En el Estado 51, regirían instituciones de gobierno fuertes e independientes, garantes de los famosos checks & balances desde los tiempos de George Washington.
Estado 51
Aceptémoslo. En Cuscatlán brilla por su ausencia el fervor patriótico, algunos ejemplos: A diferencia de países vecinos, son contaditos los carros y casas que lucen nuestra bandera en septiembre. Ver un asta pelada, sin bandera, por los siglos de los siglos amén (redondel Masferrari), nos tiene sin cuidado. Declaramos indecentes a las cachiporristas, con razón, ahora raquíticos los desfiles.
En septiembre, parezco lorita Pepita repitiendo “estaríamos mejor en manos españolas.” Ahora opino, tema de esta nota, que estaríamos mucho mejor en manos de los gringos. En vez de andar ofreciéndonos como Prison City, voto por solicitar la anexión al Imperio.
No sería la primera vez. En Navidad 1822, El Salvador, 15 meses recién independiente, solicitó la anexión a USA pero, en aquel entonces, no progresó por estar poblado de indo-españoles que les daban asco a los WASP*. Además, a diferencia de México, no convenía geográficamente.
Pero ahora, en tiempos de expansión global, canta otro gallo: Prisión City in en El Salvador, The Riviera of the Middle East, Greenland, Panamá, Canada, in bed with Putin...
El Salvador, como estado 51, puede ser mucho más que prisión. Un cacho más chico que Massachusetts, pero más grande que Connecticut y Rhode Island (chiquito pero matón), rápido recuperaríamos la cabeza de león, ahora cola de ratón, en materia de crecimiento económico de la región.
Tremendo impulso que generaría la inversión, al integrar nuestra Nación a la economía más grande y dinámica del mundo. Con la bendición, que ya compartimos la misma moneda y, dejémonos de paja, nuestra cultura 100% agringada. How Are You le pusimos al Paso del Jaguar.
Los salarios mínimos mensuales, pasarían del mísero $365 a entre $1,680 y $3,600 (entre $7 y $15 la hora según estado); despertaría el emprendedurismo y el poder del consumo, dejaríamos de profundizar en el hoyo de la pobreza. ¡Al fin!
Como estado 51, vendrían a poner orden los del FBI, CIA, DEA, y demás trabalenguas, con dientes filudos contra los cárteles, los nuevos terroristas; con motosierra contra la corrupción y el despilfarro (lástima que se llevaron de encuentro el USAID).
Como gringos, pudiéramos votar y tendríamos 2 senadores y 2 representantes, defensores de los derechos de los 8 millones de jalvadoreños, con libertad de establecer residencia en el estado que nos ronque la gana.
En el Estado 51, regirían instituciones de gobierno fuertes e independientes, garantes de los famosos checks & balances desde los tiempos de George Washington. “Ojalá resistan el abate de “Trusk”, así le menta la lorita al dúo del momento. Veremos.
Life, Liberty & the Pursuit of Happiness, lindas aspiraciones en nuestra nueva Declaración de Independencia.
Como gringos, no más ISSS, welcome Social Security / Medicare /Medicaid. Como gringos, menos sufrimiento, welcome subsidios para asistencia social. Como gringos, menos burros, welcome más y mejor educación.
Solo el 15% de los canadienses apoyan ser el Estado 51, pero a ellos nadie les está queriendo quitar el maple, símbolo nacional, como a nosotros la pupusa. ¿Guerra de la pupusa con Honduras? No sucederá con las fuerzas armadas más poderosas del mundo de nuestro lado.
En Canadá, brilla por su presencia el fervor patrio; la enorme mayoría odia al anaranjado por su intención expansionista y su broma de mal gusto, “governor Trudeau”. Que felicidad al ganarle a los gringos, en overtime, el hockey geopolítico el jueves pasado en Boston. Oportuno mensaje de Justin a Donald: “You can’t take our country – and you can’t take our game” Primero muertos que gringos.
Nosotros, ojalá gringos antes de morir. Nos conviene; por lo arriba señalado y mucho más ¿Qué dicen, hacemos un referéndum?
Yo sé, se sentirá raro ver los stars & stripes en el Masferrari; “pior es ver la asta pelada” opina la lorita.
WASP : White (o Wealthy) Anglo Saxon Protestant, pedigree de los descendientes británicos que dominaban los escalones políticos y económicos gringos - como bancos, trenes, seguros, energía e industria, desde la independencia (1776) hasta la mitad del Siglo XX.
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