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Las misteriosas figuras rituales encontradas en el sitio arqueológico de San Isidro, Sonsonate

Las cinco figuras, que tienen más de 2,400 años de edad, fueron encontradas en perfecto estado en el mayor montículo del sitio arqueológico. Los arqueólogos sugieren que pudieron haber sido utilizadas, a la usanza de las marionetas actuales, en actos públicos, antes de darles un uso funerario.

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Un equipo de expertos, liderado por los arquéologos Jan Szymański y Gabriela Prejs, de la Universidad de Varsovia, Polonia, encontró, en 2022, un conjunto de cinco figuras rituales en el sitio arqueológico de San Isidro, en Izalco, Sonsonate. 


El hallazgo fue dado a conocer a principios de marzo  en un largo estudio firmado por ambos investigadores y aparecido en el sitio web de la revista Antiquity, de la Universidad de Cambridge, Inglaterra, así como por otro artículo publicado en la revista Science, elaborado por Lizzie Wade. 


Los textos consignaban que las figuras de cerámica, cuyas dimensiones oscilan entre los 10 y 30 centímetros y que tienen una edad de más de 2,400 años, habían sido encontradas en la cima del mayor montículo del sitio, en una especie de depósito funerario en el que, sin embargo, no localizaron restos humanos.


Las publicaciones destacaban además que la importancia del hallazgo radicaba, entre otras cosas, en que el referido conjunto, perteneciente al estilo denominado Bolinas, era apenas el segundo de ese tipo que se había encontrado en buen estado.  


Algo parecido solo se había logrado en 2012, cuando otros arqueólogos desenterarron también un grupo de esas figuras en el sitio maya de Tak’alik Ab’aj, en Guatemala.


En concreto, las figuras desenterradas en San Isidro tienen sus bocas abiertas, algunas mostrando sus lenguas, y tres de ellas, las más grandes poseen cabezas desmontables con pequeños agujeros en sus cuellos y cráneos, lo que hizo pensar a Szymański que al pasar una cuerda por dichos agujeros los creadores de las figuras podrían haber tenido la intención de guiar sus movimientos simulando que hablaban o cantaban como lo haría una marioneta moderna.


De hecho, al arqueólogo lo que más le sorprendió al momento del hallazgo fueron los llamativos rasgos faciales de las mencionadas figuras.

Las expresiones vívidas en los rostros de las figuras fue una de las cosas que más llamó la atención del arqueólogo que dirigió el descubrimiento. Foto: J. Przedwojewska-Szymańska/PASI
Las expresiones vívidas en los rostros de las figuras fue una de las cosas que más llamó la atención del arqueólogo que dirigió el descubrimiento. Foto: J. Przedwojewska-Szymańska/PASI


"Cuando las sostienes en la mano, a veces incluso parecen espeluznantes por sus expresiones vívidas", dijo a Science, al tiempo que mencionó que estas parecían cambiar según el ángulo desde el que se les mirara. "Mueves la mirada solo un poco y parece como si esa cosa casi se hubiera movido", indicó

En términos de su disposición, la publicación indicó que tres de las figuras fueron encontradas boca arriba, mientras que las restantes dos, en sentido inverso, pero la mayoría parece haber estado orientada hacia el occidente, hacia el lugar donde se oculta el sol, una dirección asociada en los pueblos prehispánicos de Mesoamérica con el reino de los muertos.


Por lo mismo, y por el sitio en el que estaban enterradas, en el centro del montículo más prominente del yacimiento arqueológico, los expertos consideran que las figuras podrían haber desempeñado un papel mucho más importante que el de simples juguetes. Posiblemente, sugieren, se utilizaban en rituales públicos.


Pueden haberse utilizado “en una variedad de representaciones diferentes antes de ser finalmente depositados como algo realmente, realmente especial", expresó el arqueólogo. “Yo diría en una tumba”—como en Tak’alik Ab’aj— “pero no tenemos el cuerpo”, sentenció.


A diferencia de las figuras Bolinas encontradas en el sitio maya de Guatemala, las cuales llevaban ropas y estaban decoradas con joyas, las desenterradas en San Isidro están completamente desnudas y sin adornos. Aunque las dos más pequeñas presentan mechones de pelo grabados en la arcilla y orejeras en los lóbulos, lo que hace pensar al arqueólogo que estas figuras también pudieron estar vestidas en algún  tiempo.


“Es posible, por lo tanto, que las prendas, peinados y quizás piezas de joyería también hayan sido usadas por los ejemplares de San Isidro; la ausencia de dichos adornos en el registro arqueológico puede reflejar que fueron fabricados con materiales perecederos”, sentencian los autores en la publicación de Antiquity.


Esas similitudes en las representaciones y los materiales es otro de los elementos destacables del hallazgo, puesto que, según los investigadores, sugeriría que San Isidro participó en redes de interacción en toda la zona mesoamericana, compartiendo costumbres y tradiciones con otras culturas del área, lo que contrariaría la visión predominante que ha asumido al territorio nacional como aislado del resto de la región. 


"Este descubrimiento contradice la noción predominante sobre el atraso cultural o el aislamiento de El Salvador en la antigüedad", afirmó Szymański. "Revela la existencia de comunidades vibrantes y de gran alcance capaces de intercambiar ideas con lugares notablemente distantes", concluyó.

Las tres figuras más grandes poseen cabezas desmontables con pequeños agujeros en sus cuellos y cráneos. Esto hizo pensar a los arqueólogos que al pasar una cuerda por dichos agujeros los creadores de las figuras podrían haber tenido la intención de guiar sus movimientos como con una marioneta. Foto: J. Przedwojewska-Szymańska/PASI
Las tres figuras más grandes poseen cabezas desmontables con pequeños agujeros en sus cuellos y cráneos. Esto hizo pensar a los arqueólogos que al pasar una cuerda por dichos agujeros los creadores de las figuras podrían haber tenido la intención de guiar sus movimientos como con una marioneta. Foto: J. Przedwojewska-Szymańska/PASI


Según una publicación del ministerio de Cultura de 2021, el sitio arqueológico de San Isidro fue identificado por primera vez a principios de la década de los 80, pero fue muy poco estudiado desde entonces.


Hace cuatro años, cuando comenzaron los trabajos de exploración en la zona, la cartera de Estado presumía que el lugar podría haber sido habitado principalmente hacia el periodo Preclásico tardío (400 a. C. – 200 d. C.) o Preclásico medio (1200 – 400 a. C.). 


Cultura anticipaba además en esa publicación que en el sitio existían varias agrupaciones de montículos, extendidas sobre una superficie de más de tres kilómetros cuadrados, que correspondían posiblemente a un centro ceremonial. Pero matizaba indicando que las condiciones existentes entonces volvían imposible determinar si  correspondían a un mismo sitio o a varios asentamientos pequeños. Como difícil era igualmente asegurar si el asentamiento había sido o no de filiación maya.

Cultura ignora petición de entrevista con arqueólogo 

Para conocer más detalles del hallazgo realizado en el sitio de San Isidro, La Prensa Gráfica contactó a inicios de este mes al arquéologo Jan Szymański con la intención de solicitarle una entrevista. 

El experto  de la Universidad de Varsovia, en Polonia, que ha estado explorando el sitio desde 2021, expresó su interés en transmitir la información del descubrimiento a un público amplio en El Salvador y, por tanto, su disposición a hablar con este medio, pero indicó que solo podía hacerlo con la autorización de la directora nacional de Patrimonio Cultural, María Isaura Aráuz, por lo que pidió tramitar la solicitud con la funcionaria. 

Este medio cumplió dicha formalidad el pasado 10 de marzo, enviando la petición tanto al correo  de la Dirección de Patrimonio Cultural que aparece en el sitio web del ministerio, como a los correos de los encargados de Comunicaciones de la referida cartera de Estado. 
 

Dos días después se envió también la solicitud a la dirección institucional de Aráuz que aparece en el portal de Transparencia del ministerio. Sin embargo, hasta el cierre de esta nota, no se recibió respuesta. 

Hace cuatro años, cuando comenzaba la exploración topográfica y geofísica de San Isidro, el arqueólogo polaco que ha visitado el país en numerosas ocasiones conversó con este periódico. En ese momento expresó que el asentamiento prehispánico, que podría extenderse sobre una superficie de cuatro o cinco kilómetros cuadrados, tenía el potencial de ser uno de los más grandes del país. Y señaló que buena parte de su interés en el proyecto pasaba por averiguar la formación de las antiguas identidades culturales en la zona. 

En la publicación de la revista Science, aparecida a inicios de marzo, el investigador señaló que, a su juicio, San Isidro pudo haber sido un centro de comercio donde culturas, ideas y lenguas de Centroamérica y más allá se encontraron. 


Qué aspectos de aquella sociedad ayuda a entender el descubrimiento de las Bolinas, era justamente uno de los puntos que se buscaba abordar al arqueólogo. 
 

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  • Sitio arqueológico
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  • Figuras rituales

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