El cáncer de próstata es una realidad que afecta a la mayoría de los hombres mayores de 50 años. Enrique Grande Pulido, jefe de oncología del MD Anderson Cancer Center Madrid, desmonta mitos y ofrece claves para disminuir el riesgo.
El cáncer de próstata es una de las principales preocupaciones de salud para los hombres a nivel mundial. Según las cifras más recientes del Global Cancer Observatory (Globocan), en 2022 se diagnosticaron alrededor de 1.5 millones de nuevos casos de cáncer de próstata.
Según el oncólogo Enrique Grande Pulido, jefe de oncología del MD Anderson Cancer Center Madrid, aproximadamente la mitad de los hombres a los 50 años tendrán un tumor en la próstata, y este porcentaje aumenta a los 75 años. “Es una estadística contundente: a los 75 años, el 75% de los hombres tendrá cáncer de próstata, aunque no todos presenten síntomas o necesiten tratamiento inmediato”, afirmó Grande Pulido.
Aunque el número de nuevos casos sigue siendo elevado, la mortalidad asociada a este cáncer es mucho menor en comparación con otros tipos, gracias a los avances en la detección precoz y los tratamientos disponibles. Sin embargo, sigue siendo la cuarta causa de muerte por cáncer en hombres a nivel global, con aproximadamente 375,000 muertes.
El experto desmiente varios mitos comunes sobre el cáncer de próstata y brinda información clave para entender mejor esta enfermedad y cómo reducir su riesgo. A continuación, repasamos los nueve mitos más extendidos:
Uno de los mitos más extendidos es que el cáncer de próstata solo afecta a los hombres de edad avanzada. Si bien es más común en mayores de 50 años, el oncólogo advierte que cada vez se diagnostican más casos en pacientes jóvenes, especialmente aquellos con antecedentes familiares o factores de riesgo genéticos.
Un claro ejemplo es el gen BRCA2, famoso por su relación con el cáncer de mama, pero también relevante en el cáncer de próstata. “La semana pasada traté a un hombre de 47 años con cáncer de próstata metastásico”, comentó Grande Pulido durante el Seminario Periodístico de Pfizer Latinoamérica.
Grande Pulido también recalca la importancia de identificar los casos hereditarios, ya que tienen un peor pronóstico. “Los pacientes con alteraciones genéticas, como BRCA2, no solo tienen más probabilidades de desarrollar cáncer de próstata, sino que también presentan un mayor riesgo de recurrencia tras la cirugía. Uno de cada cuatro pacientes operados por cáncer de próstata recurre en los primeros cinco años”, alerta el oncólogo.
Uno de los errores más peligrosos es asumir que la ausencia de síntomas significa la ausencia de cáncer. El cáncer de próstata puede desarrollarse sin síntomas evidentes en sus primeras etapas. Los casos más agresivos pueden no mostrar señales hasta que ya están avanzados.
Grande Pulido explica que “incluso sin síntomas, algunos de los tumores más agresivos ya están presentes”. Algunos de los signos iniciales pueden ser sutiles, como la necesidad de ir al baño con mayor frecuencia, que no siempre indican un problema grave.
“El cáncer de próstata agresivo puede no mostrar signos hasta que está en una etapa avanzada”, explica el experto. Por eso es crucial que los hombres, especialmente aquellos con antecedentes familiares, se sometan a controles regulares que incluyan análisis de PSA (antígeno prostático específico) y tacto rectal.
El análisis de PSA (antígeno prostático específico) es una herramienta clave en la detección del cáncer de próstata, pero no es infalible. Los niveles altos de PSA no siempre significan cáncer de próstata, ya que pueden estar elevados debido a otras condiciones, como la hipertrofia prostática benigna o una infección urinaria. Grande
Pulido advierte que “muchos pacientes se asustan al ver un PSA elevado, pero eso no siempre significa cáncer”. El médico destaca la importancia de una evaluación integral que combine el PSA con otros exámenes, como el tacto rectal y la resonancia magnética, que tiene una sensibilidad cercana al 100%.
No todos los casos de cáncer de próstata necesitan tratamiento inmediato. Algunos tumores crecen tan lentamente que pueden ser manejados con vigilancia activa, en lugar de someter al paciente a tratamientos invasivos que pueden tener efectos secundarios graves.
“La vigilancia activa es una opción válida para ciertos pacientes con cáncer de próstata localizado. No se trata de ignorar el problema, sino de monitorearlo de cerca para evitar tratamientos agresivos innecesarios”, explica el oncólogo. Esta estrategia busca equilibrar el riesgo de la enfermedad con el riesgo de los efectos secundarios de tratamientos más agresivos, como la cirugía, la quimioterapia o la radioterapia.
Si bien la cirugía y la radioterapia son extremadamente eficaces para tratar tumores localizados, con una tasa de curación del 80-90%, no garantizan la cura en todos los casos. En los pacientes con metástasis, estas opciones ya no son curativas.
“Desafortunadamente, hay un 10-20% de pacientes que desarrollarán metástasis, y en esos casos, ya no hablamos de una cura. Es importante entender que el cáncer de próstata con metástasis no es curable, pero podemos manejarlo para ofrecer al paciente una vida más larga y con mejor calidad”, señala Grande Pulido.
Aunque en muchos casos el cáncer de próstata es una enfermedad de lento crecimiento, hay casos drásticos que pueden ser mortales. “No todos los cánceres de próstata crecen lentamente. Hay pacientes jóvenes con tumores agresivos que tienen un pronóstico muy pobre, no tienen una expectativa de vida superior a los 3-5 años”, advierte el especialista.
La mediana de supervivencia de los pacientes con cáncer de próstata metastásico es de aproximadamente 5-7 años, pero en los casos hereditarios, esta esperanza de vida puede reducirse a 2-3 años.
El cáncer de próstata y su tratamiento pueden afectar la vida sexual, pero no siempre es el caso. “La cirugía de próstata, especialmente con técnicas como la robótica Da Vinci, busca preservar los nervios responsables de la erección, lo que permite a muchos pacientes mantener su vida sexual activa después del tratamiento”, explica Grande Pulido.
Sin embargo, cada caso es diferente y es importante que cada paciente discuta las posibles secuelas con su médico antes de tomar decisiones sobre el tratamiento.
Aunque algunos tratamientos, como la radioterapia, pueden tener efectos secundarios a largo plazo, no todos los pacientes experimentan dolor o incomodidad severos durante el tratamiento. Esta suele ser bien tolerada por muchos pacientes, aunque puede tener efectos secundarios a largo plazo, como inflamación de la vejiga o el recto, lo que puede causar molestias años después del tratamiento.
“Los efectos secundarios de la radioterapia pueden aparecer mucho después del tratamiento, pero no todos los pacientes los experimentan”, aclara Grande Pulido.
Uno de los mitos más peligrosos es que la dieta y el ejercicio no juegan un papel en la prevención del cáncer de próstata. Aunque no están directamente relacionados con el desarrollo del cáncer, llevar un estilo de vida saludable sí puede influir en la evolución de la enfermedad y en la calidad de vida de los pacientes.
“Es difícil pedirle a un hombre de 70 u 80 años que cambie sus hábitos de toda la vida, pero el ejercicio y una dieta balanceada pueden marcar la diferencia. Es importante que los pacientes más jóvenes sí incluyan estos buenos hábitos en su rutina diaria”, concluye Grande Pulido.
La detección precoz y la vigilancia activa son claves para reducir las complicaciones del cáncer de próstata. Los hombres mayores de 50 años, y especialmente aquellos con antecedentes familiares, deben realizarse chequeos regulares, que incluyen el PSA y el tacto rectal.
Además, la resonancia magnética es una herramienta cada vez más utilizada para mejorar la precisión en el diagnóstico, con una sensibilidad de casi el 100%, según explica Grande Pulido.
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