
La festividad del Señor de Ostúa, en Metapán, no está vinculada a una fecha específica, sino que sigue el calendario litúrgico, celebrándose siempre el domingo anterior al Miércoles de Ceniza.
Al hablar de imágenes de cristos negros en Centroamérica, el mayor santuario de devoción es el del Señor de Esquipulas, en Chiquimula, Guatemala. Su fiesta principal –la cual es acompañada de una peregrinación y por su romería– se celebra siempre el 15 de enero.
La devoción al cristo negro de Esquipulas fue implementada en el siglo XVI, cuya primera imagen formal fue realizada por Quirio Cataño, en 1594, la cual se basó a su vez en el grabado “La gran crucifixión”, de 1521, obra del artista alemán, Alberto Durero.
Esquipulas era un lugar sagrado desde tiempos prehispánicos, debido a que en esa zona se da el nacimiento principal del río Lempa, así como uno de los tributarios del Motagua, y es fuente de arcilla que se ha denominado sagrada.
Es en ese contexto que la Iglesia católica implementa la ahora denominada “tradición esquipuleana” de cristos negros, en los cuales se da la hibridación de deidades prehispánicas y cristianas. Como parte de esta tradición es que surge el Señor de Ostúa, una imagen objeto de veneración que se encuentra en la parroquia El Calvario o parroquia del Señor de Ostúa, en Metapán, Santa Ana.
Su fiesta ocurre siempre el domingo previo al Miércoles de Ceniza, en sintonía con el fin de semana de Carnaval, y es la única fiesta asociada con ese fin de semana en El Salvador.
Dicha celebración consiste en la peregrinación y veneración de la imagen del Señor de Ostúa. Se cree que el inicio de esa festividad católica se dio en el antiguo templo de Ostúa, conocido también como La Portada, localizado en San Jerónimo, Metapán, en el siglo XVI.
Ese templo se encuentra entre los ríos Angue y Ostúa, dos de los tres principales afluentes que alimentan el lago de Guija; el tercero es el Cusmapa. Dicho sistema hídrico es uno de los principales que convergen en el río El Desagüe, que alimenta considerablemente la parte alta del Lempa.
El asentamiento asociado al templo de Ostúa o La Portada fue abandonado y trasladado a “San Pedro Metapán” alrededor del siglo XVII, época en la que inicia la producción de hierro en dicha localidad.
La festividad actual comienza con una novena que prepara el camino para el Domingo de Ostúa. Durante esa celebración, la feligresía peregrina a Metapán para visitar la imagen del Señor de Ostúa y participar en la misa en su honor. Uno de los momentos más esperados del día es la apertura del relicario donde se resguarda la imagen, lo que permite a los fieles desfilar ante ella para venerarla, expresar su gratitud o hacer peticiones.
La festividad es reconocida por la llegada de peregrinos de diversas regiones, así como por la presencia de comerciantes, especialmente de Guatemala. Para muchos locales, esa era una oportunidad para adquirir textiles de alta calidad. Asimismo, es tradicional el comercio y consumo de los cantaritos de dulce, pintados en tonos rosa y amarillo.
Habitantes de avanzada edad mencionan que, en tiempos remotos, la fecha también era aprovechada para la compra de fierros destinados a las labores agrícolas, ya que Metapán fue la principal fuente de hierro del Reino de Guatemala.
Davidson propone que la fiesta del Señor de Esquipulas está asociada a la religiosidad prehispánica asociada con el nacimiento del río Lempa, siendo el principal afluente el que nace en esa localidad.
En ese sentido, propongo que la fiesta del Señor de Ostúa, cuyo templo original estaba localizado entre los principales afluentes secundarios, los provenientes de los ríos Ostúa y Angue, está asociada a una veneración similar, dado que estos ríos convergen en el lago de Guija y desembocan El Desagüe, siendo uno de los principales tributarios de la parte del alto río Lempa.
Es conocido que en la época prehispánica las cuevas, lagos, ríos y montañas, entre otros, formaban parte de una red ritual de comunicación entre el orden social, las fuerzas de la naturaleza y los dioses como proponen Nieves Zedeño y Bowser.
Los ríos Ostúa, Angue y Cusmapa alimentan el lago de Güija, el cual se formó debido a un embalse natural creado por la erupción del volcán San Diego, posiblemente alrededor del siglo I de nuestra era, en una fecha que está aún por determinar. Al ser estas las fuentes principales del nacimiento del Lempa, dichos lugares se vuelven críticos para la irrigación de los valles del mencionado río y para obtener buenas cosechas.
La ocupación sedentaria prehispánica asociada al lago de Güija podría remontarse al menos 3,000 años. Existe un mito que sostiene que bajo sus aguas yace una ciudad de un pasado remoto y que hay “iglesias sumergidas”, aunque hasta la fecha eso no ha sido científicamente confirmado, o si lo ha sido, los hallazgos no se han publicado.
Asimismo, en los alrededores del lago de Güija se encuentra una alta densidad de asentamientos prehispánicos de los períodos Clásico y Posclásico, entre los que destacan Igualtepeque, El Cofre y Azacualpa, este último en peligro inminente de destrucción debido al desarrollo urbanístico y turístico de la zona.
Estos asentamientos fueron descritos en 1576 por Diego García de Palacio, quien se refirió al lago de Güija como la "Laguna de Uxaca Grande", de la cual dijo que esta “…tiene en medio dos peñoles, en el uno de los cuales, antiguamente los indios de aquel distrito hacian sus sacrificios é idolatrías…”. Esta descripción sugiere que este lugar podría ser Igualtepeque, conocido como la “Isla de las figuras”.
Así también, en su relato, dejó constancia del único registro conocido de un ritual prehispánico en un asentamiento arqueológico que, según su descripción, se realizaba al inicio y al final de la temporada de lluvias.
De Igualtepeque o “Isla de las figuras” –sitio arqueológico conocido por ser una isla fortificada del periodo Clásico/Posclásico y por sus petrograbados– es interesante destacar que estos últimos están orientados hacia el lugar de nacimiento de los ríos Ostúa y Angue, específicamente en la punta noreste de la isla.
Durante la temporada de lluvias, dichas figuras quedan sumergidas, lo que sugiere que podrían haber tenido la intención simbólica de visitar el inframundo o santificar el agua. Además, al medir el nivel del agua en relación con las piedras que contienen los petrograbados, es posible que los antiguos pobladores pudieran predecir si la cosecha sería próspera o desfavorable. Es decir, es un centro ceremonial asociado a las deidades prehispánicas del agua.
Y es que la ubicación del antiguo Templo de Ostúa, que ahora yace abandonado en la orilla norte del lago de Guija, da pistas sobre la identidad del Señor de Ostúa, siendo este producto de la hibridación de dos culturas, es decir el proceso de unión y asimilación de dos elementos culturales para formar uno nuevo. En ese sentido, serían la interacción de las deidades prehispánicas con las cristianas.
Esta hibridación se remonta probablemente a la selección de aquellas deidades que suelen aparecer con pintura negra, principalmente a la maya “Ek Chuah” o la nahua “Yacatecuhtli”, que eran las deidades de comercio equivalentes entre ambas etnias.
Pero si prestamos atención a la etimología, se ha propuesto que Ostúa provendría de Ostoc, "cueva" en náhuat, y se relacionaría con la antigua deidad llamada Ostoc Teotl, que podría escribirse como Ostocteotl u Oztoteotl, propuesta como una reencarnación de Tláloc.
Otros lo atribuyen a Tezcatlipoca y se le ha nombrado como Tepeyolotl, el guardián de las cuevas y la esencia del corazón de la tierra, o incluso Tlazoteotl. También se ha presentado como una representación de Tláloc simbolizando el agua celeste, de acuerdo con la propuesta de Guillaumin y López Lujan & Filloy Nadal.
Se han registrado dos imágenes de Cristos Negros de Metapán: una asociada al río Ostúa, o Señor de Ostúa, y otra asociada al río Angue, o “Señor del Angue”. Esta última fue extraída de Metapán en un tiempo remoto y ahora se encuentra en el templo de La Transfiguración, en San Salvador. Dicha figura, donada por la familia Valiente Rivas, es patrimonio de los metapanecos y debería de regresar a Metapán.
Con fuentes de dudosa procedencia, Lardé y Larín menciona que las dos imágenes se encontraban en los pueblos de indios de Santiago Metapán, mientras que Valiente y Monterrosa aseveran que un cristo negro estaba en un templo en el pueblo de Anguiatú.
La fiesta del Señor de Ostúa es un evento en el que convergen, se entrelazan e hibridan en armonía las tradiciones prehispánicas y cristianas, manteniendo viva una herencia milenaria del culto asociado al nacimiento del río Lempa. Debido a ese inherente valor y a su importancia cultural asociada a su nacimiento principal en Esquipulas y de sus tributarios en los ríos Ostúa, Angue y Cusmapa, dicho río debería de tener un estado de protección legal especial.
Por ejemplo, desde 2008 la Constitución de Ecuador reconoce a la naturaleza como sujeto de derechos en el capítulo séptimo, titulado "Derechos de la Naturaleza".
Por lo tanto, es necesario velar por mantener tanto la tradición cristiana de venerar al cristo negro de Ostúa, como la tradición prehispánica de venerar y proteger como algo sagrado los lugares de nacimiento del río Lempa, siendo este rio el que irriga de vida parte de Guatemala, Honduras y principalmente a El Salvador.
* Maestro en Filosofía en Antropología Arqueológica, Yale University
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