
Estas son las lecciones que dejó la pandemia hace cinco años para evitar que otro virus colapse el mundo.
Cuando el 5 de mayo de 2023 la Organización Mundial para la Salud (OMS) declaró el fin de la emergencia sanitaria global por el covid-19, el mundo sintió un respiro, pues, significaba el retorno gradual a la “normalidad”, a la vida cotidiana.
No obstante, expertos advirtieron que la mejor forma de entender el mundo postpandemia era adaptándose a una “nueva normalidad”. Una que demostró que, a pesar de los avances científicos, si los gobiernos no están preparados para enfrentar un virus como el Sars-Cov-2, millones de vidas se perderán, las economías quedarán destrozadas y los sistemas de salud colapsarán, nuevamente.
Según una encuesta realizada por YouGov para la oenegé WaterAid, 18.000 personas de 15 países llegaron a la conclusión de que, en 2020, cuando se decretó la pandemia, “el mundo no estaba listo” para enfrentarse a una emergencia de tal magnitud.
Luis Jorge Hernández, médico salubrista, indica que el principal reto de aquel entonces fueron los vacíos en la gobernanza tanto nacional como internacional para responder a la crisis.
“Hubo falta de preparación en sistemas de vigilancia epidemiológica, insuficiente capacidad hospitalaria, desigual acceso a la vacunación y fallas en la comunicación del riesgo”, señala el experto.
“Muchas respuestas fueron tardías y descoordinadas, con medidas inconsistentes entre sectores y regiones”, señala Hernández, quien durante la pandemia fue director epidemiológico de Covida, un proyecto de la Universidad de los Andes que apoyó a las autoridades sanitarias de Colombia en medio de la crisis sanitaria.
"Hubo falta de preparación en sistemas de vigilancia epidemiológica nacional e internacional, insuficiente capacidad hospitalaria, desigual acceso a la vacunación y fallas en la comunicación del riesgo", Luis Jorge HernándezMédico salubrista y epidemiólogo.
A nivel internacional, la OMS tampoco cumplió con las expectativas.
Un panel de expertos independientes convocados por la ONU que evaluó la gestión de la agencia señala que no se explica por qué el Comité de Emergencias se reunió hasta finales de enero de 2020, cuando desde diciembre de 2019 ya se conocían miles de casos en China que reflejaban una alta tasa de contagio.
Por ello, los especialistas también se preguntan si el desenlace de este capítulo de la historia pudo ser diferente si se hubiese utilizado el término “pandemia” con anterioridad.
Por esos años, tanto la OMS como los gobiernos nacionales estuvieron en un constante ensayo y error, del que Hernández espera hayan aprendido la lección, por ejemplo, “en la rapidez de respuesta y en la gestión de información contradictoria”.
Hernández también indica que hubo errores sobre las cuarentenas prolongadas que no permitieron la inmunidad hibrida.
Por aquel virus que cambió la forma en como concebimos el mundo actualmente, al menos siete millones de personas fallecieron. Aunque la propia OMS reconoce que el número verdadero de fallecidos puede ser tres veces mayor y superar, por tanto, los 20 millones de víctimas.
A los científicos les tomó tan solo nueve meses crear una vacuna efectiva para combatir el Sars-Cov-2, una hazaña de la cooperación público-privada y un triunfo de la ciencia. Pero su éxito radicó en las alucinantes cantidades de gasto de estímulo movilizadas principalmente por los países ricos, a un nivel no visto desde el final de la Segunda Guerra Mundial, que demostraron que es posible recaudar y gastar dinero rápidamente, cuando los líderes lo consideran necesario.
Sin embargo, hasta el periodo de vacunación reflejó la desigualdad de aquel entonces, más que todo en economías emergentes, y que la pandemia continuó reforzando.
La brecha entre aquellos que pudieron quedarse en casa sin pérdida de ingresos y aquellos que se consideran trabajadores esenciales que no tuvieron más opción que salir a la calle fue muestra de ello. Una circunstancia que supuso grandes diferencias en las tasas de transmisión y en las dificultades económicas que vivieron las familias.
Diversos estudios basados en datos anteriores a la crisis indican, por ejemplo, que más del 50 % de los hogares de las economías emergentes y avanzadas no podrían sostener el consumo básico durante más de tres meses en caso de perder sus ingresos.
El éxito de la creación de la vacuna para el covid-19 radicó en las alucinantes cantidades de gasto de estímulo movilizadas principalmente por los países ricos, a un nivel no visto desde el final de la Segunda Guerra Mundial
El Banco Mundial advierte que estar listo para otra pandemia no solo implica brindar apoyo a los hogares y las empresas mediante transferencias de efectivo e instrumentos de política financiera como las moratorias de deudas, pues la respuesta a la crisis también deberá incluir políticas que aborden los riesgos derivados de los altos niveles de deuda pública.
Esta última resulta prioritaria para el organismo internacional, dado que “los niveles elevados de deuda pública reducen la capacidad de los Gobiernos para invertir en redes de protección social que puedan contrarrestar el impacto de la crisis en la pobreza y la desigualdad y para brindar apoyo a los hogares y las empresas en caso de que surjan contratiempos durante la recuperación”, indica el informe sobre el desarrollo mundial de 2022.
Por otra parte, una de las más grandes lecciones que deja el covid-19 es no obviar a la evidencia científica.
Las enfermedades zoonóticas (aquellas transmitidas por los animales a los humanos) no han desaparecido. Al contrario. El aumento de la densidad de población, especialmente en grandes zonas urbanas, y el mayor número de contactos entre humanos y animales aumentan las probabilidades de la expansión de este tipo de enfermedades.
Tras cinco años de la peor crisis sanitaria de los últimos 100 años, otros patógenos están en el punto de mira de la OMS, como el virus de la gripe aviar (H5N1).
Según una investigación del Centro para el Control y la Prevención de Enfermedades de Estados Unidos, este virus capaz de mutar y adaptarse a nuevos huéspedes, de manera similar al Sars-Cov-2, según el artículo publicado en la revista Science.
Por lo que, en la era pospandémica, el objetivo de los epidemiólogos y los centros de investigación se centra en el control de las zoonosis, responsables, según la OMS, de casi el 60 % de las enfermedades infecciosas conocidas y el 75 % de las emergentes.
La cuestión no es si habrá o no una próxima pandemia, sino cuándo ocurrirá. Este fue el mensaje de Tedros Adhanom, director general de la OMS en un discurso durante Cumbre Mundial de Gobiernos en Dubái de 2024. Añadió que el mundo no está preparado para otro evento como este, por lo que, si no aprendemos todas las lecciones que tenemos pendientes, "la próxima vez lo pagaremos caro", dijo.
Para poder reaccionar con la celeridad necesaria para afrontar el riesgo de epidemia, esto es, en días en lugar de semanas, el grupo de expertos recomienda crear un nuevo marco mundial que apoye la prevención de pandemias y la protección contra ellas. “Debe ser visto como una inversión colectiva en la seguridad y el bienestar de todos los humanos”, señala el informe de la ONU.
Desde diciembre de 2021, los Estados miembros de la OMS (194 para ese momento) discutían para desarrollar un acuerdo internacional -un pacto legalmente vinculante que estableciera la cooperación sobre preparación y respuesta ante pandemias-, sin embargo, a 2025, no han llegado a un consenso.
A nivel nacional, Hernández recomienda “fortalecer los sistemas de salud pública, invertir en ciencia y tecnología para una respuesta ágil y asegurar estrategias de equidad en la distribución de vacunas y tratamientos”.
De acuerdo con el Instituto Nacional de Salud de Colombia (INS) a causa de la pandemia se mejoró de forma progresiva el sistema de información en salud pública del país. También se fortaleció la infraestructura, procedimientos, recursos y avance tecnológico de la red de laboratorios para el diagnóstico oportuno, testeo masivo y la implementación de medidas de mitigación del riesgo.
Sin embargo, aún hay procesos técnicos e institucionales para mejorar.
“Se requiere aumentar la capacidad de respuesta del sistema de salud, mejorar los procesos de contratación del personal sanitario, invertir en avances tecnológicos y de investigación para la producción de vacunas, así como en tecnología en procesamiento de muestras, análisis de datos, sistematización y articulación de la información”, señalan en un comunicado compartido a este diario.
Por otra parte, falta presencia en fronteras para operativizar la vigilancia de entrada de nuevos agentes infecciosos, comentan para este diario Viviana Moreno, médica epidemióloga, y Marisol Galindo, bacterióloga, ambas funcionarias del INS. Y, “se requiere la descentralización de los procesos para llegar de forma oportuna a todos los territorios”, agregan.
"Hace falta invertir en ciencia y tecnología para una respuesta ágil y asegurar estrategias de equidad en la distribución de vacunas y tratamientos", Luis Jorge HernándezMédico salubrista y epidemiólogo.
Cuestionadas sobre los referentes que tiene Colombia para planificar su respuesta, las científicas dicen que el país estudia el modelo de Irán, Irlanda, Uganda, Austria o República Checa, que implementaron medidas estrictas de confinamiento, mantuvieron la comunicación y participación de la comunidad en la respuesta.
También de otros países como Corea del sur, que implementan toma de muestras masivas con diagnóstico rápido e implementación en aislamiento de casos, cierre de comunicación y retenes de control para la identificación de sintomáticos.
Con la llegada de Donald Trump a la presidencia, Estados Unidos fue retirada de la OMS. Una decisión que la comunidad internacional recibió con cautela, pues como lo señaló Amnistía Internacional: “Esto socavará la salud pública tanto en EE. UU. como en el resto del mundo”.
“No tenemos más que mirar a la pandemia del covid-19 para saber que las enfermedades no se detienen en las fronteras. La OMS es la organización mundial mejor equipada para responder a emergencias globales de salud, y retirar la financiación y la pertenencia de Estados Unidos amenaza con dañar los derechos y las vidas de personas del mundo entero”, agregó la responsable del movimiento para el país norteamericano.
Estados Unidos ha sido históricamente el mayor contribuyente a la OMS, responsable del 22 % de las contribuciones obligatorias durante el periodo 2024-2025, además de aportes voluntarios significativos. Estas contribuciones representan el 18 % del presupuesto total de la organización, que asciende a 6,800 millones de dólares en su ciclo bienal más reciente.
Además de la financiación, expertos advierten que el intercambio de datos y las mejores prácticas en salud pública podrían verse afectados, reduciendo la eficacia de las respuestas ante futuros brotes.
Por mencionar, una red de más de 700 laboratorios para la inmunización global de enfermedades como como el sarampión, la polio o la rubeola estaba completamente financiada por Estados Unidos “y ahora corre el riesgo de tener que cerrar justo en el peor momento", indicó el director general de la OMS.
Aunque el director de Emergencias Sanitarias de la misma agencia, Mike Ryan, destacó que, si bien la agencia ha recortado un 25 % su programa de atención a crisis globales, en parte por la retirada de financiación de Estados Unidos, aseguró que esto no significará el fin de la agencia.
Actores no estatales donan ampliamente a la OMS. Por ejemplo, la Fundación Bill & Melinda Gates otorgó unos 830 millones de dólares en 2024 y la Alianza para las Vacunas GAVI aportó cerca de 481 millones de dólares.
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