
El cantante venezolano, que tiene 10 años de carrera, decidió migrar a Estados Unidos en busca de nuevos proyectos como artista; ingresó al país mediante la app del CBP ONE y solicitó TPS. Aunque no tiene antecedentes penales en Venezuela ni Chile, donde también emigró, fue enviado al CECOT acusado de pertenecer al Tren de Aragua.
“Pronto vamos a estar juntos para siempre”. Esas fueron las últimas palabras que el cantante venezolano Arturo Suárez Trejo le expresó a su esposa, Nathali Sánchez, antes de ser deportado desde Estados Unidos hacia el Centro de Confinamiento del Terrorismo (CECOT) en El Salvador, acusado de pertenecer a la banda transnacional Tren de Aragua.
Arturo, de 33 años de edad, salió de Venezuela en 2017 impulsado por la crisis económica y humanitaria, y sus incansables ganas de sacar adelante su carrera musical.
Llegó a Colombia. Aunque tuvo varios empleos, nunca dejó de lado su sueño de dedicarse por completo a la música. Luego de cuatro años, decidió emigrar hacia Chile, donde conoció a su esposa.
Arturo combinó su responsabilidades laborales con la música. Siempre invertía en su carrera para crecer, evolucionar y ayudar a otros en sus procesos. Ese ímpetu lo impulsó a crear un movimiento con cantantes emergentes y a organizar eventos para dar a conocer su talento.
“Él siempre se ha dedicado 100% a la música. Tiene 10 años de carrera. Él es una persona muy visionaria. Aquí en Chile, Arturo creó el movimiento y empezamos a realizar eventos. Le llamamos Íntimos de verano. Hicimos cuatro versiones donde se presentaron artistas emergentes; para muchos de ellos fue su primera tarima. La idea de este movimiento era darnos a conocer aquí en Chile. Hicimos Íntimo de verano, Íntimo de otoño, Íntimo de invierno e Íntimo de primavera”, expresó su esposa a El Nacional.
Al terminar la edición de esos ciclos, Arturo decidió migrar a Estados Unidos en busca de nuevos proyectos como artista, sin imaginar que terminaría encarcelado en El Salvador.
“Se le presentó la oportunidad de irse a Estados Unidos. Su hermano, que está allá, lo ayudó con los pasajes. De hecho, nos íbamos a ir los dos, pero yo salí embarazada. Él aprovechó la oportunidad para crecer en la música, era mucho más fácil allá”, recordó la esposa.
El cantante ingresó a Estados Unidos mediante la aplicación del CBP ONE y aplicó al Estatus de Protección Temporal en Estados Unidos, conocido como TPS por sus siglas en inglés.
Pronto se involucró en la escena artística local y comenzó a organizar encuentros junto con otras personas, marcas y empresas interesadas en el género urbano.
Pero el 8 de febrero su vida cambió para siempre.
Ese día, Arturo se encontraba en una casa en Raleigh, Carolina del Norte, para grabar un videoclip musical, cuando el Servicio de Inmigración y Control de Aduanas de Estados Unidos (ICE) comenzó una redada. Lo detuvieron junto con todas las personas que estaban en el lugar.
“Yo tenía muchos días que no sabía de él. Necesitaba comunicarme porque mi bebé estaba enferma, tenía fiebre y yo estuve muy preocupada. Después, él logró comunicarse conmigo. Buscamos un abogado que nos indicó primero que lo ingresaron en una comisaría. Allí hicieron las investigaciones correspondientes y comprobaron que no tenía ningún cargo federal, ningún delito”.
Luego de ello, el caraqueño fue trasladado a la prisión Stewart Detention Center, en Lumpkin, Georgia, un centro de detención para sospechosos de ser inmigrantes ilegales.
Nathali explicó que el abogado pidió la liberación bajo fianza de Arturo, pero le fue negada porque no existía ningún delito en su contra. Luego, trató de pedir su salida voluntaria del país, pero le indicaron que debía esperar la fecha de presentación ante un juez pautada para el próximo 2 de abril. Sin embargo, el 9 de marzo lo trasladaron a El Valle Detention Center, en Texas.
Nathali afirmó que, pasados unos días, Arturo la llamó para decirle que tenía fiebre y tosía sangre, lo cual le causó gran alarma e inquietud.
“Él me dijo que no lo atendieron, que los trataban muy mal. Y me dijo: ‘Yo no entiendo por qué me tratan como una basura. Yo no hice nada malo, yo hice todos mis papeles, todo el trámite correspondiente. Yo no entiendo. Perdóname por irme, perdóname por dejarlas solas’”, recordó Nathali con gran tristeza.
Desde entonces, Nathali siente dolor e impotencia.
“Pensábamos que era una espera, presentarse ante el juez para ver si lo deportaban o peleaba su caso. Él ya había decidido irse de Estados Unidos, él no quería estar más allá. Él quería su deportación a Venezuela. Sigo sin entender por qué se lo llevaron a El Salvador y lo quieren vincular con el Tren de Aragua cuando supuestamente no tenía ningún delito federal. De lo contrario estaría en una cárcel con personas que cometieron otros delitos”.
Nathali recordó que el 14 de marzo Arturo la llamó contento porque lo iban a deportar a Venezuela. Nunca ocurrió.
Ese día, les ordenaron formarse en la cárcel y permanecieron allí durante varias horas. Luego les comunicaron que el vuelo de deportación había sido cancelado por condiciones climáticos. “Seguramente salimos mañana o el domingo”, le dijo Arturo a su esposa. Esa fue la última vez que oyó su voz.
Luego, le envió un mensaje de texto a través de una aplicación que usaba para comunicarse con Nathali y le dijo: “Pronto vamos a estar juntos para siempre”.
“Eso fue lo último que supe de él. Después, yo estaba esperando la noticia de que un avión aterrizara en Venezuela con los deportados y esa noticia nunca llegó. Llegó la de El Salvador”.
Estados Unidos trasladó a Arturo, junto con otros 237 venezolanos, a una cárcel salvadoreña luego de que el presidente Donald Trump invocara una ley de más de 200 años de antigüedad que permite expulsiones de "enemigos externos" sin juicio previo.
A los venezolanos le raparon el cabello y la barba para su posterior reclusión en la prisión de máxima seguridad, conocida como una de las "cárceles más duras del mundo", inaugurada en 2023, en medio de la guerra contra las pandillas que inició Bukele en El Salvador, uno de los países con mayores índices de criminalidad en aquel entonces.
De acuerdo con un memorando del Ministerio de Relaciones Exteriores salvadoreño, al que obtuvo acceso la agencia de noticias Associated Press, Estados Unidos pagará seis millones de dólares a El Salvador por mantener en sus cárceles a alrededor de 300 presuntos miembros de la banda el Tren de Aragua, a la que Trump declaró como una organización terrorista.
“Cuando vi eso, no lo creía. Yo dije: ‘Bueno, seguramente son otras personas’. Y cuando estoy leyendo una noticia, de curiosa, le doy zoom a una foto y era él”, dijo Nathali con voz entrecortada.
Lo identificó por un colibrí que tiene tatuado en el cuello, además de la frase: “La salvación es individual”.
De inmediato, un abogado en El Salvador la contactó para ayudarla con el caso, pero sus esfuerzos fueron infructuosos. Al llegar al CECOT le negaron la asistencia a cualquier venezolano.
“No lo dejaron comunicarse con mi esposo y tampoco tiene derecho el abogado a obtener información de por qué él está ahí. Ni siquiera los familiares podemos hacerlo. Esto es una injusticia porque a él ni siquiera lo presentaron ante un juez. Esto ha sido muy duro para mí. Estoy haciendo todo lo posible para demostrar que él es inocente. Su objetivo siempre ha sido trabajar para su familia. Es un buen hermano, un buen esposo, un buen amigo”.
Nathali solo pide justicia y la la libertad a su esposo. “Que hagan todas las investigaciones que quieran hacer, pero que la hagan de verdad porque nunca la hicieron, y ahí se van a dar cuenta de que él no es un delincuente”.
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