La pintora ha sido pionera en las artes salvadoreñas, destacando en diferentes ramas, desde el dibujo, la pintura, hasta la escenografía teatral, cuenta con más de cuatro décadas de trayectoria donde ha explorado diversas temáticas y combinado sus facetas de esposa, madre y artista.
“Mi trabajo lo describo como un reto apasionado y que disfruto. Siempre es un reto, porque no es un dibujo que tengo resuelto. Yo creo que lo más importante para el artista es sorprenderse. Entonces eso lo define, una búsqueda constante y que el resultado me sorprenda”, dice Margarita Álvarez de Martínez conocida en el mundo del arte como Negra Álvarez.
Su obra abarca escultura, pintura, dibujo, fotografía e instalación. Fue una de las primeras salvadoreñas en incursionar en la instalación y la primera artista local en utilizar la madera como escultura. Es una de las precursoras del arte contemporáneo a nivel local y de su parte existe un continuo rompimiento de “reglas” o cánones sobre cómo debería ser el arte, encontrando la belleza en materiales descartados y utilizándolos en creaciones.
Los temas de sus obras incluyen la maternidad, fertilidad, cotidianidad de la mujer, daño del medio ambiente, el ciclo de la vida y la muerte, elementos salvadoreños y algunos momentos en la historia del país.
La experta nacida en Santa Ana, encontró inspiración por artistas locales como Rosa Mena Valenzuela “por la libertad de crear” y Julia Díaz, “por la importancia que tuvo a nivel sentimental”, de ambas admira que nada las limitó, eran libres y creativas, de manera personal pudo identificarse con sus obras y sentirse libre, algo que también le gustaría provocar en el espectador.
El maestro Carlos Cañas, Salarrué y Benjamín Saúl también aportaron algo especial con sus influencias y Negra terminó haciéndolas propias.
Tiene 76 años y más de 45 como artista. Su primera exposición fue en la década de 1980. Revela que existe “una chispita” que a lo largo de los años ha despertado su inspiración y se encuentra relacionada con las etapas de su vida y procesos personales, que son una respuesta a su necesidad de expresar algo.
Recuerda por ejemplo, que en la época de la guerra, sobre el Paseo General Escalón veía bolsas en los andenes y los árboles porque no se recogía la basura, eso inspiró su serie de “tanates” o bolsas que hizo en esculturas con bronce y que también llevó a sus lienzos.
Luego trabajó con otros materiales como piedras, morro y madera. Este último hizo que sus piezas fueran innovadoras, pintaba la figura de mujeres sobre trozos de madera que eran descartados, y les mantuvo su esencia, las pintó hasta que ya no sintió necesidad y dio paso a otra etapa artística. Fueron esas obras las que impulsaron su reconocimiento a nivel internacional e inspiró a otros en esa técnica. A pesar de los buenos momentos, con el paso del tiempo también enfrentó cuestionamientos sobre la seriedad de su trabajo.
“En una época consideraban que éramos señoras que pintábamos. Yo creo que el tiempo es lo que ha dado una respuesta que realmente era un trabajo serio el que estábamos haciendo, un trabajo importante en nuestras vidas, que nos identificaba como artistas, no como señoras que pintábamos. Pero sí se dio ese cuestionamiento, si éramos realmente artistas formales o solo lo teníamos como un entretenimiento”, recuerda.
Negra estudió en Bélgica tres años y revela que en su formación tuvo dos escuelas, una académica y la otra antiacadémica. Eso influyó mucho en su trabajo y a su regreso a El Salvador, no buscaba ser una artista reconocida, pero tenía claro que deseaba ser una artista apasionada por su trabajo.
“Cuando yo regresé nunca consideré que por ser mujer no lo podía lograr, el arte era mi meta. Por eso trabajé en el teatro, en la remodelación del teatro estuve dos años siendo mamá, embarazada, ya como esposa, cumpliendo con mis trabajos. El éxito de mi vida creo que ha sido poder conjugar esos tres papeles de esposa, madre y artista”, declaró.
Explica que a lo largo de su carrera, ha relacionado sus vivencias con las temáticas que aborda, por ejemplo cuando sus hijos estaban pequeños su trabajo se centró mucho en la maternidad, con el tiempo fue evolucionando y abordó el cuestionamiento existencial.
A menudo ve hacia atrás y disfruta recordar cada etapa de su carrera y su evolución como ser humano. No lleva la cuenta de las obras que ha realizado, “son muchas”, tampoco se atreve a dar un número aproximado, pero con cada serie recuerda su verdadero objetivo dentro del arte, ha sido la pasión con la que trabaja, su necesidad por crear obras que la representan, sin que la aceptación de los demás sea una inquietud o condicionante.
“Creo que uno puede ser pintor, o sea, saber pintar bien y otra es que lo más importante sea esa necesidad de expresar el momento que uno vive de acuerdo a las diferentes técnicas que se adapten en esa etapa y cómo se van a expresar. Pero para mí lo más importante de ser artista es esa necesidad de expresarse con pasión. Yo creo que el arte tiene que ser apasionado”, agrega.
En su extensa trayectoria, ha realizado más de 30 exposiciones individuales en El Salvador y Guatemala, y ha participado en decenas de muestras colectivas en El Salvador, Canadá, Venezuela, Chile, América Latina, México, Estados Unidos, Canadá, Holanda, Brasil, República Dominicana, España, Países Bajos y Bélgica.
Negra asegura que no ha pensado en dejar de crear y seguirá dedicada al arte mientras pueda. Pero uno de los recientes cambios que atravesó como artista fue que pasó de tener un estudio amplio donde trabajaba obras de gran formato, a uno más pequeño, a raíz de eso tuvo que dejar las láminas, la madera y las esculturas, para dar paso a obras pequeñas, que también disfruta y pone todo el empeño.
Uno de sus recientes proyectos es la escenografía teatral de “Epifanía de Reinas”, una muestra que se proyectó en el Teatro Luis Poma. Su amigo Roberto Salomón, director artístico del Poma, la invitó a participar en la puesta en escena. A Negra le interesó porque la narrativa hace retroceder al espectador a la época de Shakespeare donde solo los hombres subían al escenario para interpretar cualquiera de los papeles.
“Eran 11 actrices y haciendo papeles de hombres también. Me interesó la obra y yo le hice varias propuestas. Por eso te digo que este es un diálogo entre el artista y el director porque tiene que leerse la obra, saber de qué se trata y lo que puedo aportar a la escena”, dijo.
El trabajo de negra fueron tres puertas que se apreciaron en la escenografía y completaban una narrativa en la presentación teatral.
Esta faceta trabajando como artista de escenografía para obras de teatro es una de sus favoritas y ha podido colaborar en más de seis presentaciones a lo largo de su carrera. Explica que cada una es diferente, la creatividad es fundamental antes de visualizar el escenario junto a los actores en acción y que su aporte y visión puedan estar presente.
Incansable, dinámica y talentosa. Álvarez abrió paso a una nueva generación de mujeres artistas en El Salvador, es todo un referente en las artes plásticas y continúa trabajando mientras apoya a talentos emergentes, a quienes compartió un inspirador mensaje.
“Somos salvadoreños y hay mucho de nuestro país que alimenta esa necesidad de crear. Entonces yo diría que hay que ser honestos, apasionados, no perder la identidad de quién es como persona y como salvadoreño. Y trabajar, porque hay una frase que me gusta, dice `la inspiración llega cuando uno está trabajando´, si uno espera la inspiración para trabajar, no llega nunca”, concluye.
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