El viaje de Carlos y Camila ha intensificado el debate entre los australianos sobre el futuro de la monarquía en su país.
El rey Carlos III visitará Australia la próxima semana, en su viaje más largo desde que le diagnosticaron cáncer a principios de este año.
La visita, que transcurrirá entre el 18 y el 26 de octubre, finalizará en Samoa, donde el rey Carlos y la reina Camila asistirán a una reunión de jefes de Gobierno de la Commonwealth.
La prevista llegada de los reyes a Australia ha generado polémica, ya que los monárquicos australianos han acusado a los primeros ministros estatales de "insultar" al rey Carlos, ya que no estarán presentes en la recepción que le dará la bienvenida al país.
También ha intensificado el debate sobre el futuro de la monarquía, un tema que siempre ha estado presente en la excolonia británica.
Carlos III ha confirmado que es el pueblo australiano el que debe decidir si el país sigue siendo una monarquía constitucional con él como jefe de Estado o se convierte en una república.
Esto ocurre en un momento en el que parece que la segunda opción parece haber ganado peso en la opinión pública australiana en relación a épocas pasadas.
La visita de los monarcas británicos incluirá una recepción en Canberra, pero los seis primeros ministros estatales (de Nueva Gales del Sur, Victoria, Queensland, Australia Occidental, Australia del Sur y Tasmania) adelantaron que no podrán asistir.
"Lo encuentro insultante", declaró a los medios Bev McArthur, de la Liga Monárquica Australiana.
"Deberían quitarse el sombrero republicano, hacer un breve viaje a Canberra, decir 'hola y gracias por venir a Australia'", agregó.
El Palacio de Buckingham no ha hecho comentarios sobre la disputa.
El rey también será recibido formalmente por el primer ministro del país, Anthony Albanese.
Australia es parte de la Commonwealth, una organización que agrupa a 56 países, la mayoría excolonias británicas.
Aunque es una nación independiente desde 1901, sigue reconociendo al monarca británico como su jefe de Estado, actualmente el rey Carlos III.
Su rol, sin embargo, es más bien simbólico, ya que el gobierno de este país es una democracia parlamentaria con un sistema político autónomo cuyo jefe de gobierno es hoy Anthony Albanese, del Partido Laborista Australiano.
El debate sobre el estatus como monarquía constitucional ha sido constante a lo largo de los años.
En 1999 se celebró un referendo sobre este tema, en el que la mayoría de los australianos decidieron mantener el statu quo.
Desde el ascenso de Carlos III al trono en septiembre de 2022 el debate ha resurgido, con algunos sectores que promueven una nueva consulta para romper definitivamente los lazos formales con la monarquía británica.
Los defensores de una república argumentan que el jefe de Estado australiano no debería ser el monarca, sino alguien elegido en las urnas.
A principios de este año, el gobierno de Australia dijo que los planes para otro referéndum "no eran una prioridad".
Los referendos son la única forma de cambiar la Constitución de Australia y tienen históricamente una tasa de fracaso del 80%.
Pese a este debate, Australia y Reino Unido mantienen unas estrechas relaciones en casi todos los ámbitos, desde comercio hasta defensa y cultura.
Aun así, Australia ha buscado recientemente diversificar sus alianzas, especialmente con países de la región Asia-Pacífico, y ha fortalecido sus vínculos con Estados Unidos en seguridad regional.
Bajo el contexto de la próxima visita, el Movimiento Republicano Australiano (ARM por sus siglas en inglés) intercambió correspondencia con funcionarios del Palacio de Buckingham, que escribieron en nombre de Carlos III.
Fue un intercambio amistoso, después de que la organización pro república solicitara una reunión con el rey durante el viaje.
La carta del palacio, redactada en marzo y revelada ahora por el diario británico Daily Mail, reafirma la posición existente de la monarquía.
"Tenga la seguridad de que sus opiniones sobre este asunto han sido tomadas en cuenta con sumo cuidado”, indica en ella el Palacio de Buckingham al ARM.
"Su Majestad, como monarca constitucional, actúa siguiendo el consejo de sus ministros, y si Australia se convierte en una república es, por lo tanto, una cuestión que debe decidir el pueblo australiano", concluye.
La carta añade que Carlos III y Camila sienten un "profundo amor y afecto" por Australia y aprecian la “consideración” de los republicanos de Australia por dirigirse a ellos.
El Movimiento Republicano Australiano ha lanzado una campaña que califica la próxima visita del rey al país como la "gira de despedida" de la monarquía británica.
Según sus promotores, la campaña, que incluye una recogida de productos, busca generar debate sobre el papel de la corona en la Australia moderna, pero muchos monárquicos la consideran ofensiva.
En carteles satíricos, camisetas, posavasos y otros artículos la campaña del ARM muestra al rey, la reina y el príncipe de Gales como estrellas de rock envejecidas e insta a los australianos "jóvenes y viejos" a "decir adiós al reinado monárquico".
"Esperamos un jefe de estado a tiempo completo, totalmente comprometido, cuya única lealtad sea hacia nosotros, un símbolo unificador en casa y en el extranjero", declaró Esther Anatolitis, copresidenta del movimiento, en un comunicado este lunes.
Desde el fracaso de los republicanos en el referendo de 1999, el apoyo público a la causa ha aumentado.
La organización citó una encuesta que sugería que el 92% de los australianos son "partidarios de una república" o "abiertos a ella".
Y más del 40% de los australianos encuestadas no sabían que el jefe de Estado de su país era un monarca extranjero.
La Liga Monárquica Australiana (AML) calificó la encuesta de ARM como "inflada y consideró su nueva campaña "terriblemente irrespetuosa con Carlos, dada su continua batalla contra el cáncer".
Otra encuesta independiente sugiere que aproximadamente el 35% de la población prefiere seguir viviendo bajo una monarquía constitucional.
Aunque el primer ministro de Australia es un republicano reconocido, su gobierno suspendió a principios de este año cualquier plan de celebrar una votación sobre la separación de la monarquía británica, bajo el argumento de que ya no es una cuestión prioritaria.
Las votaciones constitucionales en Australia son raras y difíciles de aprobar, y requieren una "doble mayoría": el apoyo de más de la mitad de la nación en general y una mayoría en al menos cuatro de sus seis estados.
Solo 8 de un total de 44 referendos han tenido éxito y casi todos tuvieron apoyo de los dos principales partidos en el poder.
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