La obra de este escritor y crítico mexicano, ha sido traducida al inglés, francés, alemán, italiano, polaco y ruso. Recientemente publicó “Cómo vi a la mujer desnuda cuando entraba en el bosque”, la tercera pieza editado por Random House.
A la hora de elegir los protagonistas de sus libros, el escritor mexicano Martín Solares desconfía de los superhéroes, esos personajes que combaten el mal con poderes mágicos, y acude a figuras más humanas, como la de sus novelas del detective Pierre Le Noir.
“No me interesan los superhéroes que nunca envejecen; para mis novelas prefiero un detective que adquiera experiencias a partir de sus aventuras”, confesó.
El autor acaba de publicar “Cómo vi a la mujer desnuda cuando entraba en el bosque”, la tercera pieza del tríptico editado por Random House en el que el policía Le Noir resuelve casos complicados, mientras se involucra con miembros del movimiento surrealista.
“Cuando viví en París, el museo Pompidou organizó una retrospectiva de los surrealistas; compré un pase de estudiante y fui todos los días. Ahí empecé a escribir una novela, pero no funcionó. Tuve que dedicar 12 años a estudiar sus biografías para que ellos aceptaran habitar estas novelas”, razona el también crítico.
En “Catorce colmillos”, la primera de las obras, Lenoir investiga el crimen de un hombre asesinado de forma extraña; en “Muerte en el jardín de la luna”, la víctima es el mejor amigo del detective y en “Cómo vi a la mujer desnuda cuando entraba en el bosque”, el agente busca rescatar en Normandía a una mujer que ama.
Fantasmas al acecho
Como en las dos primeras novelas del tríptico, la nueva obra de Solares transcurre entre hechos fantasmagóricos. Muertos que regresan en una sesión de hipnosis presidida por Andre Breton, líder del surrealismo; animales que hablan en un castillo embrujado y un amuleto salvador dan un toque de emoción a la historia.
Después de escribir un par de novelas sobre la violencia en el Golfo de México, Solares emprendió la saga, que podría tener una cuarta entrega, pero no sería pronto. Estudioso del arte de la novela, acerca del cual da talleres y publica libros, el autor acepta la importancia de la música de las palabras, pero también se preocupa por la trama de sus libros.
Purificar el lenguaje
Como le sucede a autores que sienten recibir un dictado de un lugar desconocido, Martín siente las voces de sus personajes y en el proceso de creación de su nueva novela tuvo momentos de percibir al irreverente Bretón.
“Si pudiera hablarle, le preguntaría qué piensa de esta época. Ya de alguna manera se lo he preguntado y me ha contestado que en Brasil, Argentina, Colombia, Ecuador, Nicaragua, España y México tienen un mismo mal, un lenguaje popular intoxicado de veneno, con palabras como balazos para empezar la batalla de dividir y odiar”, razona.
Pero, ¿qué hacer ante esa realidad? “Yo creo que debemos purificar el lenguaje, criticar a quienes usan tonos grandilocuentes, referencias majestuosas a la historia para justificar atrocidades y ver un solo lado de la naranja. Como en la época de los surrealistas, debemos arrebatarles la naranja porque no tienen derecho a usar el lenguaje de esa manera”, responde el hombre a quien, como en sus libros, en la vida le aburren los superhéroes con pose de Mesías; esos para quienes existen dos tipos de personas: los que piensan como ellos y los equivocados.
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