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Adolescentes se vuelven cuidadoras y sufren explotación sexual ante ausencia de padres en régimen de excepción

Algunas se han tenido que prostituir a cambio de dinero para sobrevivir o se han acompañado con adultos para tener ingresos, según un estudio del Servicio Social Pasionista (SSPAS).

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Un estudio del Servicio Social Pasionista (SSPAS) reúne testimonios de adolescentes que han quedado al cuidado de sus hermanos menores. Algunas se han tenido que prostituir a cambio de dinero para sobrevivir o se han acompañado con adultos para tener ingresos.

Un estudio del Servicio Social Pasionista (SSPAS) reúne testimonios de adolescentes que han quedado al cuidado de sus hermanos menores. Algunas se han tenido que prostituir a cambio de dinero para sobrevivir o se han acompañado con adultos para tener ingresos.

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Muchas niñas y adolescentes han quedado al cuidado de sus hermanos menores tras la captura de sus padres durante el régimen de excepción en comunidades estigmatizadas por la violencia y algunas de ellas han tenido que recurrir a la explotación sexual para sobrevivir, de acuerdo a un informe elaborado por el Servicio Social Pasionista (SSPAS).

Según testimonios de las propias menores, de madres y de lideresas comunitarias, la situación económica en zonas que han sido estigmatizadas ha provocado situaciones y afectaciones a la niñez y algunas adolescentes han tenido que recurrir a la prostitución o han tenido que acompañarse con otras personas adultas para poder obtener ingresos y sobrevivir.

"Sí, lo hemos visto, niñas adolescentes cuidando a sus hermanitos. Hay niñas aquí en la comunidad que se prostituyen. Hoy que ha pasado esto (el régimen) hay bastantes niñas que andan encima de la gente mayor porque quieren tener algo así (...) es por el hambre, la economía, no es porque les agrade", declaró una lideresa comunitaria citada en el informe.

El documento expone además que las niñas y adolescentes asumen el rol de cuidadoras dejando de lado su bienestar en función de satisfacer las necesidades de sus parientes. 

Además, que la falta de acceso a medios de vida y la ausencia activa de las instituciones encargadas del cuidado de la niñez han llevado a que las menores recurran a la explotación de sus cuerpos.

Para Verónica Reyna, directora de derechos humanos del SSPAS, hay un impacto económico en la niñez en zonas estigmatizadas por la violencia, lo cual con el incremento del gasto generado por la ausencia de las personas detenidas, genera vulneraciones en los derechos de los menores.

"Un elemento de abandono de cierta niñez, adolescencia, que se ha quedado sin personas adultas que las protejan, las acompañen y están buscando formas de sobrevivencia que básicamente es explotación sexual, sobre todo hacia las adolescentes, niñas y eso implica un nivel de desprotección de daños, de violación sistemática a sus derechos aún más preocupante", indicó.

El SSPAS realizó un estudio cualitativo sobre las afectaciones en la niñez en comunidades estigmatizadas por violencia en el contexto del régimen de excepción, en el cual entrevistaron a 59 niños y niñas, de 6 a 11 años, que residen en comunidades de Mejicanos y Cuscatancingo.

De ellos, el 42.9% tiene familiares que han sido detenidos  por el régimen. También se entrevistó a seis mujeres (madres y lideresas) para identificar las afectaciones a los menores.

Verónica Reyna, Cristina Montoya y Marcela Acosta dieron a conocer el informe sobre las vulneraciones a la niñez en zonas estigmatizadas por la violencia (Foto de LPG: Williams Sandoval)

Son tres aspectos los que abarca el informe y son: el impacto social, el impacto económico y el impacto psicológico que han afectado a la niñez en las zonas estigmatizadas en el régimen de excepción.

Más afectaciones detectadas

El informe señala entre las afectaciones psicológicas a los menores la presencia de diferentes traumas y síntomas como hipervigilancia, respuestas emocionales exageradas, pesadillas y terror nocturno, dificultad para dormir, comportamientos de evitación, timidez excesiva, depresión, llanto frecuente, mala memoria, entre otros.

De acuerdo con Cristina Montoya, investigadora y quien formó parte del equipo en la elaboración del informe, la violencia es una forma de vida en las sociedades estigmatizada y en especial en los niños, quienes aprenden a relacionarse con la violencia debido a que es lo que han tenido alrededor.

"En términos sociales, en las vulneraciones que identificó el estudio se vio un incremento del estigma al tratamiento que tienen las personas en las comunidades, se les rechaza más, se les excluye más, se les violenta de una forma más pronunciada. Vemos también una normalización de la violencia en las relaciones de los niños y niñas, es decir, aprenden a relacionarse con el resto con la violencia", indicó.

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