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Conoce los primeros síntomas del cáncer infantil que no debes ignorar

La falta de diagnóstico oportuno y la interrupción de los tratamientos siguen siendo factores que dificultan la recuperación de los pacientes; por ello, toma nota de los síntomas que pueden revelar un problema canceroso en menores de edad.

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El cáncer infantil es una condición poco común, pero su impacto en las familias es significativo. A nivel mundial, los resultados son más favorables cuando la enfermedad se identifica en etapas iniciales. 

El Dr. Yan Carlos Vargas Caycho, médico radioncólogo y director de Oncodrip, señala que “8 de cada 10 pequeños se curan siempre y cuando sea tratado en forma precoz”. Esto resalta la importancia de realizar controles médicos regulares para detectar posibles signos tempranos.

El 15 de febrero se conmemora el Día Internacional del Cáncer Infantil, cuyo símbolo es un listón amarillo.

Tipos más frecuentes de cáncer infantil

El cáncer en niños no se presenta como una sola enfermedad, sino como un conjunto de patologías que afectan distintos órganos y sistemas del cuerpo.

La oncóloga pediatra Esmeralda León, de la Clínica Ricardo Palma, indica que el tipo más común es la leucemia, en especial la leucemia linfática aguda. Esta enfermedad compromete la producción normal de células sanguíneas, afectando la capacidad del organismo para combatir infecciones. Sus manifestaciones incluyen fatiga intensa, palidez, aparición de hematomas sin motivo aparente y fiebre prolongada.

Otro tipo frecuente es el cáncer en el sistema nervioso central, considerado una de las principales causas de mortalidad infantil por esta enfermedad. Estos tumores pueden desarrollarse en el cerebro o la médula espinal, generando síntomas que varían según su localización. “Los signos más comunes incluyen dolor de cabeza persistente, vómitos sin causa aparente, alteraciones en la visión, convulsiones y cambios en el comportamiento”, menciona el Dr. Juan García, oncólogo pediatra de la Clínica Anglo Americana.

Los linfomas también son frecuentes en la infancia y afectan el sistema linfático. Se dividen en linfoma de Hodgkin y linfoma no Hodgkin. Entre sus síntomas destacan el aumento anormal de ganglios linfáticos, fiebre prolongada, sudoración nocturna y pérdida de peso sin razón aparente. “El linfoma puede ser difícil de detectar en sus primeras etapas porque sus síntomas pueden confundirse con infecciones comunes”, advierte García.

En menores de cinco años, el neuroblastoma es otro de los diagnósticos recurrentes. Se desarrolla en el sistema nervioso simpático y se caracteriza por fiebre, dolor óseo y un crecimiento anormal en el abdomen. Además, el retinoblastoma, que afecta la retina de niños pequeños, puede identificarse mediante la presencia de leucocoria (un reflejo blanco en la pupila) o estrabismo.

Signos de alerta ante el cáncer infantil

Es clave que los padres y cuidadores estén informados sobre los síntomas que podrían indicar la presencia de cáncer en un niño. “Muchos de estos signos pueden parecer comunes en niños sanos, pero cuando persisten o se presentan en combinación, deben ser evaluados por un especialista”, señala la oncóloga pediatra Esmeralda León.

Entre los signos más frecuentes se encuentran:

  • Fiebre persistente por más de una semana sin causa aparente. “Una fiebre prolongada sin origen infeccioso es una señal de alerta importante”, menciona el Dr. García.
  • Manchas moradas en la piel sin antecedentes de golpes. “Estos pueden indicar una alteración en la coagulación sanguínea, característica de algunos tipos de leucemia”, añade Vargas Caycho.
  • Bultos en diferentes partes del cuerpo. “Ganglios inflamados sin causa aparente pueden estar relacionados con linfomas”, advierte García.
  • Aumento del volumen abdominal sin razón clara. “Un crecimiento abdominal anormal puede ser una señal de neuroblastoma”, menciona León.
  • Vómitos constantes, especialmente en las mañanas, junto con dolor de cabeza. “Cuando los vómitos no están asociados a infecciones y son frecuentes, pueden ser indicio de un tumor cerebral”, explica García.
  • Cansancio extremo y pérdida de interés en actividades diarias. “Los niños con cáncer pueden mostrarse más cansados de lo normal y perder interés en sus actividades diarias”, menciona Vargas Caycho.
  • Pérdida de peso notable en poco tiempo. “Si un niño pierde peso de manera repentina sin cambios en su alimentación o actividad física, debe ser evaluado”, advierte León.
  • Dolor en huesos o articulaciones sin motivo aparente. “El dolor óseo persistente puede estar relacionado con leucemias y otros cánceres óseos”, explica García.
  • Moretones frecuentes o sangrados inusuales. “Si un niño presenta moretones sin haberse golpeado o tiene sangrados frecuentes, es necesario hacer una evaluación hematológica”, destaca Vargas Caycho.
  • Palidez excesiva. “Una palidez pronunciada puede ser signo de anemia relacionada con leucemia”, menciona León.
  • Dolor de cabeza recurrente sin mejoría con analgésicos. “El dolor de cabeza persistente, acompañado de vómitos o alteraciones en la visión, requiere una evaluación neurológica”, enfatiza García.

El Dr. García añade que en niños menores de cinco años el neuroblastoma suele manifestarse con fiebre, dolor óseo y crecimiento en el abdomen, mientras que el retinoblastoma se detecta por la presencia de estrabismo o leucocoria (reflejo blanco en el ojo). “El diagnóstico temprano marca la diferencia en las tasas de curación, por lo que ante cualquier sospecha es esencial acudir a un especialista”, concluye León.

Tratamientos disponibles para el cáncer infantil

  • Los avances médicos han permitido desarrollar tratamientos que han mejorado significativamente las tasas de recuperación en niños con cáncer. “La ciencia ha evolucionado, permitiendo tratamientos más efectivos y menos agresivos para los niños”, señala el Dr. Vargas Caycho. Entre los enfoques terapéuticos disponibles se encuentran:
  • Quimioterapia: principal estrategia utilizada, basada en fármacos que destruyen las células cancerosas. “Es fundamental en la mayoría de los casos, pero requiere monitoreo constante debido a sus efectos secundarios”, menciona García.
  • Cirugía: se emplea cuando el tumor puede ser extirpado sin comprometer órganos esenciales. “En ciertos tipos de cáncer, la cirugía puede ser la primera opción, especialmente si el tumor está localizado”, dice León.
  • Radioterapia: método utilizado para eliminar células malignas en tumores localizados. “Este tratamiento se usa con cautela en niños, ya que el cuerpo infantil aún está en desarrollo”, señala García.
  • Inmunoterapia: estrategia que fortalece el sistema inmunológico para combatir el cáncer, con menores efectos adversos en comparación con la quimioterapia. “Está revolucionando el tratamiento oncológico pediátrico, mejorando la calidad de vida de los pacientes”, agrega Vargas Caycho.
  • Terapia dirigida: uso de fármacos especializados que atacan solo las células malignas. “Este enfoque permite tratamientos más personalizados y efectivos”, explica León.

Uno de los tratamientos recientes con resultados prometedores es la inmunoterapia con naxitamab, utilizada para tratar el neuroblastoma. “Su uso ha permitido mantener a los pacientes en remisión completa, con un perfil de toxicidad significativamente menor”, resalta García. También se ha desarrollado la quimioterapia intraarterial oftálmica para el retinoblastoma, que permite administrar el medicamento directamente en el ojo afectado, reduciendo efectos secundarios.

En la actualidad, la investigación en terapia génica continúa avanzando, buscando modificar células defectuosas para restaurar su función normal. “La medicina de precisión avanza rápidamente, lo que nos permite diseñar tratamientos a la medida del paciente”, concluye Vargas Caycho.

El éxito del tratamiento depende no solo de la tecnología médica, sino también del acceso a atención temprana y del apoyo familiar durante el proceso.

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