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El exluchador que les pide a otros deportistas que le entreguen sus cerebros cuando mueran

Chris Nowinski pasó de ser un luchador a un reconocido investigador de las enfermedades que ocasionan los golpes repetidos a la cabeza.

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Durante su época como luchador de la WWE, Chris era conocido como Chris Harvard.

Durante su época como luchador de la WWE, Chris era conocido como Chris Harvard.

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Chris, con un micrófono portando el logo de la WWE, mira a la audiencia mientras habla.
Chris Nowinski
Durante su época como luchador de la WWE, Chris era conocido como Chris Harvard.

Una de las lecciones más importantes que Chris Nowinski aprendió después de años de coleccionar cerebros de deportistas es que, aunque hay momentos más y menos apropiados para preguntar, "nunca habrá un momento ideal para pedirle a alguien que se comprometa a darte su cerebro".

Según le contó este ex luchador de la WWE (la compañía de lucha libre más grande del mundo, World Wrestling Entertainment) al programa de la BBC Outlook, esa lección nunca le fue más obvia que el día en el que se le acercó al excampeón de boxeo Evander Holyfield en un estacionamiento.

"Recuerdo haberme acercado y la mirada que me lanzó, como si fuera alguien que tiene dos cabezas", cuenta Nowinski entre risas.

Chris es uno de los cofundadores de la Concussion Legacy Foundation (Fundación del Legado de las Conmociones Cerebrales), una organización dedicada al estudio de la encefalopatía traumática crónica, o CTE por sus siglas en inglés, una patología que se desarrolla cuando hay golpes repetidos a la cabeza.

Es por eso que ya se le considera como un especialista a la hora de pedirle a la gente que done su cerebro: a través de su fundación, ha logrado que al menos 12.000 deportistas se comprometan a entregarlo cuando mueran para el estudio de la enfermedad.

Además de recolectar las muestras necesarias para las investigaciones, Chris tiene a su nombre más de 30 publicaciones médicas referentes a la encefalopatía traumática crónica como doctor de neurociencias comportamentales de la Universidad de Massachusetts.

Pero la experiencia de Chris con la encefalopatía traumática crónica no comenzó como la de algunos de sus otros colegas, en el laboratorio o en los salones de clase: comenzó cuando recibió una patada en la barbilla, interpretando al villano que todos amaban odiar en la WWE, el grosero y fanfarrón Chris Harvard.

Del campo de fútbol americano al ring

Chris Nowinski, cuando chico, aparece arrodillado en su uniforme de fútbol americano y un balón en la mano, mirando serio a la cámara, en medio de un campo de fútbol americano.
Chris Nowinski
Gracias a su tamaño, Nowinski era un candidato perfecto para el fútbol americano.

Chris creció pidiéndole permiso a su mamá para que le dejara jugar fútbol americano, un deporte que ella siempre vio como muy peligroso.

"Cuando llegué a la secundaria", le contó Chris a Outlook, "los entrenadores empezaron a incentivarme para que jugara. Ahí fue que mi mamá me dejó hacerlo."

Sus entrenadores quedaron impresionados por su físico y su dedicación. Pasó de ser un novato con poca coordinación a capitán defensivo en pocas semanas, aprendiendo rápidamente las jugadas.

Con ese talento, Chris recibió la invitación para unirse al equipo de la Universidad de Harvard, donde compaginó sus estudios con su pasión deportiva. "Al principio me volcaba al máximo en la parte académica", recuerda. "En la secundaria me encantaba la ciencia."

En Harvard, entrenaba duro con compañeros que también aspiraban a jugar en la Liga Nacional de Fútbol Americano (NFL, por sus siglas en inglés). Durante su penúltimo año, se enteró de que algunos reclutadores profesionales preguntaban por él. Eso lo motivó a concentrarse aún más en el gimnasio.

Chris, aparece de unos 22 años, parado en un estadio de fútbol americano, mientras sujeta un balón en ambas manos, mientras viste un uniforme de camiseta color vinotinto, pantalones dorados y medias vinotinto. No tiene puesto el caso, está puesto al frente suyo.
Chris Nowinski
Chris a Harvard, con 22 años, en un estadio de fútbol americano.

En el gimnasio, y através de sus compañeros, Chris también empezó a prestar atención a un espectáculo que durante décadas había visto casi como una atracción de carnaval, pero que a mediados de los 90 había cambiado su imagen y se había convertido en un fenómeno de la televisión estadounidense: la lucha libre.

Con un grupo de amigos, seguía cada programa, fascinado por los personajes y las historias llenas de energía y caos. "Nos parecía divertidísimo", confiesa.

Al graduarse, y atraído por lo que parecía un entretenido y exigente trabajo, Chris decidió hacer un intento de participar en "Tough Enough", el reality de la WWE y MTV que buscaba a la próxima estrella que quisiera brillar en el ring. En el video que envió, apareció como un estudiante arrogante de Harvard, luciendo su pasado académico con aire de superioridad.

Aunque no ganó el concurso, llamó la atención de los directivos de la WWE.

Así nació "Chris Harvard", el villano engreído que se burlaba del público en cada ciudad que visitaba. "A veces ofendía su gastronomía o sus universidades locales. Sabía que mi papel era ser odiado, y la gente se divertía abucheándome", explica entre risas.

La WWE exigía un ritmo implacable: cuatro o más espectáculos semanales, viajes constantes y pocos ensayos. Chris aguantaba golpes y caídas, confiado en su fortaleza física. Hasta que llegó la patada que, en un día, lo cambió todo.

La patada

La Roca, una de las estrellas más reconocidas de la WWE, está en el cuadrilátero con cara de enfado y determinación mientras el público toma fotos con sus teléfonos.
Getty Images
A pesar de que los resultados de las peleas siguen libretos escritos por guionistas, hasta las estrellas más grandes de la lucha han sufrido lesiones graves en el ring.

Las personas que creen que la lucha libre es "falsa", seguramente no han visto una pelea con atención. Aunque los resultados de los combates están predeterminados y los personajes y las tramas son escritos por un grupo de guionistas, los saltos, impactos contra la lona y demás golpes son reales.

A gente como Chris la entrenan para aprender a recibir este tipo de golpes.

"Es como el trabajo de los dobles de cine, pero la realidad de la lucha profesional es que nunca ensayas antes. Así que lo que estás haciendo es un show en vivo sin red de seguridad, por lo que mucha gente sale lesionada".

Lo usual en el mundo de la lucha, y esto incluye a celebridades de este tipo de entretenimiento tan conocidos como The Rock, Stone Cold Steve Austin o The Undertaker, es que el historial médico de los luchadores esté repleto de cirugías reconstructivas para reparar el daño que sufren en el cuadrilátero.

Chris no es la excepción. Su accidente ocurrió en junio de 2003, durante un show en el que había poca asistencia y se enfrentaba en un combate de parejas contra los Dudley Boys, una pareja de hermanos a los que la gente amaba porque solían terminar sus combates lanzando a sus rivales a través de mesas de madera.

Mientras se esforzaba por dar más energía al público, ocurrió lo inesperado: "Corrí demasiado cerca, recibí una patada real, y fue como si me arrancaran la cabeza", cuenta.

Nowinski, en su traje de Chris Harvard, le hace una llave a uno de los Hardy Boys, quien está dando una vuelta en el aire mientras Nowinski lo toma de la cabeza.
Chris Nowinski
Nowinski, con su alter ego de Chris Harvard, era un villano popular.

Al caer, notó que algo andaba mal. "Estaba en el ring, pero no podía recordar lo que seguía, ni siquiera dónde estábamos. Entré en modo de supervivencia. Le dije a mi compañero: 'No sé qué viene ahora, ¡dime qué hacer!'".

Cuando terminó el combate, Chris todavía tenía un dolor punzante: "Me dolía intensamente la cabeza. Era como un latido constante, y mi memoria estaba borrosa. Intentaba hacer recuento de los movimientos que habíamos planeado, y no recordaba nada".

Su preocupación aumentó al día siguiente, cuando se dio cuenta que sentía náuseas con sólo subir unas escaleras, pero no lo consideró suficiente grave como para visitar el centro médico: "Había una fila de compañeros con lesiones mucho más visibles: cuellos fusionados, cirugías recientes. Parecía que mi simple 'dolor de cabeza' no era gran cosa".

Con la apretada agenda de la WWE, no había tiempo para detenerse. Chris siguió luchando en más eventos esa semana, sintiéndose cada vez peor. "Sabía que mi memoria fallaba. Les decía a los demás: 'Si me pierdo en el ring, indícame qué sigue'. Pero no sabíamos lo peligroso que era".

El episodio que finalmente lo llevó a buscar ayuda no ocurrió en el ring, sino en casa: una noche, dormido, saltó de la cama y cayó sobre una mesa. "Yo ni me enteré. Al parecer, creí ver algo cayendo y quise 'atraparlo'. Me encontré en el suelo, y mi esposa mirándome aterrada".

"Me di cuenta de que no podía seguir haciendo como si no pasara nada".

Coleccionando cerebros: su nueva misión

Chris Nowinski está recostado sobre el marco de una ventana, vistiendo un traje azul oscuro y una camisa blanca, al lado de portadas de revistas enmarcadas refiriéndose a la encefalopatía traumática crónica.
Getty Images
Después de su accidente, Nowinski se dedicó al estudio de la encefalopatía traumática crónica.

Finalmente, cuando buscó ayuda médica, encontró finalmente la respuesta a la pregunta que lo torturaba desde esa fatídica patada en Connecticut: sufría de síndrome de posconmoción cerebral. "Fue cuando comprendí la gravedad real de los golpes repetidos en la cabeza. En ese momento, me di cuenta de que mi carrera en el ring podía estar a punto de terminar".

Chris empezó a visitar bibliotecas médicas, fotocopiando artículos sobre conmociones cerebrales y algo poco explorado en otros deportes: la encefalopatía traumática crónica (CTE). Descubrió que era un fenómeno que se conocía hace décadas en el boxeo.

Encontró además historias de exjugadores de fútbol americano que sufrían cambios de personalidad, depresión o deterioro cognitivo. Muchos murieron jóvenes, y en sus autopsias se detectó daño cerebral ligado a golpes repetidos.

Entendió que analizar los cerebros tras la muerte era clave para confirmar la CTE. Así cofundó la Concussion Legacy Foundation, contactando a familiares de deportistas fallecidos para pedirles la donación de su tejido cerebral.

"No existe un momento ideal para decir: '¿Me dejas estudiar el cerebro de tu esposo?'. Pero sabíamos que era necesarios. Con cada caso, aparecían más evidencias de que el daño era real y frecuente."

Chris comenzó recibiendo unos pocos cerebros al año. Hoy, la fundación gestiona alrededor de 150 donaciones anuales y mantiene a más de 12.000 personas comprometidas a entregar el suyo en el futuro.

Chris Benoit

Chris Benoit, ex luchador de la WWE, sostiene visiblemente emocionado, el título de campeón mundial de lucha libre en medio del ring.
Getty Images
La exitosa carrera de Chris Benoit se acabó violentamente cuando el luchador asesinó a su esposa y a su hijo de 7 años antes de suicidarse.

Poco después de fundar su organización, Chris Nowinski recibió la noticia de la muerte de uno de sus excompañeros de la WWE, Chris Benoit.

Benoit, un canadiense reconocido en mundo de la lucha por su movimiento final, un temible salto desde la tercera cuerda que terminaba con su cabeza estrellándose contra el cuerpo de su oponente, era una de las estrellas más emocionantes de la época, y era muy apreciado por la audiencia.

En un principio, los reportes que se conocieron sobre el caso decían que Benoit y su familia habían sido víctimas de un asesinato, luego de que los cuerpos fueran encontrados con señales de violencia. Pero apenas unos días después, la investigación reveló la horrible realidad: Chris Benoit había estrangulado a su esposa Nancy y a su hijo de 7 años antes de ahorcarse él mismo.

"Fue un golpe durísimo para todos, nadie lo vio venir", dice Nowinski.

Chris Benoit, acaba de saltar de lo más alto de la tercera cuerda y va a aterrizar de cara en el pecho de su oponente, en su reconocida movida final.
Getty Images
Nowinski recuerda haber hablado con Chris Benoit, quien le dijo haber "sufrido más conmociones de las que podía recordar".

En ese momento, el recuerdo de una conversación que Chris había tenido con Benoit en los vestidores le hizo preguntarse si a lo mejor lo que el canadiense había hecho estaba relacionado con los constantes golpes que recibía en el ring: "Benoit fue el único en el vestidor que se acercó a preguntarme sobre conmociones cerebrales. Me dijo: 'He tenido más de las que puedo recordar'. Parecía preocupado, pero al poco tiempo se cerró por completo y no volvimos a hablar del tema".

Al conocerse la tragedia, Nowinski pensó que quizás Benoit había presentado cambios en su comportamiento antes del doble asesinato: "Me sentí culpable de no haberlo investigado más. Sospechaba que estaba lidiando con algo grave que lo estaba volviendo impredecible".

Decidió contactar al padre de Benoit y solicitar permiso para analizar su cerebro. "Cuando lo estudiaron, vieron uno de los peores casos de encefalopatía traumática crónica jamás registrados en alguien de 40 años. Eso explicaba sus alteraciones de conducta, su agresividad y su confusión mental".

Este hallazgo cambió la vida de Nowinski. "Perdí mi trabajo en la WWE por adentrarme en este caso, pero entendí que no había vuelta atrás. El caso Benoit demostró, trágicamente, que la CTE no solo afecta la memoria o la concentración, sino que puede llevar a comportamientos extremos. Fue una llamada de atención para todo el mundo del deporte".

Cambios en la cultura deportiva

Chris Nowinski, vestido de corbata, se dirige a un comité del Congreso de EEUU.
Getty Images
Nowinski ha testificado ante el Congreso de EE.UU. abogando por posturas más severas en la defensa de los deportistas en riesgo de golpes a la cabeza

Poco a poco, la NFL y otras ligas han empezado a reconocer el problema de las conmociones cerebrales. Se han creado protocolos de cuidado médico y acuerdos millonarios para exjugadores que padecen secuelas neurológicas.

La propia WWE también dio pasos para proteger a sus luchadores. Hoy, Chris Nowinski es invitado a dar charlas sobre cómo detectar y manejar posibles conmociones cerebrales, aconsejando a la empresa en la adopción de prácticas más seguras.

Esa colaboración simboliza una reconciliación importante. Chris reconoce que se fue de la WWE en medio de conflictos, pero ahora, al poder compartir su experiencia, ayuda a prevenir a las nuevas generaciones de luchadores.

"Aún me encanta la lucha libre", dice. "Solo que ya no podemos ignorar las consecuencias de los golpes repetidos en la cabeza. Hay maneras de contar historias en el ring sin arriesgar tanto tu salud".

Cuando le preguntan si dejaría a sus hijos practicar deportes de contacto, se muestra cauto. "Prefiero que entiendan primero el peligro de un golpe tras otro en la cabeza. Es algo que no puede tomarse a la ligera".

Para Chris, el mensaje que quiere expresar es claro: "Como atleta, uno cree que puede resistirlo todo. Pero el cerebro es frágil. Si no cuidamos de él, podemos pagar un precio altísimo. Nadie debería pasar por lo que yo pasé".

*Esta es una adaptación de una historia que apareció originalmente en el programa de radio Outlook, del Servicio Mundial de la BBC. Si quieres oír la historia, la encuentras aquí.

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