Planificación del Centro Histórico de San Salvador (APLAN), la cual fue creada para delimitar una zona fuera del control de la alcaldía capitalina y bajo el control del Órgano Ejecutivo, con la idea de potenciar el Centro Histórico y la justificación de buscar inversiones de turismo.
Durante la discusión de la Ley del Centro Histórico, en marzo de 2023, la ministra de Turismo, Morena Valdez, indicó en la comisión de hacienda que habría conversado con la alcaldía de San Salvador (ahora San Salvador Centro) para garantizar la ubicación de espacios donde instalar a vendedores informales que sean desalojados del lugar, como parte del trabajo de la Autoridad de Planificación del Centro Histórico en la “recuperación” de algunos inmuebles.
Sin embargo, algunos vendedores han denunciado no haber sido reubicados luego de haber sufrido los desalojos.
Carlos Ferrufino, catedrático del Departamento de Organización del Espacio de la Universidad Centroamericana José Simeón Cañas (UCA), explicó que, a pesar que las ciudades en general son agentes dinámicos que están sujetos a cambios o transformaciones, pero hay que cuestionar cómo se realizan estos cambios, principalmente en un área sensible de la ciudad, como el Centro Histórico.
“En el caso de San Salvador, el centro de la ciudad es el lugar donde nació la capital hace ya casi 500 años. Eso tiene un valor histórico y urbanístico fundamental, y es lo que lo hace que esta zona de la ciudad tenga un valor especial e irrepetible en otras zonas de San Salvador”, explica el urbanista.
Agrega que el centro de San Salvador siempre ha sido un lugar que ha tenido múltiples tipos de usuarios de las ciudades, por ejemplo: las personas que trabajan, viven, y que pasan por ahí. “Estos son los usuarios de la ciudad y por lo tanto cualquier intervención que hagamos en ese espacio, deberíamos de considerar los impactos que eso tiene sobre esos usuarios diversos”.
Para la antropóloga Mariana Moisa existe un asunto político que se relacione directamente con la cultura dentro del reordenamiento del Centro Histórico de San Salvador.
Moisa explica que lo que actualmente se observa en la zona es una política de gentrificación, que responde a políticas del gobierno de generar un espacio en el Centro Histórico que tienen una proyección más hacia afuera, y que el uso, la interacción y la construcción de identidad no está dirigida a los salvadoreños; si no que tiene un perfil hacia extranjeros.
Para la antropóloga la adopción de estas políticas públicas no solo tienen un impacto económico, sino un impacto en la cultura de la población.
“Lo que hacen estas políticas es borrar nuestra identidad y construir una nueva, esa es la pretensión. En términos simbólicos, lo que representan estos edificios no son en sí las estructuras, sino que cuentan la historia”, explica la antropóloga Moisa.
Moisa agrega que “cuando desplazan vendedores, la gente que baila en el parque y que eran símbolos en nuestra identidad cultural de la idiosincrasia de San Salvador, la idea también es que que no se vea que existe un ‘rogar por sobrevivir’ por parte de la población”.
Los expertos concuerdan en que existen diferentes grupos sociales vulnerables frente a las políticas adoptadas en el reordenamiento del Centro Histórico.
Ferrufino explica que “cualquier intervención en la ciudad tiene impacto sobre los diferentes grupos sociales que son usuarios de la ciudad, y esta claro de que no toda intervención tiene solo impactos positivos, sino que también tiene impactos negativos”.
Para el urbanista, los grupos desplazados como vendedores, comerciantes y usuarios en general son los que se ven más afectados con el reordenamiento.
Para Moisa, existe un grupo en específico que es el más afectado: las mujeres.
“A las mujeres esta situación impacta directamente porque las excluye aún más de los espacios de convivencia; pero además impacta en la manera en la que subsisten muchas mujeres que viven del comercio informal, y al no estar en estos espacios es una manera de borrar la necesidad de las mujeres”, explica.
En el caso de los beneficiados, ambos expertos afirman que la inversión privada es la más beneficiada con el reordemiento realizado en el centro de San Salvador.
Para Ferrufino es preocupante que sea el Estado quien esté promoviendo los proyectos de inversión privada que se desarrollan en la zona, y que sea la administración pública quien genere los procesos para sacar adelante los proyectos.
“Quien está motivando esos procesos es el Estado, y si todo esto fuera inversión privada tal vez sería menos relevante, pero es la inversión pública la que está generando estos procesos y por eso creo que a todos nos debería interesar conocer mejor y valorarlos porque son parte de una política pública”, dijo Ferrufino.
Según Moisa, “hay grupos que se están beneficiando ahora mismo de todas las políticas que hay en el centro, y son familias que por años han sido propietarias de grandes edificios del centro”.
Moisa agrega que, con las políticas y decisiones tomadas en el Centro Histórico, solo se ha buscado borrar la memoria y reconstruirla de una forma diferente a favor de quienes gobiernan.
Según Moisa, “si se olvida la historia, se repite” y las decisiones tomadas sobre el Centro Histórico “es algo ya vivido”.
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