Panamá, conocido por su emblemático canal, es el único país de Centroamérica donde se puede ver el amanecer en el Océano Atlántico y despedir el día con el atardecer en el Pacífico.

Este fenómeno se produce debido a la orientación y la estrechez del istmo de Panamá, que en su punto más angosto tiene apenas 80 kilómetros de ancho. Gracias a esta disposición geográfica, es posible viajar de un océano a otro en un corto período de tiempo y presenciar cómo el sol aparece por el Atlántico y se oculta en el Pacífico en un mismo día.

La estrecha franja de tierra que conforma algunas zonas de Panamá permite cruzar de un océano a otro en cuestión de horas. Uno de los recorridos más conocidos para experimentar este fenómeno es viajar desde la ciudad de Colón, en la costa atlántica, hasta la capital, Ciudad de Panamá, ubicada en el litoral pacífico.

En vehículo, este trayecto puede completarse en menos de dos horas, lo que facilita la posibilidad de presenciar ambos espectáculos naturales en un solo día.

Para los más aventureros, una opción aún más impresionante es escalar el Volcán Barú, el punto más alto de Panamá con 3,474 metros de altitud. En los días despejados, desde su cima es posible observar simultáneamente los dos océanos, un fenómeno único en la región.

Además de su geografía privilegiada, Panamá es famoso por el Canal de Panamá, una obra de ingeniería que conecta ambos océanos y que ha sido clave en el comercio mundial desde su inauguración en 1914. Este cruce artificial permite el tránsito de embarcaciones de un océano a otro en cuestión de horas, consolidando la posición estratégica del país a nivel global.

Desde playas caribeñas con aguas cristalinas hasta costas bañadas por el Pacífico con imponentes acantilados, Panamá ofrece una diversidad de paisajes que reflejan su singularidad.