Una década después del "boom" de amaños de partidos de la selección y con un presente alejado de las canchas, el excapitán de la Azul y Blanco revela su nueva vida en un cara a cara con LA PRENSA GRÁFICA.
Víctor Turcios fue hace una década un estandarte del fútbol de El Salvador. Era el capitán de la selección nacional, militaba en la primera división de Finlandia, pero en el medio estallaba un escándalo de amaños en el balompié cuscatleco.
Tras romperse la burbuja del "match fixing" en la interna de la selección mayor, Víctor -que fácilmente podría seguir jugando a sus 35 años- decidió terminar su trayectoria deportiva 10 años atrás y cambió los camerinos por el púlpito.
"Yo nunca pensé que iba a ser pastor, un predicador de la palabra de Dios. Mi sueño fue siempre ser un futbolista profesional, representar a mi país con la selección, jugar en el extranjero". Así lo dice el extalento nacido en La Unión.
Lea también
Cocolito habla desde el corazón ¡Cómo nunca lo habías visto!
Turcios ahora se dedica a tiempo completo a predicar en el Ministerio Internacional Capernaum, en un templo ubicado en las cercanías de La Tiendona, en el corazón capitalino. Es una casa de dos pisos, con fachada morada y en la que, de cero, el ahora pastor cuenta que montó su ministerio pastoral.
Víctor confiesa que dejó todo de lado para dedicarse al ministerio espiritual. El dinero, vehículos, la fama, los viajes... todo quedó de lado, e incluso tuvo problemas para que en su familia aceptaran la decisión de retirarse prematuramente -en su punto máximo a nivel deportivo- y dedicarse a predicar.
¿Pero cómo se toma tal decisión, a los 25 años y con una carrera prometedora en Europa y en el radar de equipos de talla Champions League como el Galatasaray turco? Las explicaciones las da el propio exjugador.
Lea más:
"Mi familia enterró a mi abuela mientras las balas volaban sobre sus cabezas"
"En ese deseo de lograr mis sueños en el área deportiva fue cuando ya tuve una experiencia poco común y fue ese encuentro con la persona de Cristo Jesús... cuando tengo esa experiencia, mi vida toma un giro de 180 grados. Mi vida y planes cambiaron", confiesa el ahora pastor.
Turcios, que ya había jugado en el Balboa y el Firpo en la zona oriental, estaba en 2013 en el RoPs de Finlandia. El equipo recién celebraba el ascenso y el zaguero nacional sufrió una lesión de ligamento cruzado. Tenía un vacío, no solo por la lesión, sino porque, en sus palabras, "ni la fama, ni el deporte, ni los logros" lo llenaban.
Confiesa que tuvo una visión, que se encontró con un personaje "con vestiduras blancas en frente de mí, con los brazos abiertos... Comencé a confesar mis pecados y mi vida cambió". Luego fueron largos días de ayuno y la decisión de retornar a El Salvador, en donde se enlistó con el Alianza, del que se retira un año después.
Su familia e incluso en la interna alba no comprendían la decisión de retirarse del balompié, pero Víctor confiesa que lo tenía claro. Arregló su salida y se movió al oriente del país. En Santa Rosa de Lima comenzó a predicar, también por la influencia de un exfutbolista y pastor.
Después de un tiempo en La Unión, Turcios decide regresar a la capital y se instala en la casa de la pequeña calle Los Naranjos, atrás de La Tiendona.
Para él, la tarea no está terminada y ahí, en el ministerio que fundó con su esposa y con una congregación de unas 50 personas, ya tiene tres años de predicar en una zona que se ha considerado históricamente de riesgo.
Su visión de la vida cambió y cuenta que "Mi deseo es predicar la palabra y que las personas se conviertan. Es mi paga, mi alegría, lo que me gusta hacer. Mi visión, mi deseo, está más allá, es decir, cumplir con la voluntad de Dios en la Tierra y que el día que Víctor Turcios parta de esta tierra tenga un lugar especial en el Cielo".
Mensaje de response para boletines
Comentarios