La fase final de la estadía del árbol navideño está ligada a los regalos que reciben los niños por el paso de los Reyes Magos.
El árbol navideño es un objeto infaltable en las festividades decembrinas y aunque la mayoría sabe cuándo comenzar con la decoración, pocos conocen la fecha ideal para desarmarla.
Si bien no hay una fecha exacta para quitar los adornos navideños y desarmar el árbol, hay cierto consenso que coincide con las horas posteriores al paso de los Reyes Magos, el 6 de enero de cada año.
Sin embargo, otra costumbre muy usada es desarmar el árbol un mes después de haberlo ensamblado y decorado, lo que en este caso concuerda con el 8 de enero, ya que es el momento en que se cumplen los 30 días posteriores al Día de la Inmaculada Concepción.
El arbolito se convierte en el protagonista y el foco de las celebraciones de fin de año, cobra importancia en el festejo de la Navidad, junto al armado del pesebre, y también es el lugar reservado para los regalos de Santa Claus o donde se realiza el brindis por la llegada del nuevo año.
La fase final de su estadía está ligada a los presentes que reciben los niños por el paso de los Reyes Magos que, en la creencia católica, simboliza la entrega de oro, incienso y mirra por parte de Melchor, Gaspar y Baltasar ante Jesús, guiados por la estrella de Belén.
Aunque en la Biblia no se incluyen sus nombres, las figuras de Gaspar, Melchor y Baltasar están asociadas a Jesús, ya que fueron los primeros en confiar en que sería el próximo “Rey de Reyes”. Por este motivo, el grupo comenzó a seguir una estrella que los conduciría a la ciudad de Belén, cuna del primogénito divino.
Según la tradición, los tres viajeros provenientes de Europa, Asia y África respectivamente pidieron ayuda al rey Herodes, escena que forma parte del Evangelio según San Mateo. “Unos Magos de Oriente se presentaron en Jerusalén preguntando: ‘¿Dónde está el rey de los judíos que ha nacido?’ (...) Entonces Herodes llamó en secreto a los Magos para que le precisaran el tiempo en que había aparecido la estrella, y los mandó a Belén diciéndoles: ‘Id y averiguad cuidadosamente qué hay del Niño, y cuando lo encontréis, avisadme para ir yo también a adorarlo’”, recuerda el texto.
Sin embargo, los motivos de Herodes eran otros, ya que quería matar al recién nacido para evitar que disputara su poder. Pero los Reyes Magos ignoraban esto, y se contentaron con seguir la estrella, tras lo que ocurrió su epifanía con Cristo: “La estrella que habían visto salir comenzó a guiarlos hasta que vino a pararse encima de donde estaba el Niño. Al ver la estrella se llenaron de inmensa alegría. Entraron en la casa, vieron al Niño con María, su madre, y cayendo de rodillas, lo adoraron; después, abrieron sus cofres, le ofrecieron regalos: oro, incienso y mirra”, como se cuenta en el Evangelio según San Mateo.
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