
Mientras regresa al pop con su séptimo álbum, Mayhem, Lady Gaga reflexiona sobre su personaje público y la soledad de la fama.
Nadie quiere estar solo y ser una estrella del pop es un trabajo muy solitario. Si no, pregúntale a Lady Gaga.
Su ascenso a la fama en 2009-2010 no se parecía a nada que hubiéramos visto antes. Fue una de las primeras estrellas del pop en aprovechar el poder de internet y parecía existir en medio de una avalancha permanente de fotos de TMZ y blogs de chismes.
Su apetito era voraz. En tres años, probó tantos looks y sonidos que un crítico escribió que "estaba superando a lo que hizo Madonna en su carrera".
Y a medida que su fama crecía, los titulares se volvían más desquiciados. Que "organizó un ritual satánico en un hotel de Londres...", que era "hermafrodita en secreto...", que "planeaba cortarse una pierna por moda...".
Cuando asistió a los Premios MTV de 2010 con un vestido hecho completamente de carne, nadie pareció entender la broma: Gaga se estaba presentando como forraje para los tabloides, como si estuviera ahí para ser consumida.
En el escenario, sus fans -autodenominados little monsters ("pequeños monstruos")- la adoraban. Pero cualquiera que no sea un megalómano sabe que ese tipo de adulación es una ilusión lejana.
"Estoy sola, Brandon. Todas las noches", le dijo Gaga a su estilista en el documental de 2017, Five Foot Two (el título alude a su altura).
"Paso de que todo el mundo me toque y me hable todo el día, a un silencio total".
Gaga, que ahora tiene 38 años y está felizmente comprometida con el empresario tecnológico Michael Polansky, admite que esos años de soledad la asustaron.
"Creo que mi mayor miedo era hacer esto sola: vivir la vida sola", le dice a la BBC.
"Y creo que el mayor regalo ha sido conocer a mi compañero, Michael, y estar en este caos con él".
Están juntos desde 2020 y revelaron su compromiso en el Festival de Cine de Venecia en septiembre pasado, donde Gaga lució por primera vez en público su anillo de compromiso de un millón de dólares.
La pieza es deslumbrante, con un enorme diamante de talla ovalada engastado en una banda pavé de diamantes de oro blanco y rosa de 18 quilates.
Gaga también luce un anillo más pequeño y discreto, con unas cuantas briznas de hierba engastadas en resina. Resulta que este es el anillo realmente especial.
"Michael me propuso matrimonio con estas briznas de hierba", revela.
"Hace mucho tiempo, estábamos en el patio trasero y él me preguntó: 'Si alguna vez te propusiera matrimonio, ¿cómo lo haría?'.
"Y yo le dije: 'Simplemente coge una brizna de hierba del patio trasero y envuélvela alrededor de mi dedo y eso me hará muy feliz'".
Fue un gesto profundamente romántico que estuvo teñido de tristeza. El patio trasero de Gaga en Malibú era el lugar donde se casó su amiga íntima Sonja Durham poco antes de que muriera de cáncer en 2017.
"Hubo mucha pérdida, pero esta cosa feliz estaba sucediendo para mí", recuerda sobre la propuesta de Polansky.
"Comprometerme a los 38 años... estaba pensando en lo que había costado llegar a este momento".
Esos sentimientos finalmente dieron forma a una canción de su nuevo álbum Mayhem (desorden, caos).
Llamada (naturalmente) Blade of Grass, la obra encuentra a la estrella cantando sobre un "beso de amantes en un jardín hecho de espinas" y la promesa de amor en un momento de oscuridad.
Ella lo llama un "agradecimiento" a su pareja. Y los fans podrían tener una razón para darle las gracias también.
El nuevo álbum Mayhem marca el regreso a toda máquina de Gaga al pop, después de un período en el que estuvo preocupada por su carrera cinematográfica y álbumes derivados que incursionaron en el jazz y el cancionero clásico estadounidense.
Hablando con Vogue el año pasado, la cantante reveló que fue su prometido quien la empujó en esa dirección.
"Él me dijo: 'Cariño, te amo. Tienes que hacer música pop'", dijo.
"En la gira de Chromatica vi que había fuego en ella", añadió Polansky. "Quería ayudarla a mantenerlo vivo todo el tiempo y que empezara a hacer música que la hiciera feliz".
Con ese enfoque, el álbum regresa al sonido impactante de los primeros éxitos de Lady Gaga, como Poker Face, Just Dance y Born This Way.
En su último single, Abracadabra, incluso retoma el galimatías "roma-ma-ma" de Bad Romance, aunque esta vez hay una referencia a la muerte, mientras canta "morta-ooh-Gaga".
En la portada del álbum, su rostro se refleja en un espejo roto. En los videos, se enfrenta a versiones anteriores de ella misma.
Hay una sensación abrumadora de que la artista Stefani Germanotta está reflexionando sobre la personalidad escénica que ella misma creó.
Todo llega a un punto crítico en una canción llamada Perfect Celebrity, donde canta: "Me convertí en un ser notorio", una letra que, como el vestido de carne anterior, la despoja de su humanidad.
"Esa es probablemente la canción más enojada sobre la fama que he escrito jamás", expone.
"Creé esta personalidad pública en la que realmente me estaba convirtiendo en todos los sentidos, y mantener esa dualidad, saber dónde empiezo y dónde termina Lady Gaga, fue realmente un desafío".
"Me deprimió un poco", admite.
¿Cómo concilió el lado público y privado de su vida?
"Creo que de lo que realmente me di cuenta es que es más saludable no tener una línea divisoria e integrar esas dos cosas en un ser humano completo", dice.
"Lo más saludable para mí fue asumir que soy una artista mujer y que vivir una vida artística fue mi elección".
"Soy una amante de la composición de canciones. Soy una amante de hacer música, de ensayar, de la coreografía, de la puesta en escena, del vestuario, de la iluminación, de montar un espectáculo", explica.
"Eso es lo que significa ser Lady Gaga. Es la artista que está detrás de todo".
En entrevistas anteriores, la cantante ha hablado de cómo se distanció de Lady Gaga. Durante un tiempo, creyó que el personaje era responsable de todo su éxito y que ella no había aportado nada.
Mayhem marca el momento en el que ella recupera la propiedad de su música, no sólo de "Lady Gaga" sino de otros productores y escritores en su órbita.
"Cuando era más joven, la gente intentaba atribuirse el mérito de mi sonido o de mi imagen, [pero] todas mis referencias, toda mi imaginación de lo que podría ser la música pop, venía de mí.
"Tenía muchas ganas de volver a visitar mis inspiraciones anteriores y mi carrera y asumirla como mi invención, de una vez por todas".
Desde el principio, quedó claro que Gaga estaba entusiasmada con esta nueva etapa.
El pasado verano boreal, después de actuar en la ceremonia de apertura de los Juegos Olímpicos, salió a las calles de París y tocó demos anticipados de su nueva música para los fans que se habían reunido afuera de su hotel.
Fue una decisión tomada en el momento, pero marcó otro esfuerzo por restaurar la espontaneidad de su carrera temprana.
"Esto es algo que he hecho durante casi 20 años, donde les tocaba mi música a mis fans mucho antes de que saliera", dice.
"Solía, después de mis shows, invitar a mis fans al backstage, pasábamos el rato juntos y les tocaba demos para ver qué pensaban de la música.
"Estoy segura de que puedes imaginar que, después de 20 años, no esperas que la gente siga apareciendo para escuchar tu música y estar emocionada de verte. Por eso, solo quería compartirlo con ellos, porque estaba emocionada de que estuvieran allí".
La nueva música de Gaga es un regreso al europop maximalista y estremecedor de sus primeros días.
Como entrevistador, este es un momento en el que también se cierra el círculo para mí.
La última vez que entrevisté a Lady Gaga fue en 2009, cuando Just Dance alcanzó el número uno en Reino Unido.
En aquel entonces, estaba mareada de emoción, charlando con entusiasmo sobre su amor por John Lennon, llamándose a sí misma una "adicta" por el té inglés y prometiendo enviarme por correo electrónico un MP3 de Blueberry Kisses, una canción inédita que, de manera bastante brillante, trataba sobre realizar un acto sexual mientras tu aliento huele a café con sabor a arándanos.
Con el paso de los años, he visto que sus entrevistas se volvían más cautelosas. Usaba trajes extravagantes o gafas de sol negras como el azabache, poniendo deliberadamente una barrera entre ella y el periodista.
Pero la Gaga que vi esta vez en Nueva York es la misma con la que hablé hace 16 años: cómoda consigo misma y rebosante de entusiasmo.
Ella atribuye esa facilidad a "crecer y vivir una vida plena".
"Estar ahí para mis amigos, estar ahí para mi familia, conocer a mi increíble prometido: todas estas cosas me hicieron una persona completa, en lugar de que lo más importante fuera mi personalidad en el escenario", expresa.
Con un aire de finalidad, añade: "Quería que Mayhem tuviera un final. Quería que el caos se detuviera.
"Me alejé del icono. Termina con amor".
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