El tenis adaptado es una disciplina que transforma vidas y promueve la inclusión social. Pedro y Luis, deportistas con discapacidad, ejemplifican cómo este deporte rompe barreras y reivindica derechos.
Luis Ascencio, ingeniero y jugador desde hace 25 años, encontró en el tenis una herramienta para mejorar su condición física y emocional tras un accidente. “Sufrimos mucho de infecciones, pero el deporte ayuda a mantenernos activos y romper estereotipos”, comenta.
Por su parte, Pedro Pérez, quien comenzó en el deporte hace 12 años, superó el miedo a usar una silla adaptada con el apoyo de su familia y entrenador. Hoy, compite en torneos nacionales e internacionales y motiva a otros a seguir su camino: “Invito a todas las personas con discapacidad a practicar un deporte. Aquí las puertas están abiertas”.
El entrenador Roberto Salazar explicó las adaptaciones necesarias, como el uso de sillas especiales y la posibilidad de jugar con dos rebotes, resaltando la accesibilidad del deporte.
"En el tenis en silla de ruedas hay tres cosas que hay que destacar, primero que la silla no es una silla de diario como nosotros le llamamos, sino una silla una adaptada porque tiene las llantas en la parte de abajo más anchas, lo segundo es que la silla no tiene freno sino que el jugador la frena con las manos y por último aquí se puede jugar con dos rebotes que en el tenis habitualmente es con un rebote", afirma el entrenador.
El tenis adaptado sigue las reglas básicas del tenis tradicional, pero incluye adaptaciones clave para hacerlo accesible, a diferencia del tenis convencional, en esta versión de la disciplina los jugadores pueden dejar que la pelota bote hasta dos veces antes de golpearla, siendo el segundo bote permitido fuera de los límites de la cancha. Estas modificaciones permiten que personas con diferentes niveles de movilidad puedan competir y disfrutar del juego en igualdad de condiciones.
Esta disciplina no solo beneficia a los deportistas, sino también a la sociedad al sensibilizar sobre la importancia de la inclusión. Historias como las de Pedro y Luis inspiran y recuerdan que el deporte debe ser un derecho universal.
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