La tarea de dejar de fumar también puede convertirse en una ardua batalla entre el consumidor y el tabaco.
El número de fumadores está disminuyendo poco a poco entre las personas más jóvenes. Sin embargo, el auge de los cigarrillos electrónicos indica que los riesgos para la salud del consumo de productos con nicotina son desconocidos para parte de la sociedad. Esta sustancia, que es la que “engancha”, tiene efectos perjudiciales para la salud. Además, también son peligrosos otros componentes del tabaco y de los cigarrillos electrónicos.
Para las autoridades sanitarias, el consumo de tabaco sigue siendo un problema de salud a nivel mundial. En España se mantiene como la segunda droga más usada, solamente precedida por el alcohol. No obstante, el consumo del tabaco en adolescentes está disminuyendo progresivamente desde 2006. En contraste, durante los últimos 10 años se ha visto entre la población más joven un rápido aumento del uso de cigarrillos electrónicos, mal llamados vapers por la apariencia blanquecina del humo que despiden. Aunque parece vapor de agua, el color de este humo se debe a la glicerina que contienen.
El uso de vapers en la población adulta puede ser una ayuda para dejar de fumar. Sin embargo, su utilización por adolescentes se ha asociado con el inicio y/o con un aumento del consumo de tabaco.
El tabaco, junto al alcohol, está muy aceptado en la sociedad. Este hecho, combinado con las sensaciones negativas que aparecen cuando se deja de fumar, hace que los consumidores se planteen si vale la pena el esfuerzo.
La nicotina presente en el tabaco y en los cigarrillos electrónicos tiene un gran potencial adictivo, ya que actúa sobre el cerebro. Su uso puntual genera sensaciones placenteras porque la nicotina provoca la liberación de dopamina, que es uno de los denominados “neurotransmisores de la felicidad”. Sin embargo, su consumo repetido altera el funcionamiento de diferentes circuitos cerebrales.
Como consecuencia de estas alteraciones, el consumo de nicotina se mantiene a lo largo del tiempo. Además, estos cambios en el cerebro también son los responsables de los síntomas desagradables que aparecen cuando se deja de consumirla.
Los efectos de la nicotina en el cerebro dependen en gran medida de la edad de la persona que la consume. Varios estudios indican que usar nicotina durante la etapa en la que el cerebro está en desarrollo (hasta el final de la adolescencia), provoca que este funcione mal en el futuro. En concreto, fumar durante la adolescencia aumenta el riesgo de padecer enfermedades psiquiátricas y alteraciones cognitivas durante la vida adulta. Además, los fumadores adolescentes sufren problemas de atención que se agravan con los años de consumo de tabaco.
Sin embargo, a diferencia de lo que sucede otras sustancias de abuso como el alcohol o la cocaína, se han descrito efectos beneficiosos de la nicotina en el cerebro adulto. Si bien diferentes estudios indican que el consumo habitual de tabaco disminuye el volumen cerebral y aumenta la inflamación y el estrés en el cerebro, también se ha visto que mejora algunos procesos cognitivos.
A pesar de estos beneficios, el consumo de nicotina tiene efectos negativos sobre el resto del cuerpo. Su uso prolongado se ha relacionado con la inflamación y el endurecimiento de las arterias.
Tampoco podemos obviar que la nicotina no es el único componente activo del tabaco ni de los cigarrillos electrónicos. El tabaco contiene gases tóxicos y metales pesados con efectos perjudiciales para los sistemas nervioso, respiratorio y cardiovascular, que pueden provocar distintos tipos de cáncer.
Aun así, el lector no debe justificar el consumo de vapers por la creencia de que contienen menos sustancias dañinas que el tabaco. De hecho, su toxicidad no es nada despreciable. Si bien los primeros estudios que analizaron su seguridad los catalogaron como un “95 % más seguros que el tabaco”, el producto que llega al consumidor en la actualidad no es el mismo que se estudió entonces.
Los cigarrillos electrónicos contienen algunos componentes que pueden dañar el funcionamiento celular. Así, el propilenglicol, que es la sustancia más abundante de estas sustancias, causa inflamación en los pulmones. En resumen, aunque la probabilidad de desarrollar cáncer por el consumo de vapers se considera bastante baja, su efecto a largo plazo en el organismo todavía no se puede predecir.
La tarea de dejar de fumar puede convertirse en una ardua batalla entre el consumidor y el tabaco. Así, durante el síndrome de abstinencia –coloquialmente llamado mono– de nicotina aparecen síntomas desagradables, tanto emocionales como físicos. Entre los de tipo emocional se encuentran la irritabilidad, el insomnio, la ansiedad, la falta de concentración, la agitación o la fatiga. Algunos de los síntomas físicos son el estreñimiento, la ganancia de peso y el aumento de la tos y de las expectoraciones.
Considerando lo anterior, parece lógico que una persona adulta consumidora habitual de nicotina, en forma de tabaco o de cigarrillos electrónicos, se plantee si merece la pena dejarlo. La respuesta a esta pregunta parece obvia.
Aunque los síntomas del síndrome de abstinencia surgen normalmente en las 24 horas que siguen a la última exposición a la nicotina y alcanzan su máxima expresión entre 1 y 2 semanas después, a partir de entonces disminuyen gradualmente hasta desaparecer. Además, no solo los efectos desagradables son pasajeros, sino que la huella de la nicotina en el cerebro también podría, hasta cierto punto, ser reversible.
El abandono del consumo de tabaco tiene muchos beneficios para la salud. Las ventajas comienzan el mismo día en que se deja de fumar y aumentan progresivamente con el paso del tiempo. Por ejemplo, al mes de dejar el tabaco ya se observa una mejoría en la circulación sanguínea y la función pulmonar. Y, a los 15 años, el riesgo de padecer una enfermedad del corazón podría incluso igualarse al de una persona que nunca ha fumado.
Aunque dejar atrás el consumo de nicotina no es una tarea fácil, parece claro que los beneficios compensan el esfuerzo que conlleva. La mayoría de las personas que han logrado abandonar el tabaco lo habían intentado antes al menos una vez. Es más, en muchos casos esos intentos no habían durado demasiado. Sin embargo, parece haber consenso entre los exconsumidores. Las tentativas previas han de considerarse como enseñanzas, nunca como fracasos.
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