El abogado y presidente de Juristas por la Vida,defiende la vida y la familia a través de acciones legales y conferencias internacionales.
Gianfranco Amato, abogado italiano y presidente de la organización internacional Juristas por la Vida, ha dedicado más de dos décadas a lo que llama defensa de los derechos a la vida, la familia y la libertad religiosa. Su labor lo ha llevado a recorrer el mundo, ofreciendo conferencias y liderando iniciativas legales en lo que él describe como una “lucha jurídica para preservar valores fundamentales de la sociedad”.
Recientemente, Amato visitó El Salvador para participar en el Congreso Internacional Vida y Familia, organizado por la Fundación Sí a la Vida. Durante su estancia, impartió charlas sobre temas como la eutanasia, la educación de los hijos, la familia y los desafíos éticos relacionados con la inteligencia artificial.
“El tema que más se pidió es oponer la verdad a la mentira, es decir, el desafío de los cristianos en el mundo de hoy frente a todos estos ataques, explicando exactamente lo que está pasando, esta revolución antropológica, cómo reaccionar, cómo actuar”, explica el abogado.
Amato relata que su interés en estas causas comenzó hace 25 años, cuando percibió lo que denomina una “revolución antropológica” que, según él, afecta la vida, la familia y la libertad a través de cambios legales.
“La ley estaba siendo utilizada no para su finalidad natural, sino para introducir ideologías y cambiar la mentalidad, identidad y cultura de los pueblos”, explica.
En 2014, decidió dedicarse exclusivamente a esta labor. Desde entonces, además de liderar Juristas por la Vida, se ha convertido en un conferencista internacional, llevando su mensaje a diversos países de Europa, América Latina y otras regiones.
En 2012, Amato fundó Juristas por la Vida, un colectivo compuesto por abogados, jueces, magistrados y profesores de derecho comprometidos con la defensa de la vida desde la concepción hasta la muerte natural, así como con la protección de la familia y la libertad de conciencia.
“Nuestro enfoque es operativo”, afirma Amato. “Utilizamos recursos legales para defender estos derechos en los tribunales”, explica.
Entre los logros de la organización, el abogado destaca casos relacionados con la libertad de conciencia de médicos y profesores en Italia, quienes enfrentaron desafíos legales debido a sus creencias religiosas o éticas.
Para Amato, los temas que aborda en sus conferencias no sólo tienen relevancia jurídica, sino también social. “En juego está la existencia misma de la humanidad”, asegura. A lo largo de sus intervenciones, suele ofrecer ejemplos históricos para subrayar la importancia de proteger estos valores.
Al hablar sobre América Latina, destaca que la región, a diferencia de Europa, aún conserva una “identidad cultural y moral sólida”. Sin embargo, advierte sobre los riesgos de lo que llama una “colonización ideológica”, impulsada por agendas externas que, en su opinión, buscan debilitar estas raíces.
Con una experiencia de más de una década al frente de Juristas por la Vida, Amato envía un mensaje claro a las nuevas generaciones de juristas y activistas: “Ha llegado el momento de actuar. No basta con la divulgación cultural, es crucial organizarse y trabajar operativamente para proteger estos derechos fundamentales”.
Para Amato, su labor trasciende las fronteras y generaciones. “Nuestra sociedad enfrenta desafíos críticos que requieren acción inmediata, no solo palabras”, afirma, al tiempo que subraya el papel que las nuevas generaciones de juristas tienen en la defensa de derechos fundamentales desde el ámbito legal y cultural.
Considera que la educación es un pilar esencial para abordar los cambios sociales e ideológicos actuales. “Es fundamental que los jóvenes comprendan la importancia de la historia para no repetir errores del pasado”, señala. Según Amato, fortalecer la identidad cultural y moral es clave para enfrentar los retos que afectan a las sociedades contemporáneas, especialmente en América Latina, región que observa como más conectada con sus valores tradicionales.
El abogado también destaca que los desafíos actuales requieren un enfoque práctico que combine conocimiento jurídico, acción organizada y un esfuerzo por generar conciencia pública. Aunque reconoce las diferencias entre las realidades de Europa y América Latina, insiste en que los principios fundamentales deben ser universales y defendidos en todos los escenarios posibles.
“Si alguien tiene una familia feliz no puede decir ‘no me importa lo que pasa con las de los demás’”, dice.
A su juicio, construir sociedades resilientes requiere que los ciudadanos asuman un rol activo en el debate público y en la defensa de valores que comparten.
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