Según el estudio de la Universidad Centroamericana (UCA), las mujeres tienen 36% más probabilidad de ser excluidas de sus derechos laborales solo por ser mujer.
En el mercado laboral salvadoreño, 49 de cada 100 personas en edad productiva están excluidas socialmente, ya sea porque no tienen un trabajo remunerado o porque las condiciones de su empleo son precarias e inestables.
Pero de ese grupo, son las mujeres las que se llevan la peor parte, al ser más vulnerables a esas condiciones de exclusión.
De acuerdo con un estudio elaborado por economistas de la Universidad Centroamericana José Simeón Cañas (UCA), para 2019, las mujeres tenían una probabilidad del 36% de encontrarse en una situación de exclusión social solo por el hecho de ser mujeres, mientras que los hombres solo del 29%.
Y para 2023 esa probabilidad aumentó al 45% versus un 37% para los hombres.
Contar con pocas oportunidades para insertarse en el mundo laboral, trabajar en condiciones precarias, sin una remuneración y con largas jornadas de trabajo son situaciones a las que están más expuestas las mujeres que los hombres.
María José Erazo, una de las investigadoras del estudio, señala que en el estudio que realizaron para analizar las condiciones laborales de los salvadoreños, no quisieron tomar en cuenta solo el dato oficial de las Personas Económicamente Activas (PEA) porque este dato excluye a las mujeres que desarrollan un trabajo doméstico y las cataloga como “inactivas”.
En su lugar, decidieron tomar la “fuerza de trabajo ampliada”, donde se incluyen a mujeres que están dentro de una exclusión primaria, pues son mujeres haciendo trabajo doméstico, pero que no tienen ningún tipo de remuneración.
También son mujeres desempleadas o con un emprendimiento de sobreviviencia, sin ningún local fijo. “El mercado laboral es estructuralmente excluyente”, explicó la economista.
“Vemos que una mujer, solo por ser mujer, tiene una probabilidad del 36% de estar en exclusión social consolidada y un hombre, del 29% y esta brecha aumenta en 2023”, afirmó Erazo.
Y si esa persona vive en el área rural, sus probabilidades de estar en exclusión aumentan tres veces más.
Datos de la Encuesta de Hogares de Propósitos Múltiples (EHPM) de la ONEC, indican que en 2023 se contabilizaron 3 millones de personas dentro de la población Económicamente Activa (PEA) y 1.7 millones de personas en el grupo de la población económicamente inactiva (PEI) de los cuales 1.3 millones son mujeres.
Y de ese 1.3 millones de mujeres que aparecen como “inactivas”, hay 748,219 es decir el 57% que realizan quehaceres domésticos, sin ningún pago.
Otro dato que se desprende de esta encuesta es que entre 2022 y 2023, la cantidad de hogares con una mujer al frente pa só del 39.1% al 42.6%, un dato que a juicio de Carmen Urquilla, del Programa de Justicia Laboral y Económica de la Organización de Mujeres Salvadoreñas por la Paz (Ormusa) podría estar relacionado con una mayor vulnerabilidad social y económica, que se mezcla con otras variables, como la migración.
En el ámbito laboral
Tener trabajo tampoco saca a una persona de la exclusión social, según afirma la investigadora Saira Barrera, quien también participó del estudio de la UCA.
Para Barrera, las condiciones laborales en El Salvador colocan a las personas en una exclusión primaria (ya tiene desventajas de entrada), flotante (no logra superar desventajas primarias), latente (que puede retroceder a la exclusión en cualquier momento a pesar de tener empleo) o la exclusión social consolidada, que refiere a aquellas personas con un empleo, pero precario y sin beneficios laborales.
“La investigación demuestra que tener empleo no es condición suficiente para la inclusión social, y que las condiciones en las que se insertan las personas en el mercado laboral son determinantes para que estas superen o no la exclusión primaria”, explica Barrera.
La brecha salarial es, para las mujeres, uno de los puntos que siguen sin superarse y lejos de mejorar, ha empeorado después de la pandemia.
La encuesta EHPM indica, que para 2023, mientras un hombre obtenía un salario promedio de $448.04, las mujeres solo recibían un salario de $358.39, es decir, $89.65 menos. Y en el área rural, los salarios son menores, siendo siempre la mujer la que menos gana.
En un estudio realizado por la empresa de reclutamiento de personal, Manpower, se reveló que este tema no es prioridad para el 48% de las empresas a nivel global, un dato que también se puede aplicar a El Salvador.
Pese a que las mujeres avanzan en la lucha por sus derechos, el mercado laboral todavía las excluye y desvaloriza.
Al cuidado de los hijos y los padres
Las mujeres al frente de un hogar siguen asumiendo el cuidado de los hijos, muchas de ellas, sin recibir remuneración, pero también son ellas las encargadas del cuido de los padres, cuando estos ya no pueden trabajar.
Según el Mapa Socioeconómico realizado por el Programa de Naciones Unidas (PNUD), en 24 de los 44 municipios estudiados, la tasa de dependencia sobrepasa el 52% del promedio nacional y son principalmente las mujeres quienes asumen el cuidado de la población que no está en edad de trabajar.
De los municipios estudiados, es La Unión Norte donde hay una mayor tasa de dependencia pues por cada 100 personas en edad activa, hay 76 en edad inactiva, “lo que indica que la población en edad productiva de este municipio tiene una mayor presión económica para sostener a quienes no están en edad de trabajar”, señala el documento.
“Mientras más población dependiente existe en un municipio, más atención y cuidados requiere; responsabilidad que, si no es atendida por el Estado, recae sobre las familias, principalmente en las mujeres”, señala el documento, que además hace referencia a la presión de los sistemas previsionales, salud y cuidados que se requieren en el país.
Según el estudio “Dime quién eres y te diré cuánto te toca cuidar”, elaborado este año por el Fondo de Polblación de las Naciones Unidas (UNFPA), más de la mitad de las mujeres aporta 20 horas semanales o más al cuidado del hogar de forma no remunerada (54.9%) mientras que, en los hombres, es menos de la sexta parte (13.7%).
El estudio indica que la alta carga de cuidados suele ser mayor en las poblaciones que enfrentan una inclusión social desfavorable en la niñez por no tener acceso a la escuela, en la juventud por estar excluidas del mundo educativo y el laboral, en la adultez por no ser parte de la fuerza laboral y en la vejez por no tener acceso a una pensión.
Y tener un trabajo no las exime del cuidado de las personas inactivas. Según este mismo estudio, “asumir una jornada laboral completa no exonera a las mujeres de sus responsabilidades con el hogar y en algunos casos, hace que la conciliación mercado laboral hogar sea más difícil. El 11.5% de las ocupadas a tiempo completo dedica 40 horas o más al cuidado del hogar”, señala el estudio, con base a datos de la EHPM de 2022.
Una de las recomendaciones en este informe es que se trabaje en la implementación de políticas de trabajo flexible y equilibrio entre trabajo y vida personal, fomentando horarios de trabajo escalonados y trabajo remoto, que permitan a las mujeres y a los hombres equilibrar sus responsabilidades laborales y su carga de cuidado en el hogar de manera más equitativa.
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