
Salvo una serie de temas de interés, el doctor en Derecho y en Gobierno, Daniel Zovatto no ve de momento una estrategia clara de Estados Unidos en la región. Sin embargo, advierte que América Latina tampoco prepara esfuerzos coordinados para enfrentar una eventual amenaza de Washington.
El doctor en Derecho y en Gobierno, Daniel Zovatto, afirma que desde el regreso de Donald Trump al poder en Estados Unidos se está configurando un nuevo orden internacional basado de nuevo en la fuerza. En ese escenario, afirma, Trump ejerce una política exterior transaccional con las grandes potencias y una de chantaje con los países débiles, a quienes les impone su voluntad. De América Latina, destaca el caso de Nayib Bukele quien, a su juicio, no solo cedió a las exigencias del presidente estadounidense, sino que ofreció hacer todavía más. ¿La razón? Garantizarse impunidad para seguir profundizando su gobierno autoritario.
¿Cuál es la evaluación que hace de los primeros dos meses de Donald Trump en su regreso a la presidencia de EUA?
Primero, podríamos decir que lo que está haciendo es cumplir con sus promesas de campaña. Él habló de aranceles, de deportar masivamente migrantes, de atacar el tema de fentanilo. Después de electo, habló de su interés de recuperar el canal de Panamá. Entonces, estamos viendo un Trump que viene con mucho más poder que el que tuvo en su primera presidencia, que conoce el Gobierno, sabe dónde están los obstáculos, sabe cómo sortear esos desafíos, y que se ha dotado no solamente de un enorme poder, porque tiene mayoría en ambas cámaras del Congreso, un partido Republicano totalmente sumiso y su propio movimiento, sino que a su vez se ha rodeado de un gabinete de incondicionales.
El otro elemento que vemos es un sentido de urgencia. ¿Por qué lo vemos firmando de manera compulsiva orden ejecutiva tras orden ejecutiva? Porque yo creo que el desafío mayúsculo es que no tiene mucho tiempo. Si bien es cierto acaba de iniciar su presidencia, en el sistema político norteamericano, va a tener una elección de medio período en 19 meses. Y si no le salen bien las cosas, puede perder mayoría en una o en ambas cámaras. Y a su vez, es un presidente que, si no intenta cambiar la Constitución, no tendría reelección. Esos elementos hacen que Trump tenga que tratar de hacer la mayor cantidad de cambios en estos meses.
El tercer elemento es el alto nivel de disrupción de su política, tanto al interior como en el exterior. No viene a hacer cambios graduales, sino mayúsculos, muy disruptivos que han generado un alto grado de incertidumbre, de volatilidad, de temor y de caos. Trump ha tenido una política exterior de carácter doble. De carácter transaccional, una parte; la otra, una diplomacia del chantaje, de la imposición. Donde siente que tiene enfrente un poder fuerte, entonces es transaccional. Ese es el enfoque con Rusia, con China, por ejemplo. Cuando siente que tiene las cartas fuertes, entonces viene su diplomacia del chantaje.
Estamos viendo cambios geopolíticos en apenas ocho semanas. Ese orden internacional, creado después de la Segunda Guerra Mundial, eso que se llamaba orden internacional liberal ha caído en desgracia y lo que estamos viendo es una reconfiguración de un nuevo, de momento, desorden internacional. Ya las reglas de juego no van a ser el derecho internacional público o el derecho internacional humanitario, sino la fuerza. Estamos regresando como a una suerte de ley de la selva, donde los países con más poder imponen sus voluntades, y los más débiles se la tienen que aguantar. Y este es un mundo peligroso.
Mencionaba su mayor acumulación de poder. ¿Qué tan profunda cree que puede llegar a ser su deriva autoritaria?
Si por la víspera se saca el día, los signos son de máxima preocupación. De acuerdo con el índice de la Unidad de Inteligencia de The Economist, la calidad de la democracia en Estados Unidos cayó de plena a imperfecta. The Economist tiene cuatro categorías, democracia plena, imperfecta, régimen híbrido y régimen autoritario. Durante su primer periodo, fue cuando hubo un declive: de democracia plena a imperfecta.
Yo creo que si Trump continúa por este camino, vamos a ver una seria amenaza de que la democracia no se vaya a una dictadura o a un régimen autoritario, pero sí degenere en un régimen híbrido, es decir, a una suerte de autoritarismo competitivo donde vas a tener elecciones, pero al mismo tiempo una enorme concentración de poder en el Ejecutivo, vas a romper los “checks and balances”, y vas a ver un enfrentamiento muy fuerte con los jueces, lo cual va a traer el riesgo de un debilitamiento muy serio del estado de derecho.
Claramente la democracia norteamericana está bajo una seria amenaza que puede llevarla a esta situación de autoritarismo competitivo. Y esto va a tener efectos negativos, no solamente en Estados Unidos, sino también fuera.
¿Cree que las instituciones tendrán la capacidad de frenar esos impulsos más autoritarios?
Yo confío en que la capacidad y la fortaleza de las instituciones se pueda recomponer. En el Congreso habrá que esperar hasta las elecciones de medio período. En el tema de jueces, habrá que ver la actitud, porque ahora el nivel de amedrentamiento y de acoso ha sido tremendo.
Sí creo que hay que ponerle atención a ver qué pasa en los próximos meses con la popularidad de Trump. Y eso está muy conectado con qué va a pasar con la economía, la inflación, el costo de vida y con el efecto de lod aranceles. De acuerdo con los mejores economistas, lo que Trump está planteando con los aranceles va a ser un desastre para la economía de Estados Unidos y eso podría llevar a una recesión, incluso global, además de disparar una guerra comercial de consecuencias muy negativas. Esto ha generado mucha preocupación en los mercados. Y se está reflejando en las encuestas. Ahí es donde yo creo que hay que poner la lupa: ver qué resultados va a tener la política de aranceles y la política económica.
Por ahora las promesas que había hecho de hacer crecer la economía, bajar la inflación rápidamente, desregular, bajar los impuestos y el gasto público no han podido dar resultados.
¿Es decir, el desempeño económico que eventualmente se evaluará en las elecciones sería también un valladar para frenar sus ímpetus más autoritarios?
Absolutamente. La principal fortaleza de Trump en su primer gobierno fue la economía. Hasta que vino la pandemia. Acuérdate que Trump gana por tres cosas, la microeconomía, el bolsillo de la gente con el costo de vida y la inflación. El otro tema fue la migración. Y algo también el fentanilo. Entonces, esto que fue la fortaleza de Trump en el primer gobierno, si no logra encausar la economía y su política de aranceles no da los resultados esperados, puede ser su mayor debilidad.
¿Qué tanto peligro ve de que se anule al poder judicial, tomando en cuenta que algunos de los jueces (en la Corte Suprema) fueron designados por Trump?
En ciertos temas, de valores quizás conservadores, como el aborto, LGTBI, etcétera, quizás ahí sí tengás una sintonía fina con Trump. Pero ningún juez que se respete y que quiera que lo recuerden bien los libros de historia va a llegar a la Corte Suprema para prestarse a un manoseo de las instituciones tan grosero, como ese de que al juez que no esté de acuerdo conmigo, le pido un juicio político y lo destituyo.
¿Qué es lo que está jugando a favor para que Trump no pueda avanzar de manera muy rápida en la consolidación de una propuesta autoritaria? El sistema federal. Y a su vez el nivel de gobierno municipal. El sistema político norteamericano tiene un nivel de descentralización muy grande, tanto a nivel de estados, como municipal. Eso ayuda a que no pueda manotear todo. La sociedad norteamericana y el sistema político tienen muchos anticuerpos y yo confío en que esos anticuerpos van a poder estar a la altura del desafío, pero la amenaza que representa Trump para la democracia norteamericana es una amenaza mayúscula que no hay que desestimar.
¿Cree que hay una política clara de parte de Estados Unidos hacia América Latina o hasta ahora solo ha tratado de enviar mensajes de fuerza?
América Latina tiene en esta administración varias características inéditas. Primero, un país fue nombrado con nombre y apellido en el discurso inaugural: Panamá y la necesidad de recuperar el canal. No nombró a ninguna de las potencias geopolíticas. Habló de México, sin mencionarlo, y de parte de Centroamérica, por la migración.
Segundo, tenés un equipo en el Departamento de Estado inédito, con tantos latinos, con gente que habla español y que conoce bien la región. Tercero, la primera misión fuera de Estados Unidos de Marco Rubio fue a cinco países de Centroamérica, eso tampoco lo habíamos visto.
Es decir, tenemos cosas bien diferentes, y a su vez una agenda de política exterior con la región que está muy conectada con los temas de política interna. ¿Qué son los temas prioritarios? Migración y deportaciones. Combate al narcotráfico y carteles. La contención de China. Recuperar el canal de Panamá. Y en algunos casos reequilibrar balanzas comerciales. Hasta ahora es una agenda de temas negativos. Y esto ha estado concentrado sobre todo en México y en los países de Centroamérica. De ahí para abajo no hemos visto mayor iniciativa.
De momento no veo una política hacia América Latina. Habrá que ver qué políticas aplica en relación con América del Sur, donde uno de los ejes centrales va a ser cómo sacar lo más que se pueda a China. Porque China en América del Sur tiene una presencia muy superior a la que tiene en Centroamérica y ahí es donde será muy importante ver cómo van a actuar los países. El problema es que no hay una América Latina, sino que Américas Latinas. Casi todos los países están tratando evitar encontrarse con Trump. No hay ninguna iniciativa de América Latina para buscar alguna coordinación de políticas para enfrentar lo que podría ser una amenaza de Trump.
¿En ese escenario qué es lo que a su juicio gana Bukele recibiendo a detenidos extranjeros?
Muchísimo, se convierte en un socio leal, incondicional, que a su vez le sirve de manera instrumental a las políticas de Trump. Bukele aceptó lo que le pidieron y a su vez dijo: “Te doy más. Vení y utilizá mi país como cárcel”. Es garantizarse un favor de Estados Unidos y la impunidad. Te cambio favores, para que me sigás protegiendo y me garantices impunidad para seguir profundizando mi régimen autoritario en El Salvador. En los últimos meses, Bukele logró que lo condecore la mejor democracia de Centroamérica, el presidente Chaves, en Costa Rica, y que a su vez la nueva administración de Trump, que va con un garrote pegándole a todo el mundo, lo viva elogiando.
Trump ya habló también de una presencia militar, sea consensuada o no, en Panamá…
En el tema del canal hay una presión enorme. Trump ha venido mintiendo compulsivamente diciendo que quiere recuperarlo porque está bajo control de los chinos. Dijo que los dos puertos estaban en manos de los chinos. Mentira. Desde Panamá se ha tratado de desmentir. Pero de momento (el presidente) Mulino no ha buscado una estrategia multilateral, sino una estrategia bilateral de negociación. No se ha resuelto.
La nueva presión de Estados Unidos ha sido pedirle al secretario de Defensa que haga unos memos para contemplar opciones para incrementar la presencia militar en la zona del canal. Eso generó confusión porque no hay, que se sepa, presencia militar norteamericana en el canal. Entonces, se abre un signo de pregunta muy grande. ¿En qué consiste que recupere el canal? Una opción máxima sería que lo tome en control militar. Creo que ese es un escenario que uno no puede decir que es imposible, pero podríamos decir que es altamente improbable. Sería una situación de mucha conflictividad, que generaría una crisis geopolítica mayúscula, no solamente con Panamá, sino con el resto de América Latina.
Pero sí creo que se van a ir evaluando otras opciones que, sin violentar el tratado de neutralidad, permitan una mayor presencia de fuerzas militares. O incluso en algún momento ver la posibilidad quizás de una renegociación de ese tratado de neutralidad. Esta es una crisis en desarrollo.
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