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La escritora española, Julia Navarro, habló sobre su libro “El niño que perdió la guerra”, la migración y de la Historia, de la cual no se aprende y se vuelve a repetir.
Primero Panamá y después Costa Rica, solo faltaron unos cuantos kilómetros más y la escritora española Julia Navarro hubiera llegado a El Salvador. Pero aunque no lo hizo físicamente, su presencia en el país sí fue posible gracias a la tecnología en un conversatorio en línea organizado por la librería Internacional Libros y Regalos, el cual fue dirigido en conjunto con Iliana Herrera.
En ese espacio, la autora conversó sobre su último libro publicado “El niño que perdió la guerra”, sobre los regímenes autoritarios, las guerras, la migración, la inspiración literaria y sobre la historia inmediata que se repite a pesar de todo.
Navarro, que fue periodista por 35 años, ha publicado una decena de novelas que transcurren en el siglo XX, al que ella llama “un siglo que ha sido antes de ayer”, y en el actual, donde busca “indagar en los claroscuros de los seres humanos”.
“Yo siempre digo que he tardado toda una vida en poder escribir mis libros. Mis libros, aunque sean frutos de la imaginación, mis herramientas son la realidad, son la vida, son lo que sucede a mi alrededor”, dice.
En “El niño que perdió la guerra” (Plaza y Janés, 2024), del que puede leer la reseña en www.laprensagrafica.com, narra la vida de Pablo, un niño español que fue arrancado a sus cinco años de los brazos de su madre Clotilde, a finales de la guerra civil española, y fue llevado a la Unión Soviética en el apogeo del estalinismo, como una forma de “salvarlo”, según su padre.
Pero la Unión Soviética estaba en plena construcción del “nuevo hombre” donde todo era en por y para la revolución.
“Pablo es un niño que se ve transportado de un momento a otro de la seguridad de su casa al otro extremo del mundo”, y no “por que su padre sea un malvado, sino porque su padre piensa: 'Estamos en guerra, hay una situación terrible, caen bombas, no hay comida'. Eso lo pensaron muchas familias en España que mandaron a sus hijos fuera, lo que pasa es que algunos niños fueron enviados a Francia, al Reino Unido, a otros lugares en los que cuando terminó la guerra pudieron retornar; pero a Pablo lo mandan a la Unión Soviética y como el régimen comunista de Stalin y el régimen fascista de Franco no tenían relaciones, Pablo no puede regresar”, explica.
Esta es una novela que ella esperaría que no “deje al lector indiferente”.
“Me gustaría que esta novela sirva para reflexionar sobre cuestiones que son importantes: las dictaduras, las autocracias, que reflexionara sobre fenómenos como el de la inmigración...”, asegura.
Y lo hizo con la URSS porque “soy una auténtica apasionada de la literatura rusa de finales del XIX y principios del XX de manera que es habitual en mí a veces hacer estas referencias, mirar hacia esa parte del mundo”, dice la autora que cree que “el germen” de esta novela se impuso hace muchos años cuando descubrió la poesía de Anna Ajhmátova.
“Este libro empieza con el 'Requiem' de Anna Ajhmátova una de mis poetas favoritas y una de las grandes poetas del siglo XX. Cuando yo la leí, no solamente sus poemas sino su biografía, eso debió de germinar en mí hasta que un día, hace unos años, empecé a escribir ‘El niño que perdió la guerra’”, detalla.
¿Cómo confluyen estos mundos tan distintos, una España con la llegada de Franco y esa Unión Soviética en plena efervescencia, cómo logró estas historias paralelas con mundos tan diferentes?
Entre mis preocupaciones está siempre la libertad, la libertad que a mí me parece que es el primer derecho humano de todos los que habitamos este planeta. En el siglo XX hay dos grandes ideologías que atraviesan el siglo y que dividen al mundo prácticamente en dos, una parte es el fascismo y por otra, el comunismo, fruto de la revolución bolchevique en la Unión Soviética.
Yo siempre digo que las dictaduras se parecen, dan lo mismo que sean de derechas o de izquierdas, lo primero que hace cualquier dictador o cualquier autócrata es restringir o acabar con la libertad de los ciudadanos. Lo hizo la España de Franco y lo hizo la Rusia de Stalin, es decir, no había libertad. En segundo lugar, todos los dictadores y todos los autócratas inmediatamente intentan imponer la censura.
La censura también a la creación cultural: los escritores, los pintores, los músicos, los cineastas, los escultores; todo aquel que tiene un pensamiento propio y un pensamiento que puede tener un eco en la sociedad es temido por los dictadores porque piensan que ese pensamiento puede tener un efecto en la población y, por tanto, llevar a discutir, a plantar cara, a no aceptar esos métodos dictatoriales. Entonces la España de Franco y la Rusia de Stalin tienen muchas cosas en común, la principal es la carencia de libertad.
¿Cómo describiría a Pablo (el niño que fue arrebatado)?
Pablo es uno de esos muchos niños que existieron en el pasado y que existen en el presente que se ven obligados a un exilio forzado. Ellos no lo han elegido, pero las circunstancias de vida de sus padres les llevan, les transportan a otro lugar. Yo siempre digo que los niños pierden las guerras de sus padres. Si sus padres han perdido una guerra y han tenido que marcharse de un lugar por la violencia o a veces simplemente huyendo de la miseria, los niños son las primeras víctimas.
Y Pablo se ve que tiene que afrontar una vida nueva, tiene que aprender un idioma distinto, asumir unas costumbres que no son las suyas y va a llevar prendido en el corazón la melancolía del recuerdo de su madre. Pablo es una persona que sufre ese desarraigo, ese que sufren tantos y tantos niños que se ven obligados a un exilio forzoso.
Cuando veo en mi país las imágenes de tantas personas que intentan llegar a las costas europeas buscando una vida mejor porque van huyendo de una situación de guerra, de violencia o de miseria, siempre me fijo especialmente en el rostro de los niños, en el rostro de terror de esos niños que no saben a qué se están enfrentando; que han tenido que hacer un largo camino y ver cómo sus padres se jugaban la vida; y a veces incluso la pierden intentando llegar a otro país donde creen que van a encontrar una vida mejor. Y a mí ese rostro de esos niños me persigue siempre.
Usted tocó el tema de las madres, ¿cómo fue la construcción de estos dos personajes femeninos y cómo considera el papel que juegan las mujeres en esos conflictos bélicos?
Las mujeres y los niños siguen siendo las primeras víctimas en los conflictos bélicos; es decir, la mujer sigue siendo un botín de guerra, sigue siendo esa manera que tiene el vencedor de humillar a los vencidos y muchas veces lo hace a través de las mujeres. Las violaciones son parte de los conflictos, el ensañarse con las mujeres y en eso desgraciadamente no hemos avanzado absolutamente nada.
De estos regímenes totalitarios, que habla, estamos viendo que están regresando en algunos países...
Nunca se han ido. Los regímenes totalitarios han existido siempre, existieron en el pasado y existen en el presente. Desgraciadamente no ha habido un impasse en el que desapareciera, no, han seguido. Pareciera que deberíamos de haber aprendido la lección de todo el horror que sucedió en el siglo XX, pero el conocimiento de la historia no es suficiente para no repetirla. Debería de serlo, pero yo creo que no cabe engañarse porque después de la Segunda Guerra Mundial continuaron los regímenes totalitarios en distintos lugares del mundo. Y en este siglo sigue habiendo regímenes totalitarios y autocráticos.
Esas dos ideologías ahora pueden parecer que son distintas porque los tiempos cambian, el lenguaje cambia, las estructuras cambian, la aparición de las nuevas tecnologías, todo eso hace que parezca que el mundo ha cambiado mucho, pero desgraciadamente esas dos grandes ideologías siguen presentes y siguen causando estragos en el mundo.
¿Cuál debería ser el libro de iniciación para leer a Julia Navarro?
Vamos a ver, cuando voy y entro en una librería no elijo los libros, ellos me eligen a mí. Hay tanto dónde elegir que yo sería incapaz de recomendar qué libro mío. Cualquier libro que al lector de repente sienta que le llama es el que tiene que coger.
Luego piensa una cosa yo tengo una visión de que mis libros son como mis hijos, entonces, dime: ¿qué madre elige entre sus hijos? Le queremos a todos.
¿Y qué está leyendo?
Soy una lectora bastante caótica, releo mucho. Ahora, por ejemplo, además de libros nuevos, estoy releyendo la obra de un autor español que nunca me cansaré de recomendar y que ha muerto hace poco: Javier Marías. Y uno de los últimos libros que yo he leído y que me ha interesado mucho porque habla de la tecnología y del mundo en el que estamos habitando es Nexus. Un libro que ayuda mucho a reflexionar sobre adónde hemos llegado.
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