
El poder económico y político que la firma dirigida por el multimillonario Larry Fink ha acumulado durante casi cuatro décadas es gigantesco. ¿Cuál es su negocio?
Sin que lo sepas, es posible que el dinero de tu pensión esté en sus manos.
BlackRock, el mayor fondo de inversión del mundo, maneja más dinero que el Producto Interno Bruto de todos los países del mundo, salvo Estados Unidos y China.
El gigante, en representación de sus clientes, es uno de los principales accionistas de empresas como Apple, Walmart, o las farmacéuticas Pfizer, Merck, y Johnson & Johnson.
¿Cuál es su negocio? Invertir los fondos que le confían sus clientes, entre ellos, instituciones financieras, compañías de seguros, bancos centrales, fondos soberanos, fondos de pensiones y familias adineradas.
Con más de 11 billones de dólares bajo su administración, las decisiones que toma BlackRock pueden mover montañas. No son literalmente propietarios de todo ese dinero, pero como pueden decidir dónde se invierte, se suele decir que controlan una parte importante del sistema financiero internacional, o que son "los dueños del mundo", por su gigantesco poder e influencia.
Y no es el único. BlackRock junto a Vanguard y State Street son conocidos como "Los Tres Grandes" en el mundo de las finanzas, tras convertirse en los mayores fondos de gestión de activos del mundo.
Sus respectivos directores ejecutivos, Larry Fink, Salim Ramji, y Ronald O'Hanley, son considerados por muchos analistas de mercado como unos de los grandes poderes en la sombra, razón que explicaría por qué probablemente no hayas escuchado hablar de ellos.
Símbolo del éxito empresarial para algunos, o de una peligrosa oligarquía económica para otros, "Los Tres Grandes" son parte de un exclusivo grupo en el que también participan otras empresas como Fidelity Investments, Morgan Stanley o Goldman Sachs.
Esta semana BalckRock anunció un acuerdo comercial (que incluye la participación de Global Infrastructure Partners y Terminal Investment) para adquirir la firma china CK Hutchison, con sede en Hong Kong, dueña de decenas de puertos en 23 países, incluidas las terminales portuarias de Balboa y Cristóbal, adyacentes al Canal de Panamá, en una operación valorada en US$19,000 millones.
El acuerdo llega después de que el presidente de Estados Unidos, Donald Trump, amenazara al gobierno panameño con recuperar el control del canal que el país centroamericano tiene desde 1999, alegando que está controlado por China.
Los puertos, situados en ambos extremos de la vía fluvial, han estado en el centro de las tensiones políticas entre los gobiernos de Panamá y Estados Unidos, tras las críticas de Trump a la presunta injerencia china en la zona.
Si se completa, la compra de los puertos panameños podría contribuir en gran medida a aliviar las preocupaciones del gobierno estadounidense, dicen expertos.
El multimillonario Larry Fink, director ejecutivo de BlackRock, se habría comunicado directamente con la Casa Blanca para comentarle sus planes de adquirir los dos puertos panameños, según publicó Bloomberg.
El acuerdo "refleja una extraordinaria confluencia entre la visión de 'Estados Unidos Primero' de Trump y la búsqueda global de ganancias de Wall Street", señala el artículo.
El mismo día que se anunció el acuerdo comercial, Trump lo elogió públicamente en un discurso.
"Justo hoy, una gran empresa estadounidense anunció que comprará los dos puertos que rodean el Canal de Panamá", dijo el presidente el 4 de marzo.
"El Canal de Panamá fue construido por estadounidenses, para estadounidenses, no para otros", agregó.
¿Quiénes son los dueños de BlackRock? Un grupo de inversores entre los que se encuentran otros bancos y fondos de inversión como Vanguard y State Street, los mismos que forman parte de "Los Tres Grandes".
Como si se tratara de una maraña de fondos que a su vez son dueños de otros fondos, los cuales a su vez tienen participación en los activos que manejan los demás, pareciera ser que los grandes capitales se mueven dentro del mismo círculo.
La junta directiva de BlackRock, encargada de tomar las decisiones de la empresa, está liderada por su presidente y director ejecutivo, Larry Fink, junto a otros 16 miembros.
Con la enorme cartera de inversiones que posee a lo largo y ancho del planeta, y sus extrechas conexiones con gobiernos de todos los colores, ¿qué hay de cierto en lo que dicen algunos de que "son los dueños del mundo"?
"No es una idea descabellada", dice Graham Steele, académico de la Facultad de Derecho de la Universidad de Stanford, quien lideró la Oficina de Instituciones Financieras del Departamento del Tesoro de EUA (OFI, por sus siglas en inglés) hasta enero de 2024.
"BlackRock ha acumulado un poder financiero descomunal", argumenta Steele en diálogo con BBC Mundo.
"Son tan poderosos como algunas naciones soberanas", señala el experto, incluso antes de considerar el valor estratégico de algunos de los activos que poseen.
Ese poder financiero viene de reunir billones de dólares de inversiones de trabajadores y empresas y usar esos fondos para controlar grandes corporaciones e infraestructura física estratégicamente importante, explica Steele.
Y junto al poder económico, el mayor fondo de inversión del mundo, acumula un enorme poder en el terreno político en EUA y otros países en los que ha invertido.
"Ejerce influencia política a través de un lobby agresivo", comenta Steele, al crear relaciones con funcionarios gubernamentales y prestar servicios a agencias de gobierno.
Según su análisis, BlackRock es una versión moderna de los poderosos "trusts" (fideicomisos basados en un acuerdo para que una persona o una entidad administre los activos de otra) que existieron a inicios del siglo XX.
Ese tipo de acuerdos comerciales, apunta, dieron origen a algunas de las leyes antimonopolio fundamentales de Estados Unidos, enfocadas en regular la concentración del poder económico, dice Steele.
Desde que se fundó en Nueva York en 1988, BlackRock siempre ha estado en la primera fila de los grandes acontecimientos.
Cuando la Reserva Federal necesitó la ayuda de Wall Street para su plan de rescate durante la pandemia, acudió directamente a Larry Fink.
Y así también ocurrió después de la crisis financiera de 2008, cuando la Reserva Federal contrató a BlackRock para deshacerse de los títulos hipotecarios tóxicos de algunos bancos.
En los últimos años, la firma ha intentado proyectar una imagen de liderazgo en materia ambiental, social y de gobierno corporativo, pero sus detractores señalñan que se trata tan solo de marketing.
Las críticas más recurrentes señalan que la firma opera con un doble estándar: habla de compromiso con el cambio climático y continúa invirtiendo en combustibles fósiles; predica la libertad en los mercados, pero distorsiona la competencia por su gigantesco tamaño.
Tampoco favorecen su imagen sus gigantescas inversiones en la industria armamentística y en empresas acusadas de violar los derechos humanos.
En EUA, algunos desde el Partido Republicano acusan a BlackRock de ser una empresa "woke", es decir, demasiado liberal para los estándares tradicionales. Incluso estados como Virginia Occidental, Florida y Luisiana, han evitado hacer negocios con BlackRock por considerarla negativamente progresista.
A los conservadores les molesta que BlackRock se haya mostrado flexible en temas como equidad racial y de género, o abierto a conversar sobre límites de emisiones.
Por otro lado, en Wall Street, las firmas más pequeñas ven a BlackRock como invencible y pese a las advertencias sobre posibles prácticas anticompetitivas, el fondo de inversión continúa expandiéndose.
En Europa y otras regiones del mundo, el fondo es visto con recelo por las inversiones que ha realizado en sectores estratégicos, como el de la energía o las telecomunicaciones, y por las adquisiciones que ha realizado, por ejemplo, de empresas públicas en países con finanzas públicas en crisis.
Ahora, con Donald Trump en la Casa Blanca, cuyas políticas apuntan a desregular los mercados, y tras el acuerdo comercial elogiado por el presidente para hacerse con el control de los puertos panameños, pareciera que BlackRock tiene una vez más el terreno fértil para seguir consolidando su poder.
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