Sin embargo, también pueden limitar nuestra exposición a diferentes puntos de vista o productos, creando una especie de “burbuja de filtros” donde solo se nos muestra información que refuerza nuestras creencias o preferencias actuales.
En la era digital actual, todos tenemos, en mayor o menor medida, una “vida digital”. Nuestra interacción con la tecnología es constante y a menudo subconsciente, ya sea a través de las redes sociales, las compras en línea o la búsqueda de información. Sin embargo, muchos no se dan cuenta de que nuestros comportamientos y decisiones están cada vez más influenciados por algoritmos.
Pero, ¿qué son los algoritmos y cómo afectan nuestras acciones en el mundo digital? En términos simples, un algoritmo es un conjunto de instrucciones o reglas que una computadora sigue para realizar una tarea específica. Podemos compararlo con una receta de cocina: paso a paso, guía a la computadora en lugar de a una persona, para realizar operaciones como clasificar datos, buscar información o recomendar contenido.
Los algoritmos son el corazón de la mayoría de las aplicaciones y plataformas que usamos a diario. Están diseñados para procesar grandes cantidades de datos y tomar decisiones en fracciones de segundo, basándose en patrones y comportamientos previos. Un ejemplo sencillo es lo que sucede cuando usamos Netflix, los algoritmos analizan nuestros hábitos de visualización para recomendarnos programas o películas que muy probablemente nos parecerán interesantes.
Estos algoritmos funcionan analizando datos. Estos datos pueden incluir lo que hemos buscado, el contenido que hemos visto, cuánto tiempo hemos pasado en ciertas páginas, e incluso la hora del día en que estamos más activos en línea. Utilizando técnicas como el aprendizaje automático (machine learning), los algoritmos pueden aprender de estos datos y mejorar sus recomendaciones con el tiempo.
En las redes sociales, por ejemplo, los algoritmos determinan qué publicaciones vemos primero en nuestro “feed”. Analizan nuestras interacciones previas, como los “me gusta”, comentarios y compartidos, para mostrarnos contenido que creen que captará más nuestra atención. Esto no solo nos mantiene más tiempo en la plataforma, sino que también aumenta las oportunidades de mostrar anuncios que son más relevantes para cada uno de nosotros.
Los algoritmos son creados por una combinación de ingenieros de software, científicos de datos, especialistas en inteligencia artificial, y otros profesionales en el campo de la tecnología y la investigación.
Otro componente fundamental del ecosistema digital son las famosas cookies. Estas son pequeños fragmentos de datos que los sitios web almacenan en nuestro navegador cuando los visitamos. Estas cookies recopilan información sobre nuestro comportamiento en línea, como las páginas que has visitado, los productos que hemos visto o añadido al carrito de compras.
Estas cookies sirven para la aplicación de una estrategia que ha surgido en el mundo digital, el “remárketing” o “retargeting”, que consiste en utilizar cookies para mostrar anuncios a personas que ya han interactuado con un sitio web o una aplicación. Ya nos habrá pasado a algunos que si visitamos un sitio web de moda y miramos un par de zapatos sin comprarlos, es probable que esos zapatos nos “persigan” en otros sitios web o en redes sociales. Esta estrategia funciona porque las empresas han identificado que un usuario que ya ha mostrado interés en un producto, tiene más probabilidades de completar una compra si se le recuerda repetidamente.
El uso de algoritmos y cookies tiene un impacto significativo en el comportamiento de los usuarios en el mundo digital. En primer lugar, influyen en lo que vemos, leemos y compramos. Los algoritmos personalizan nuestras experiencias en línea, lo que puede ser beneficioso al mostrarnos contenido y productos que coincidan con nuestros intereses. Sin embargo, también pueden limitar nuestra exposición a diferentes puntos de vista o productos, creando una especie de “burbuja de filtros” donde solo se nos muestra información que refuerza nuestras creencias o preferencias actuales.
Además, el remárketing puede llevar a compras impulsivas o decisiones influenciadas por la exposición repetida a ciertos productos o servicios. Es importante tener en cuenta que a medida que las plataformas digitales continúan refinando sus algoritmos, la capacidad para predecir y, en algunos casos, influir en nuestro comportamiento seguirá mejorando.
No podemos olvidar que, con el poder de los algoritmos para influir en nuestras decisiones, también surgen preocupaciones éticas y de privacidad. Es comprensible sentir incomodidad con la cantidad de datos personales que se recopilan y cómo se utilizan para manipular nuestro comportamiento en línea. Como decía aquella frase: “un mundo nos vigila”, nunca antes ha sido tan cierta.
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