Aunque solo una pequeña parte de los casos de cáncer de mama son hereditarios, factores externos como el sobrepeso, el tabaco y la exposición a carcinógenos ambientales están impulsando la incidencia en mujeres.
El cáncer de mama es una de las enfermedades más prevalentes entre las mujeres a nivel mundial. Aunque existe la creencia común de que los antecedentes familiares son un factor determinante, solo un 10% a 15% de los casos son considerados hereditarios, según explica el oncólogo Dr. Juan Carlos Samamé, oncólogo creador del portal Aprendiendo sobre el cáncer.
“Definimos cáncer de mama hereditario como aquel en el cual se demuestra que hay un gen involucrado, un gen mutado que se puede heredar de generación en generación”, aclara el especialista. Este grupo reducido de casos puede ser identificado mediante estudios genéticos, especialmente cuando existen antecedentes familiares directos de cáncer de mama u ovario, o casos de cáncer de mama en varones.
En línea con esta perspectiva, la Dra. Sarah McLaughlin, cirujana oncóloga de Mayo Clinic, también menciona que “alrededor del 5% de las mujeres que tienen cáncer de mama presentan una mutación genética que las predispone a sufrir la enfermedad”. Sin embargo, la mayoría de los casos no tienen un antecedente genético claro, lo que ha llevado a la comunidad médica a estudiar los factores externos y de estilo de vida que están contribuyendo al aumento de casos de cáncer de mama.
Sin embargo, lo que resulta alarmante es el crecimiento de casos esporádicos, es decir, aquellos que no están vinculados a una mutación genética conocida. Según el Dr. Samamé, “el cáncer de mama esporádico, que ocurre sin ningún tipo de antecedente genético, representa la mayoría de los casos”. Esto ha llevado a los especialistas a estudiar con mayor profundidad los factores externos que podrían estar detrás de este aumento.
De acuerdo al informe “Mejorando los resultados de las mujeres con cáncer de mama triple negativo en América Latina – Un análisis extendido” del Instituto Sueco de Economía de la Salud, el cáncer de mama es la neoplasia más frecuente entre las mujeres peruanas con aproximadamente 1.600 diagnósticos anuales y una de las mayores prevalencias de la región con cáncer de mama triple negativo (CMTN) subtipo agresivo y de rápido crecimiento con un índice de 21%.
“La mayoría de mujeres no tiene una historia de cáncer de mama, no tiene un factor de riesgo identificable mas allá de su edad y ser mujer. Es algo que no podemos evitar. Hoy tenemos muchos esfuerzos de investigación de biopsias benignas para conocer los riesgos a largo plazo. Sabemos que algunas biopsias que no tienen cáncer, tienen celular atípicas y esas lesiones atípicas pueden aumentar el riesgo de cáncer de mama en el futuro”, advierte la Dra. Sarah McLaughlin.
Una de las principales razones por las que el cáncer de mama puede desarrollarse en mujeres sin antecedentes familiares conocidos está relacionada con factores ambientales y de estilo de vida.
Entre los más destacados, el Dr. Samamé señala el sobrepeso y la obesidad como elementos determinantes. “El sobrepeso y la obesidad son condicionantes muy importantes, sobre todo en mujeres postmenopáusicas. Este grupo representa aproximadamente el 40% de los casos”, afirma el oncólogo. El exceso de tejido graso en el cuerpo aumenta los niveles de estrógenos, una hormona que puede estimular el crecimiento de células cancerosas en las mamas.
De manera similar, la Dra. McLaughlin añade que “el exceso de grasa corporal es un factor de riesgo importante para el cáncer de mama, especialmente en la recidiva de la enfermedad”. Este vínculo entre el peso corporal y el riesgo de desarrollar cáncer de mama ha sido confirmado por varios estudios, que también asocian el sedentarismo y una mala alimentación con un aumento en la incidencia de esta enfermedad.
Además, otros factores como el tabaquismo, el consumo excesivo de alcohol, y la exposición a carcinógenos en el entorno también contribuyen al desarrollo de esta enfermedad. “Normalmente asociamos el tabaco con cáncer de pulmón o el alcohol con problemas hepáticos, pero ambos están fuertemente vinculados al cáncer de mama”, explica el Dr. Samamé.
Más recientemente, estudios han explorado la posible relación entre el cáncer de mama y la exposición a sustancias químicas presentes en productos cotidianos, como los plásticos. “Hay evidencia que sugiere que los carcinógenos presentes en los recipientes plásticos pueden ingresar a los alimentos y aumentar el riesgo de cáncer de mama”, indica el especialista.
En los últimos años, se ha observado un aumento preocupante de casos de cáncer de mama en mujeres jóvenes, muchas de ellas menores de 40 años. El Dr. Samamé menciona que este fenómeno podría estar relacionado con cambios en los hábitos de vida y el entorno. “La exposición a factores como el trabajo nocturno y la falta de sueño también han sido asociados a un aumento en los casos de cáncer de mama”, asegura.
“Estamos viendo más casos de cáncer de mama en mujeres jóvenes vinculados a factores hormonales, como el uso de anticonceptivos orales o la concepción tardía, lo cual está siendo motivo de estudio”, comenta el Dr. Samamé. Sin embargo, recalca que aún no hay suficiente evidencia para afirmar con certeza que los anticonceptivos hormonales sean un factor de riesgo definitivo. “Es necesario continuar investigando, pero es una posibilidad que no podemos ignorar”, añade.
“Definitivamente estamos notando un aumento en el cáncer de mujeres más jóvenes, y no estoy segura si sabemos por qué está sucediendo. Sin embargo, lo que parece claro es que el sedentarismo, el consumo de alimentos poco saludables y la exposición a factores ambientales tienen un papel importante en este incremento”, complementa la Dra. McLaughlin.
Aunque el cáncer de mama se puede desarrollar sin antecedentes familiares y está influenciado por factores externos, uno de los aspectos más importantes en su tratamiento es la detección temprana. “Cuanto antes se diagnostique un cáncer de mama, mayores son las posibilidades de curación”, subraya el Dr. Samamé.
En ese sentido, la mamografía sigue siendo el método de detección más efectivo para mujeres mayores de 40 años. “La mamografía es la piedra angular en la detección del cáncer de mama. Nos permite identificar lesiones no palpables de milímetros, mucho antes de que puedan ser detectadas al tacto”, dice el especialista. Sin embargo, reconoce que existe resistencia a este tipo de pruebas debido al dolor o la incomodidad que pueden causar. “Aún hay un 34% de mujeres diagnosticadas que no se realizaron ninguna prueba de chequeo previo”, lamenta.
El oncólogo también señala la importancia de realizar ecografías en mujeres más jóvenes, especialmente en aquellas con mamas densas. “En mujeres menores de 40 años, la mamografía no es tan efectiva debido a la densidad mamaria, por lo que recomendamos ecografías para una detección adecuada”, explica.
Pese a ello, la Dra. McLaughlin señala que “aproximadamente el 60% de las mujeres tienen un tejido mamario denso, lo que hace más difícil detectar el cáncer solo con una mamografía”. En estos casos, recomienda complementarla con una ecografía o resonancia magnética, especialmente en mujeres con mayor riesgo.
“Es fundamental que las mujeres comprendan que los chequeos médicos son clave para una detección temprana”, recalca el Dr. Samamé. A menudo, el miedo al diagnóstico hace que las mujeres eviten hacerse estas pruebas. “Es paradójico, pero muchas mujeres no se realizan los chequeos por temor a que se detecte algo malo, cuando en realidad deberían acudir para poder identificar cualquier anomalía en etapas tempranas”, afirma el doctor.
En cuanto al estilo de vida, el Dr. Samamé sugiere varios cambios que podrían reducir el riesgo de desarrollar cáncer de mama. “Es crucial desterrar el tabaco y el alcohol. Aunque hemos avanzado mucho en la lucha contra el tabaco, el alcohol sigue siendo un tema pendiente, especialmente por su vinculación con el cáncer”, comenta. Asimismo, subraya la importancia de llevar una alimentación equilibrada, rica en frutas y verduras, y de mantener una actividad física regular. “No es necesario ir al gimnasio. Simplemente caminar más de 7.000 pasos al día puede ser un gran beneficio”, dice.
La Dra. McLaughlin coincide y sugiere varios cambios en el estilo de vida que pueden ayudar a reducir el riesgo de desarrollar cáncer de mama, como “moderar el consumo de alcohol, evitar el tabaco y seguir una dieta tipo mediterránea, rica en verduras y proteínas magras”. Asimismo, destaca la importancia del ejercicio regular: “el ejercicio es muy útil, no solo para mantener un peso corporal saludable, sino también para reducir el riesgo de cáncer de mama”.
Finalmente, el Dr. Samamé hace hincapié en la necesidad de descansar adecuadamente. “El sueño es otro factor que muchas veces pasamos por alto, pero tener una buena higiene del sueño puede ayudar a reducir el riesgo de desarrollar cáncer de mama”, concluye.
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