El Gobierno proyecta una reducción de $6.5 millones en el presupuesto del Ministerio de Cultura para 2025. Artistas, gestores culturales y académicos cuestionan el recorte y sostienen que junto a la importante centralización de los recursos que se hará en la BINAES, la cartera de Estado dejará de financiar otra serie de áreas claves en el resto del país.
El proyecto de Presupuesto General del Estado 2025, entregado por el Ministerio de Hacienda a la Asamblea Legislativa a finales de septiembre pasado, contempla para el ramo de Cultura un recorte de aproximadamente $6.5 millones, equivalente a un 19 % con respecto a lo recibido en 2024. Con ello, la referida cartera de Estado pasará de una asignación de $34,013,461 a $27,549,131.
Una de las áreas donde el impacto de dicho recorte será mayor es en el de Inversión en infraestructura para la Cultura y el Arte, que es la encargada del equipamiento y fortalecimiento de parques culturales y arqueológicos, así como de sitios emblemáticos, que pasará de los $1.1 millones de este año a recibir únicamente $335,600 el próximo.
Un panorama parecido se advierte en la línea de trabajo Servicios de Protección, Conservación, Formación, Producción y Difusión de la Cultura y el Arte que pasará de $21.8 millones, en 2024, a solo $12.4 millones. Dicha línea es la que contemplaba hasta este año, entre otras cosas, el funcionamiento y fortalecimiento de las Casas de la Cultura, instituciones que el Ejecutivo comenzó a cerrar a finales de 2023 y que clausuró por completo en julio pasado.
En cambio, el proyecto presentado prevé para 2025 un aumento de $4.2 millones, equivalente a un alza de 56 % con respecto a lo asignado para este año, para el funcionamiento de la Biblioteca Nacional (BINAES). Así, esa institución pasará a recibir un total de $11.7 millones, concentrando ella sola el 48.5 % de todo el presupuesto de la unidad Fomento y Conservación de la Cultura y el Arte.
¿En qué se traducirán dichas disminuciones en la asignación de fondos para el ramo? Para conocer el impacto de esas reducciones este medio consultó a artistas, gestores culturales y académicos quienes analizaron las posibles repercusiones de esa baja en el presupuesto.
El escritor y dramaturgo, Jorge Ávalos, apunta que el recorte proyectado para el próximo año implica un retroceso enorme, cuya magnitud real solo es posible advertir en toda su dimensión al separar los recursos que se destinarán a la nueva biblioteca.
“El ministerio de Cultura enfrenta en este momento un peligro existencial. Para entender a cabalidad el impacto del recorte del presupuesto hay que separar, primero, el monto de casi $12 millones que ahora se le asigna a la Biblioteca Nacional, que es un tema aparte. Solo entonces podemos ver con claridad que el presupuesto general de Cultura, que ronda los $15 millones está, pese a la inflación, en niveles de hace dos o tres décadas. Se trata de una contracción brutal”, plantea.
De hecho, esa concentración de fondos en la BINAES es quizás uno de los puntos que más preocupa a las personas ligadas al quehacer cultural del país, pues, apuntan, se hará en detrimento del financiamiento de otras áreas críticas en el territorio.
Basilio Ayala, secretario general del Sindicato de Trabajadores de la Secretaría de Cultura (SETRASEC) recuerda incluso que en algún momento las autoridades del sector aseguraron que la BINAES sería una institución autofinanciable. Sin embargo, destaca que a más de un año de su apertura, lo único que ha quedado demostrado es que requiere más fondos, personal y atención para su funcionamiento, al tiempo que determinar si tiene un impacto positivo que vaya más allá de ser un destino turístico, resulta difícil.
“Como la apuesta es la BINAES, se ha centrado mucho la atención a la cultura en el Centro Histórico, sin embargo, sabemos que a nivel del país se ha descuidado mucho porque de hecho se cerraron las Casas de la Cultura, lo que demuestra un deseo de centralizar el factor cultura a una pequeña área”, dijo.
La disminución general de fondos que se operaría a partir del próximo año en conjunto con esa notoria centralización en una sola entidad, advierten, tendrá graves impactos en una variedad de aspectos culturales sobre los cuales el ministerio debería de velar: el fomento de las artes, la protección del patrimonio, la educación artística, la promoción de la diversidad cultural y el apoyo a creadores, entre otros. Algo que afectará en mayor medida a los sectores menos favorecidos de la población.
“Con el recorte significativo al presupuesto asignado al área cultural se limita significativamente el acceso a la cultura a los sectores más vulnerables de la población, se experimenta una reducción de los programas educativos, se producirá un deterioro en la infraestructura cultural del país afectando el mantenimiento y conservación del patrimonio cultural, y conllevará al cierre de instituciones e instancias culturales como hemos visto”, plantea el artista plástico, poeta y gestor cultural, Mario Castrillo.
Héctor Hernández, un artista plástico que acumula más de 40 años de trayectoria, coincide con Castrillo en que la reducción presupuestaria proyectada para 2025, que califica de “nociva”, se traducirá en menos espacios destinados al desarrollo cultural, lo que agravará aún más el ya de por sí complicado panorama en el interior del país.
“Aquí no hay un certamen a nivel nacional sobre danza folclórica, ya no se diga danza contemporánea, no hay un certamen de literatura con escritores muy jóvenes y los consagrados. O sea, la producción del año pasado de libros es poca, es mínima y creo que lo que era la DPI no está produciendo libros. Entonces, todo eso, si no se podía hacer (antes) porque se argumentaba que no había financiamiento o fondos, imagínense ahora; será todavía más grave”, asevera.
Ávalos señala que la decisión de recortar fondos para el sector va en contra de la razón de ser de un presupuesto de Cultura que, en cualquier nación, debería de estar orientado a maximizar las riquezas culturales de un país, cuyas fuentes están en el potencial creativo, imaginativo e innovador de un pueblo.
"Necesitamos recurso humano competente, el cual es capital humano; necesitamos acciones de fomento cultural que resguarden y propicien la creatividad a nivel local, lo cual genera capital social; y necesitamos proteger y difundir nuestras obras y expresiones culturales”, sentencia.
Ante ese escenario, los especialistas destacan la necesidad urgente de que se defina una política cultural que precise directrices claras destinadas a promover, preservar y desarrollar la cultura en todo el país. Con ella, apuntan, no solo se lograría enriquecer la vida cultural de la nación, sino que se fomentaría también el desarrollo social y económico, se fortalecería la identidad cultural y se promovería la participación ciudadana.
Pero para ello, según Hernández, se requiere que antes de iniciar la construcción de nuevos edificios sin tener definidas las actividades que se realizarán en dichos espacios ni quiénes serán en realidad los beneficiados, se planifique acciones, líneas, estrategias y objetivos.
El artista advierte incluso que en el estado actual de cosas, donde habrá una mayor desatención de la vida cultural en el interior del país, uno de los riesgos más importantes es que ese vacío sea llenado por elementos culturales externos, una especie de espectacularización que llama “activismo cultural”.
“(Eso) nos trastorna el ver la realidad tal cual es, o sea, nuestra propia identidad cultural, con todos los espectáculos de circo o de músicos, ¿pero dónde queda la producción nuestra? Ese es un fenómeno, pero que es puro espectáculo, no hay un proceso educativo ahí, no hay procesos reivindicativos, no hay procesos identitarios… creo que una de las funciones del arte es que vaya enriqueciendo nuestra manera de sentir y ver las cosas. Si no hay eso, estamos haciendo espectáculo, simplemente activismo cultural”, explica.
Los especialistas insisten en que de continuar el camino tomado por la administración actual, sin un rumbo claro de hacia dónde dirigir la actividad cultural, lo que se continuará viendo es una concentración de recursos y esfuerzos en el centro capitalino, mientras proyectos históricos que servían a amplios sectores de la población, como el de las Casas de la Cultura o el Coro Nacional, son abandonados, al tiempo que creadores y artistas, dispersos por todo el país, y que requieren igualmente del acompañamiento estatal, son también relegados.
Este medio gestionó con el equipo de comunicaciones del Ministerio de Cultura un espacio de consulta sobre la disminución del presupuesto y el impacto en el país, pero hasta el cierre de esta nota, no hubo respuesta.
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