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Las investigaciones revelan que los primeros zapatos se fabricaban con materiales como pieles de animales y fibras vegetales, los cuales se degradan fácilmente con el tiempo, dificultando su preservación y hallazgo por parte de los arqueólogos.
A lo largo de los años, los descubrimientos arqueológicos han revelado fascinantes detalles sobre los primeros pasos de la humanidad en la creación de calzado. Recientes estudios sugieren que la invención de esta prenda se remonta a tiempos muy antiguos.
En diferentes partes del mundo, se han encontrado ejemplos antiguos de calzado, uno de los más notables fue un par de zapatos de 10,400 años encontrado en una cueva en Oregón, Estados Unidos, el cual ha sido crucial para comprender cómo nuestros antepasados protegían sus pies. Mientras que en Armenia se descubrieron zapatos de cuero de 5,500 años. Y en España se hallaron sandalias de hierba de 6,200 años.
Estos descubrimientos han permitido a los científicos trazar una línea de tiempo aproximada de la evolución del calzado. No obstante, una pregunta persiste: ¿qué pasa con los zapatos que no fueron encontrados debido a la degradación de sus materiales?
Las investigaciones revelan que los primeros zapatos se fabricaban con materiales como pieles de animales y fibras vegetales, los cuales se degradan fácilmente con el tiempo, dificultando su preservación y hallazgo por parte de los arqueólogos. Esta fragilidad de los materiales plantea un gran desafío para determinar con precisión cuándo se fabricaron los primeros zapatos.
A pesar de no haber restos concretos de zapatos anteriores a los de 10,400 años, hay indicios que sugieren que el calzado humano podría ser mucho más antiguo. Según un estudio publicado por Live Science en 2023, se encontraron marcas de suelas en una playa de Sudáfrica que datan de hace 150,000 años. Este análisis identificó huellas compatibles con el pie humano, pero sin la presencia de huellas dactilares, lo que podría indicar el uso de algún tipo de calzado en esa época.
Charles Helm, investigador de la Universidad Nelson Mandela, comentó que “la protección contra lesiones y contra temperaturas extremas” fue un factor clave para la invención del calzado. Este tipo de hallazgos sugiere que los humanos buscaban formas de proteger sus pies desde tiempos muy remotos.
En la región de Oregón, Estados Unidos, se han descubierto numerosas sandalias tejidas con cortezas de plantas como la artemisa desde 1938, cuando se encontraron los zapatos más antiguos.
Thomas Connolly, director de investigaciones arqueológicas del Museo de Historia Natural y Cultural de la Universidad de Oregón, explicó que estos zapatos eran fabricados “con gran habilidad, con suelas planas y protectores para los pies”. Estas sandalias no solo eran funcionales, sino también ingeniosamente diseñadas para ofrecer comodidad y protección.
Entrevistas con nativos de la región revelaron que, durante el invierno, se usaban zapatos de tela para mantener la temperatura corporal y los pies calientes. A pesar de su porosidad, estos zapatos eran ideales para trabajar en pantanos y lagos fríos, donde se realizaban actividades como la pesca o la recolección de plantas para fabricar alfombras y cestas.
Connolly señaló que estos zapatos se usaban “para trabajar en pantanos y lagos fríos donde alguien podía recuperar redes de pesca o caza, o recolectar plantas para alfombras y cestas”.
Además de los zapatos investigados por Connolly, existen registros de restos humanos que datan de hace unos 10,600 años, conocidos como la Momia de la Cueva del Espíritu, que vestía mocasines de cuero. Aunque todavía no se ha confirmado la antigüedad exacta de estos zapatos, su existencia proporciona una visión valiosa sobre las prácticas y habilidades de nuestros antepasados en la fabricación de calzado.
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