
Gioconda Belli regresa con “Un silencio lleno de murmullos”, una novela de despedidas y reencuentros. Del dolor de perder la fe y del camino de una hija para poder perdonar la memoria de su madre.
La escritora nicaragüense, Gioconda Belli presentó, cerrando 2024, su novela “Un silencio lleno de murmullos” (Seix Barral ,2024), una historia redonda que narra la relación de una madre, Valeria, y su hija, Penélope; y aunque es ficción, gran parte de lo que cuenta la novela son hechos reales y otros muy parecidos a los que le ha tocado vivir a la escritora que vive exiliada en España.
Penélope dejó las cenizas de su madre en su natal Nicaragua, cerca de ese árbol en el que le pidió dejarla; y voló a Madrid a hacer una visita de trámite. Ir a la casa donde vivía su mamá y vender la propiedad.
Pero mientras empezaba a limpiar el clóset, para guardar la ropa y donarla, aquella enfermedad que estaba afectando China se apoderó del mundo y quedó encerrada en esa casa, sin saber cuándo iba a poder regresar.
Con su dolor, su resentimiento, los recuerdos de su madre, la angustia por volver, y rodeada de unos eventos extraños que le generaban un temor infantil.
Así, entre ropa, libros y cajas con fotografías escondidas, Penélope fue conociendo más de Valeria, de esa mujer revolucionaria que se adentró a la militancia desde muy joven y que creyó que la lucha armada era la única manera de sacar a su país de la dictadura.
Ella misma sufrió esa faceta, con una madre ausente, a la que amaba y admiraba, por su pasión por la revolución y la lucha, pero a la que recriminaba su lejanía e incluso dudaba de su instinto maternal.
“Me emocionaba ver las modelos de madres perfectas en los anuncios de la tele.. Era una sensación que me hacía sentir culpable en esa época agitada cuando amigas de Valeria llegaban a la casa vestidas con uniforme verde olivo -pero con las uñas pintadas de rojo-... Yo vivía la contradicción de querer ser como ellas pero que las mamás fueran como las de la tele”, decía Penélope.
La quería y le dolía, sobre todo porque esa lucha de su madre fue una utopía, una “distopía apocalíptica”, ya que actualmente uno de sus compañeros de lucha es el dictador que está en el poder y que reprimió a punta de balazos las exigencias del pueblo. “Porque el poder corroe las buenas intenciones”.
En esa búsqueda Penélope encontró a su mamá, a la mujer, a esa que escribía: “Me dolía estar con él, me dolían las palmas de las manos de querer tocarlo y las ganas de besarlo…”, cuando hablaba del que fue el amor de su vida, su padre, el hombre al que perdió asesinado y al que no pudo enterrar por estar en la clandestinidad.
Reconoció a la mujer apasionada, a aquella que se enamoraba y a aquella que enseñaba a disparar. Y a pesar que estaba segura que no eran iguales, se reconocía en algunas cosas de ella y empezó a liberarse de esa carga.
Esta novela va más allá de la relación de madre e hija, es una historia de la pérdida de la esperanza, del exilio, de la muerte, del dolor de un país perdido; pero también del amor, la pasión y la fe en la humanidad.
Contada a dos voces, la de la hija y de la madre por medio de cartas, Belli logra otra vez crear una historia inolvidable.
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