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"Para nosotros tener agua no es fácil": habitantes de Las Neblinas piden agua potable

Para unas 20 familias en la comunidad Las Neblinas, en Panchimalco, abastecerse de agua significa gastar unos $100 al mes. A pesar que ANDA instaló dos tanques en la zona recientemente, los habitantes continúan en la misma situación.

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Gabriela Ventura reside en la comunidad Las Neblinas, en Panchimalco, San Salvador Sur, donde en los últimos 70 años no han tenido acceso a agua potable. Esta lideresa de las Comunidades de Fe Organizadas (COFOA) estima que gasta más de $100 al mes en comprar agua, a pesar de que la Administración Nacional de Acueductos y Alcantarillados (ANDA) les instaló recientemente dos tanques en la zona.

De cinco barriles que Gabriela mantiene en su hogar, solo uno tiene alrededor de un cuarto de agua. El resto ya se agotó. Es una tarde calurosa. Ya casi no tengo agua, vamos a tener que llamar al pick-up que nos la trae”, dice mientras hace cuentas mentales sobre cuánto tendrá que gastar este día.

Cada vez que llena sus cinco barriles debe pagar $12, dice, y esa rutina la repite por lo menos dos veces a la semana. A esto suma $3 de tres fardos de agua para tomar y una garrafa cuesta $2.75. Es decir, que abastecerse de agua significa para Gabriela alrededor de $119 mensuales.

En esta comunidad, unas 20 familias enfrentan la misma realidad. Deben desembolsar casi la mitad de sus ingresos para poder acceder a lo que debería ser su derecho: el agua. Gabriela reconoce que esta situación pudo haber cambiado cuando la ANDA llegó a mediados de junio e instaló dos tanques con capacidad para 10 metros cúbicos de agua.

Sin embargo, en esa zona no solo Las Neblinas carece de agua, hay más comunidades en las mismas circunstancias. Gabriela dice que los trabajadores de ANDA no aclararon a quiénes abastecería cada tanque y esto generó una disputa entre los habitantes de la zona.

Ese día, la comunidad de Las Neblinas logró llenar sus barriles y bidones, pero porque la pipa que trasladaron a la zona tuvo desperfectos mecánicos y se quedó varada frente a sus casas, por lo que el encargado les pidió que la vaciaran para poder moverla con una grúa. “Tuvimos la suerte de que eso pasara, porque de los tanques no pudimos agarrar agua”, relata Gabriela.

La familia de Gabriela Ventura paga unos $119 mensuales para poder abastecerse de agua. La compra a pipas y también adquiere fardos de agua purificada.
La familia de Gabriela Ventura paga unos $119 mensuales para poder abastecerse de agua. La compra a pipas y también adquiere fardos de agua purificada.

El agua de los tanques se agotó pocos días después de su instalación y ANDA no ha vuelto a abastecerlos. “Dijeron que cada vez que se desocuparan los iban a venir a llenar, pero ya no vinieron a llenarlas, solo una vez. Ya los tanques no tienen agua, ya tienen como cuatro semanas así”, dice Ana Pérez, otra habitante de la comunidad y lideresa de COFOA.

“La ayuda que nosotros pedíamos era para todos, no solo para nosotros; pero como hubo riñas (entre las comunidades, por los tanques), al final nos tocó llevarnos mala impresión”, dice Gabriela.

Desde el 27 de junio, LA PRENSA GRÁFICA consultó a la oficina de comunicaciones de la ANDA sobre los tanques instalados en la zona y su funcionamiento, pero al cierre de esta nota no hubo respuesta.

Así es vivir sin agua en Las Neblinas

Frente a la escasez que continúan enfrentando, economizar el agua que compran cada semana es un reto, asegura Gabriela, porque deben hacer malabares para garantizar que dure al menos cuatro días para los quehaceres diarios y para los siete miembros de su familia.

Los platos y la ropa se lavan en tres huacales. En el primero remoja y enjabona, en los otros dos enjuaga. Para bañarse, deben hacerlo un adulto y un niño dentro de un huacal para recolectar el agua que sobra, porque la utilizan para humedecer la tierra en verano y calmar el calor.

Para economizar el agua, las familias de Las Neblinas lavan los platos en tres huacales. Un adulto y un niño se deben bañar juntos en un huacal, para recolectar el agua sobrante y usarla para refrescar la tierra en días de calor. 
Para economizar el agua, las familias de Las Neblinas lavan los platos en tres huacales. Un adulto y un niño se deben bañar juntos en un huacal, para recolectar el agua sobrante y usarla para refrescar la tierra en días de calor. 

Cuando el agua escasea demasiado, los más pequeños solo reciben una “pequeña remojadita”, dice Gabriela, o solo los limpian con toallas húmedas. “Para que ellos no sufran tanto del calor”, dice, mientras acaricia el rostro de su hija más pequeña. “La verdad es que es bien complicado. Solo el que está viviendo este proceso sabe lo que es vivir así”, reflexiona.

Elizabeth Arévalo, otra habitante de Las Neblinas, utiliza la misma estrategia que Gabriela. En su casa también gasta más de $100 mensuales para poder tener agua. “Mi esposo no tiene sueldo fijo y a veces gana bien, a veces mal, y lo que vamos recogiendo es para el agua”, dice.

Cinco gotitas de lejía para “curar” el agua

A pesar del esfuerzo que hacen cada mes, el agua para consumo no siempre alcanza en Las Neblinas y, cuando es así, recurren a dos de los métodos más convencionales: hervirla o colocarle lejía.

A diferencia de ella, Ana y su familia no siempre tienen el dinero suficiente para comprar fardos de agua ni garrafones. Por más de 15 años, han adaptado su cuerpo a consumir agua desinfectada con lejía.

“Yo lo que hago es curar el agua, le echo cinco gotitas de lejía a cada barril de agua y lo que hacemos es cubrirlo bien para que no le caiga basura y de eso utilizamos para tomar”, explica Ana, mientras muestra el barril que han usado en los últimos días y que está por acabarse.

A mediados de junio, ANDA instaló dos tanques de 10 metros cúbicos de agua en la zona, pero la iniciativa no funcionó. Además de generar disputas con otras comunidades aledañas, ya no han vuelto a abastecerlos, afirmaron los habitantes de Las Neblinas. 
A mediados de junio, ANDA instaló dos tanques de 10 metros cúbicos de agua en la zona, pero la iniciativa no funcionó. Además de generar disputas con otras comunidades aledañas, ya no han vuelto a abastecerlos, afirmaron los habitantes de Las Neblinas. 

Las únicas ocasiones en las que Ana compra fardos de agua es cuando recibirán una visita, “porque me da pena darle de esta agua”, dice.

Según la Agencia de Protección Ambiental de Estados Unidos, el método que emplea Ana se utiliza en situaciones de emergencia, cuando el servicio de agua potable es interrumpido ante, por ejemplo, un huracán, inundación o rotura de una tubería. Pero para esta familia, y otras más de esa misma zona, es la forma más segura que tienen para consumir agua sin tener que gastar más de la cuenta.

La comunidad lamenta que, aunque la iniciativa de la ANDA pudo haber paliado la situación, no se determinó a qué zonas abastecería los tanques y, además, no eran suficientes para proveer a todas las familias que viven sin agua.

Su petición ahora es que haya soluciones a largo plazo para su situación, con la que puedan acceder al agua potable sin tener que desequilibrar los ingresos de sus hogares y vivir con dignidad.


 

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