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Elegir el nombre de un hijo es una decisión importante que marcará su identidad y cómo será percibido. Debe tener significado, ser práctico y reflejar el amor de los padres, sin olvidar su impacto a futuro.
Elegir un nombre no es solo una decisión estética, sino un acto que influye en la identidad y autoestima del niño. Es su carta de presentación y un legado que lo acompañará toda su vida
Escoger el nombre de un hijo no es una decisión cualquiera. En definitiva, es una de las primeras y más trascendentales elecciones que los padres hacen por su bebé, incluso antes de verlo por primera vez. Un nombre no es solo un conjunto de letras bonitas o una moda pasajera, sino como explicó Ángela Otazú López, psicóloga y docente de Continental Florida University a Hogar y Familia, es el primer paso para conectar con la identidad, una carta de presentación y un legado que acompañará a esa persona durante toda su vida.
Por ello, más que una simple elección, el nombre es un símbolo de amor, de las esperanzas y sueños que los padres proyectan en su hijo. La psicoterapeuta de la Clínica Internacional, Liliana Tuñoque, señaló que también es una forma de transmitir valores, creencias y aspiraciones, así como también representa una conexión con la historia familiar o las raíces culturales. Para algunos, puede ser una manera de honrar a un ser querido o mantener viva una tradición generacional, otorgándole al niño un sentido de continuidad y pertenencia.
Si bien hay quienes eligen el nombre de inmediato, para otros es un proceso complejo que puede extenderse entre interminables listas y debates. Ciertamente, esta elección requiere de un equilibrio entre expectativas personales, familiares y sociales, lo que en ocasiones puede generar diferencias entre los padres, ya que cada uno puede proyectar en el nombre su propia visión del futuro del niño, lo que puede dar lugar a conflictos e incluso ansiedad.
¿Existe realmente el nombre “perfecto” o es una decisión subjetiva?
De acuerdo con la psicóloga, no existe un nombre “ideal”, único y universal para un bebé, ya que su significado y atractivo depende de la percepción individual y cultural. En otras palabras, lo que para algunos padres es un nombre “perfecto”, cargado de historia y simbolismo, para otros puede no tener el mismo impacto. Además, nos guste o no, muchas veces los nombres están sujetos a tendencias y cambios en la sociedad, por lo que lo que hoy parece ideal, mañana podría no serlo.
“En realidad, más que una fórmula exacta, la elección del nombre es un proceso subjetivo que refleja las creencias y expectativas de los padres. Por lo tanto, en lugar de buscar el nombre “perfecto”, lo más importante es encontrar uno que tenga sentido y conexión emocional con ellos, y que acompañe al niño a lo largo de su vida”.
¿Qué factores influyen en la elección de un nombre?
La elección de un nombre puede estar influenciada por criterios generacionales, sociales, emocionales y culturales. Sin embargo, como destacó Otazú, es fundamental que los padres tengan en cuenta cómo un nombre puede repercutir significativamente en la forma en que un niño es percibido y tratado por los demás. En algunos casos, un nombre puede incluso generar burlas o discriminación, afectando así su bienestar emocional y moldeando de cierta manera su personalidad.
“El nombre que se elige es un punto de partida en la construcción de la identidad personal y social. Básicamente, su significado y las asociaciones que genera pueden influir también en la forma en que un niño se autopercibe, en los conceptos que tiene sobre sí mismo y, en consecuencia, en su autoestima. Un nombre con connotaciones positivas puede fortalecer la confianza y potenciar una visión favorable de uno mismo, mientras que uno que se preste a burlas o malinterpretaciones puede afectar su seguridad y desarrollo emocional”, agregó la doctora Francis Angelica Vilela Tragodara, psicóloga y docente universitaria.
Dicho esto, los nombres pueden generar estereotipos y expectativas en la sociedad, y esto también está fuertemente relacionado con lo que los padres proyectan en sus hijos. Según la experta de Continental Florida University, los nombres pueden llevar consigo estereotipos culturales, de género o socioeconómicos que afectan la manera en que otros perciben y tratan al niño. Esta percepción puede influir en las oportunidades y experiencias a las que el niño tendrá acceso.
“Los nombres cargan un significado más profundo de lo que solemos imaginar. Por ejemplo, en muchas familias, nombrar a un niño en honor a un abuelo es una forma de rendir tributo, pero también plantea una cuestión importante: ¿se reconoce al niño como un individuo único o se le vincula, consciente o inconscientemente, con la historia de su antecesor? Desde la perspectiva de la psicología transgeneracional y las constelaciones familiares, se plantea la existencia de un inconsciente familiar que influye en nuestras decisiones y vínculos. En este contexto, la elección de un nombre no es solo un acto simbólico, sino una forma de perpetuar a una persona dentro del linaje. A menudo, los nombres que se repiten dentro de una familia —como el de un abuelo o un padre— y, en algunos casos, quienes los llevan pueden desarrollar características, patrones de comportamiento o incluso destinos similares a los de su homónimo”, sostuvo Julio Javier Salas Dahlqvist, psicoterapeuta y trainer en constelaciones familiares.
¿Los padres deben elegir un nombre con un significado emocional o priorizar la neutralidad?
Es natural que los padres quieran darle un nombre con un significado especial y con carga emocional, ya que puede fortalecer el vínculo familiar y transmitir valores importantes. Sin embargo, es clave encontrar un equilibrio entre lo personal y lo práctico.
Según Ángela Otazú, más allá de la emoción, también es importante considerar cómo ese nombre influirá en la vida del niño. La sonoridad, la combinación con el apellido y su aceptación en distintos contextos sociales y culturales pueden impactar su identidad y su forma de interactuar con el mundo. A veces, nombres inspirados en figuras famosas o tendencias pueden no armonizar bien con ciertos apellidos o culturas, lo que podría generar complicaciones en el futuro.
“El objetivo debe ser encontrar un nombre que haga sentir bien al niño, que refuerce su identidad y que, al mismo tiempo, le facilite una integración armoniosa en su entorno. Un balance entre el significado emocional y la neutralidad permitirá que el nombre elegido sea tanto una expresión de amor como un puente hacia una interacción social saludable”.
¿Es recomendable ponerle el nombre de un familiar?
Ponerle el nombre de un familiar a un hijo puede ser significativo, pero también conlleva ciertas implicaciones. El experto en constelaciones familiares recalcó que, los nombres pueden estar vinculados a la historia de quienes lo llevaron antes, por lo que, repetir un nombre podría, de manera inconsciente, conectar al niño con la vida y experiencias de ese familiar, incluyendo sus desafíos y limitaciones. Por consiguiente, sugirió que es mejor que cada persona tenga su propio nombre para forjar su propio camino.
“En caso se decida mantener la tradición, es importante conocer bien la historia del familiar, definir el motivo por el cual se está eligiendo ese nombre, así como también se debe tomar lo positivo y liberar al niño de cualquier carga emocional asociada”.
Por su parte, Liliana Tuñoque enfatizó que la decisión debe ser exclusivamente de los padres. Si bien la familia puede hacer sugerencias, estas no deberían ser una imposición. De hecho, ceder ante la presión familiar en este aspecto podría abrir la puerta a futuras imposiciones en otras decisiones de la crianza. Por esta razón, para evitar conflictos, es clave establecer límites claros y mantener una comunicación asertiva, que les permita explicar sin temor las razones detrás de la elección.
¿Cómo evitar conflictos en la pareja al elegir un nombre?
Elegir el nombre de un hijo puede ser un motivo de conflicto en la pareja, incluso llegando a generar tensiones innecesarias. Para evitar discusiones, es fundamental que la comunicación sea abierta y respetuosa. De acuerdo con la psicóloga de Continental Florida University, una estrategia útil es crear una lista de nombres que ambos aprueben y evaluar juntos sus ventajas, significados o valores asociados. Si no logran ponerse de acuerdo, pueden recurrir a la negociación, alternando nombres para futuros hijos o combinando dos nombres en uno.
“Elegir el nombre de un hijo es una decisión importante que merece tiempo y reflexión. Durante el embarazo, es fundamental que los padres conversen sobre ello, exploren opciones y encuentren un nombre que realmente resuene con ellos. Al hacerlo, es útil pensar en su hijo como una persona que crecerá con ese nombre, llevándolo en distintos aspectos de su vida y formando parte de su identidad. Buscar inspiración en diversas fuentes también puede ayudar a encontrar un significado especial y positivo. Es crucial recordar que, no existe un nombre “perfecto”, sino el adecuado para cada niño y su futuro. Lo esencial es elegir con conciencia y responsabilidad, siempre pensando en el bienestar de quien lo llevará para toda la vida”, concluyó Tuñoque.
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