
Después de que miles de cactus chilenos raros fueran encontrados en la casa de un coleccionista italiano, un juicio que duró años fue desentrañando lentamente cómo llegaron allí, y está sentando un precedente para lidiar con crímenes de este tipo.
El tesoro de Atacama: cómo un cactus chileno se convirtió en el centro de una inédita operación policial en Italia
A primera vista, lo único que se puede ver a lo largo de miles de kilómetros en el desierto de Atacama, en Chile, son fragmentos de rocas de color con un tono naranja y blanquecino rodeadas de polvo. Este es uno de los lugares más secos de la Tierra . Al mirar alrededor, parece imposible que pueda sobrevivir alguna partícula de vida.
Pero en los rincones de la corteza agrietada a lo largo de la costa del desierto, se encuentran miles de cactus Copiapoa, un grupo de cactus compuesto por más de 30 especies que solo se encuentra en Chile.
Crecen apenas un centímetro cada año en las condiciones abrasadoras del desierto al absorber la niebla vespertina, conocida como camanchaca. Ejemplifican la capacidad de la vida para adaptarse a los extremos, y es uno de los rasgos que ha hecho que estos cactus sean muy buscados por los coleccionistas de plantas.
También acaban de estar en el centro de un juicio histórico por un robo internacional de cactus que podría revolucionar el modo en el que se abordan los crímenes contra la biodiversidad en todo el mundo.
Su belleza, resistencia y rareza ciertamente no pasaron inadvertidas para Andrea Piombetti, una personalidad muy conocida en el mundo de las plantas en Italia.
Piombetti ha sido coleccionista y comerciante de cactus durante décadas y se dice que se enorgullece de su conocimiento único. Su estado de WhatsApp dice: "El rey de los piratas de los cactus".
Cuando lo llamamos a su número de celular para este artículo, se negó a hacer comentarios y colgó sin decir palabra. También nos pusimos en contacto con sus abogados, pero se negaron a hacer comentarios.
En 2013, la aduana del aeropuerto de Milán Malpensa interceptó un envío inusual de 143 cactus con documentos fitosanitarios falsificados visiblemente sospechosos que iban directamente a casa de Piombetti en Senigallia, Ancona.
Tras una inspección más exhaustiva, la policía encontró aún más cajas de cactus en su casa y en la casa de un amigo en un pueblo cercano.
El experto en botánica del equipo fue capaz de identificar rápidamente que los cactus eran Copiapoa, muchos de ellos más antiguos que el propio Piombetti. Los análisis forenses del suelo revelaron que los cactus se sacaron de modo ilícito de su hábitat natural en Chile.
La policía emitió una advertencia interna en toda Europa sobre el descubrimiento y el gobierno italiano inició un proceso penal.
Sin embargo, el plazo de prescripción del caso se cumplió antes del veredicto. El caso fue desestimado y el teniente coronel Simone Cecchini, jefe de la unidad de comercio de especies en peligro de extinción de la fuerza policial local, creyó que el comercio ilícito había cesado.
Pero Cecchini regresó a la casa de Piombetti en febrero de 2020 tras recibir la denuncia de una especia rara de árbol propiedad del botánico Andrea Cattabriga.
Piombetti se resistió a dejar que la policía entrara en su casa y se atrincheró durante unos 10 minutos, dice Cecchini.
La policía no encontró el raro árbol allí, pero sí el inicio de un caso "mucho más interesante", dice Cecchini: en su casa había más de 1.000 cactus Copiapoa.
Al revisar su pasaporte, el documento reflejaba que había visitado Chile cinco veces entre 2016 y 2019.
Con los datos de la computadora y el celular del sospechoso, la policía identificó a un cómplice local, Mattia Crescentini, una red de otros 10 comerciantes ilegales de plantas y 10 compradores habituales.
Las plantas se vendían normalmente en línea a través de sitios web de subastas especializados y las compraban personas con colecciones ornamentales privadas de todo el mundo.
Por ejemplo, un comprador japonés enviaba a Piombetti sumas de US$2.600 dólares cada mes. Piombetti también compraba plantas él mismo por cientos de dólares.
Las plantas robadas descubiertas ese día fueron valoradas por la policía en más de un US$1,1 millones.
Se mandaron fotos a expertos para identificar las plantas, incluido Andrea Cattabriga, especialista en cactus y con quien inició la denuncia a Piombetti.
"Eran plantas increíbles, eran plantas antiguas, de cientos de años de antigüedad. Eran perfectas", dice Cattabriga.
Los forenses del jardín botánico de Milán analizaron el suelo y confirmaron que unas 1.000 plantas fueron extraídas de modo ilícito del desierto de Atacama y otras se cultivaron a partir de semillas.
Si bien la recolección de semillas en la naturaleza no es ilegal en Chile, la extracción y exportación de plantas sin la documentación adecuada sí lo es. En Italia, la importación de plantas al país sin documentación es ilegal.
Pero, además, los Copiapoa están protegidos por la Convención sobre el Comercio Internacional de Especies Amenazadas de Fauna y Flora Silvestres (Cites) .
El caso se denominó Operación Atacama y se ha convertido en una de las investigaciones sobre operaciones ilegales con cactus más grandes hasta la fecha en Europa.
Como resultado, el gobierno italiano inició un nuevo proceso contra Piombetti y su cómplice en 2020 por violar la convención Cites. El juicio duró cinco años, finalizó en enero de 2025 y dio lugar a muchas novedades en la historia de los delitos contra la biodiversidad.
Para empezar, después de que la policía los incautara, unos 840 ejemplares robados de Copiapoa fueron devueltos a Chile.
"Se trata de un patrimonio de la biodiversidad y debería volver a Chile", afirma Barbara Goettsch, copresidenta del Grupo de Especialistas en Cactus y Plantas Cuculentas (CSSG, por sus siglas en inglés)
Goettsch colaboró en la elaboración de un protocolo para que las plantas pudieran ser repatriadas, puestas en cuarentena y protegidas de forma segura . "No conozco ningún otro caso en el que se hayan enviado plantas de vuelta a su país. Creo que fue un éxito, sin duda".
Los cactus se encuentran ahora en un invernadero en el desierto de Atacama administrado por la Corporación Nacional Forestal de Chile (Conaf), aunque algunos informes locales sugieren que algunas de las plantas podrían haber desaparecido. Conaf no respondió a una solicitud de comentarios y dijo que no podía otorgarle a la BBC acceso al invernadero hasta abril de 2025.
A pesar de su extrema resistencia (han sobrevivido a viajes al otro lado del mundo y de regreso), las plantas confiscadas nunca volverán a su hogar. No pueden reintroducirse en la naturaleza, ya que no hay registros de las áreas de donde provienen. Probablemente se utilizarán para investigaciones genéticas y botánicas y experimentos de propagación.
Tras horas de caminata por el desierto de Atacama, resulta casi difícil respirar. Sin embargo, Mauricio González y Rodrigo Castillo, dos hombres de mediana edad que cojean levemente al caminar, suben las enormes colinas del desierto en busca de su amado Copiapoa.
"Este tiene quizás 100 años", dice González, señalando un cactus grueso.
González y Castillo son parte de Caminantes del Desierto, un grupo de educadores voluntarios que difunden el conocimiento de la flora y fauna del desierto en la región chilena de Antofagasta.
Los Copiapoa son uno de sus cactus favoritos. "Han evolucionado durante años y años para adaptarse a este territorio", dice González, el presidente del grupo.
Nos cuentan que muchos lugareños menos experimentados son contratados por internet por coleccionistas internacionales y son enviados a robar los Copiapoa al por mayor y dejan los senderos arrasados.
"Hay tendencias, este año la Copiapoa atacamensis es la que está más de moda. Una vez que alguien la tiene, todos los demás también la quieren", comenta González.
A veces, los voluntarios esconden sus plantas favoritas bajo pizarras de roca para ocultarlas de posibles cazadores furtivos.
El aumento de la construcción de carreteras y la vivienda irregular han permitido que cada vez más personas accedan al duro y aislado hábitat desértico donde viven los Copiapoa. Las redes sociales también han facilitado que los coleccionistas se encuentren entre sí, mientras que la regulación y la aplicación de la ley son mucho más lentas.
Pero la caza furtiva no es la única amenaza que enfrenta esta planta.
La mayoría de los cactus que encontramos en esta expedición diurna están muriendo debido al aumento de las temperaturas del desierto, las fluctuaciones en los patrones de lluvia, los rápidos cambios en los patrones de humedad a lo largo de la costa y el cambio de trayectoria de la niebla.
También los cambios en el uso de la tierra y la expansión de la industria minera local plantean una amenaza para las plantas.
Los Caminantes del Desierto organizan excursiones anuales para regar cactus, pero no es suficiente en vista de las prolongadas sequías del desierto.
La investigación de los científicos Guerrero y Goettsch encontró que el 76% de todas las especies de Copiapoa están en peligro de extinción debido al cambio climático y al tráfico ilegal.
"Están en un declive muy rápido. Algunos se extinguirán en estado salvaje pronto, es muy dramático", dice Guerrero.
La redada y el proceso judicial que siguió a la visita a su casa no detuvieron a Piombetti.
En septiembre de 2024 voló a Chile una vez más. Fue arrestado en el aeropuerto al aterrizar en Santiago, ya que ahora también era buscado por tráfico ilegal de vida silvestre en Chile.
Allí iniciaron otro caso en su contra en un juicio acelerado en un tribunal de Atacama y las autoridades chilenas lo multaron con 5 millones de pesos (US$5.300) y le prohibieron ingresar al país durante 10 años.
El 31 de enero de 2025, el tribunal italiano dictó una sentencia en primera instancia, a la que tuvo acceso la BBC contra Crescentini y Piombetti.
Condenó a Piombetti a 18 meses de prisión y a una multa de US$26.000 y a Crescentini a 12 meses de prisión y a una multa de US$19.000. El veredicto se publicó el 14 de febrero y los acusados tienen ahora 30 días para apelar.
Sin embargo, para los expertos en biodiversidad, el caso judicial también produjo otro resultado innovador.
El tribunal reconoció que el delito de Piombetti no sólo fue contrario a la ley, sino también a la naturaleza.
La organización de conservación de cactus Associazione per la Biodiversità e la sua Conservazione (ABC), fundada por Andrea Cattabriga, fue incluida en el caso como parte civil afectada. Piombetti y su cómplice ahora tienen que pagar US$21.000 adicionales en reparaciones civiles a ABC como reparación por el daño causado a su trabajo de conservación. Los fondos se invertirán directamente en la investigación, la concienciación y la conservación de los cactus, según Cattabriga.
"Estamos dando a las plantas un derecho, un derecho a no ser destruidas, porque son seres vivos", dice Cattabriga.
"Con demasiada frecuencia, la naturaleza misma no obtiene justicia en los crímenes contra la biodiversidad", afirma Jacob Phelps, profesor de cambio ambiental tropical y política en la Universidad de Manchester y cofundador de la organización de derecho de la biodiversidad Conservation-Litigation.org, que asesoró en el caso.
El resultado del caso sienta un precedente para crear un sistema de retribución por el daño causado al medio ambiente, afirma.
"Pensamos en esto como una nueva ola de litigios verdes", dice Phelps.
Pero González y Castillo, que patrullan el desierto como custodios voluntarios del Copiapoa, tienen dudas sobre su futuro. "No creo en cuentos de hadas. Le digo las cosas como son", dice González.
Aunque los voluntarios esperan que el resultado del juicio ayude a concienciar sobre los peligros de la caza furtiva de especies salvajes, saben que el veredicto está lejos de ser una panacea.
Durante nuestro viaje de una tarde por el desierto, solo nos cruzamos con otros cuatro coches. Cualquiera podría bajarse de su vehículo y cortar en pedazos millones de años de evolución, adaptación y resiliencia de las especies. Pasarían desapercibidos.
Y las sequías seguirán encogiendo las plantas desde dentro, sin importar cuántas veces los Caminantes salgan al desierto abierto con sus regaderas.
Aún así, hay emoción en sus ojos cuando el sol comienza a ocultarse y llegan a su destino final del día. En un desnivel entre dos cerros de la costa, donde la niebla es tan espesa que parece que el cielo se ha acercado más a la Tierra, hay Copiapoa por todas partes.
Toda esta franja occidental de tierra está salpicada de raras suculentas. Algunas tienen hasta 20 ramas gruesas llenas de agua y otras parecen pequeñas plantas de apenas un par de años. Varias han florecido en los últimos días y otras están a punto de florecer de nuevo.
"Hemos encontrado uno", dice Castillo, señalando un Copiapoa que está siendo polinizado por una pequeña hormiga roja, justo cuando echamos un vistazo en el interior de su flor.
Haz clic aquí para leer más historias de BBC News Mundo.
Suscríbete aquí a nuestro nuevo newsletter para recibir cada viernes una selección de nuestro mejor contenido de la semana.
También puedes seguirnos en YouTube, Instagram, TikTok, X, Facebook y en nuestro canal de WhatsApp.
Y recuerda que puedes recibir notificaciones en nuestra app. Descarga la última versión y actívalas.
Mensaje de response para boletines
Comentarios