
El reconocido altruista salvadoreño, Carlos López Mendoza, relató a LA PRENSA GRÁFICA sus inicios laborales, cómo llegó a la Cruz Roja, sus reconocimientos y un posible lanzamiento de su libro biográfico.
Lustrador de zapatos, vendedor de lotería, ayudante de albañil: la peculiar historia de vida de Carlos López Mendoza, exvocero de Cruz Roja Salvadoreña
Carlos López Mendoza, un icónico socorrista y exvocero de la Cruz Roja Salvadoreña, donde estuvo por 46 años, compartió a LA PRENSA GRÁFICA sus orígenes en el centro de San Salvador y sus relatos como miembro activo de la organización no gubernamental.
Nacido un 2 de abril de 1939, en el barrio El Calvario de San Salvador, “Don Carlitos” como es conocido en El Salvador, destacó que recuerda un barrio El Calvario diferente, ya que son estas calles las que lo vieron crecer
“Yo crecí en la calle Gerardo Barrios, en el mesón Galdámez, ubicado en la 11 avenida Sur y calle Gerardo Barrios, ahí tenía un taller mi papá”, recordó.
La madre de Carlos Mendoza era una ama de casa. Sin embargo, el dato que Mendoza destaca de su madre son sus orígenes, pues, según comentó, era oriunda del cerro Nahuistepeque en San Pedro Nonualco, La Paz y en su partida de nacimiento se destaca como “mujer indígena”, algo de lo que el exvocero de Cruz Roja se siente orgulloso. “Yo me siento orgulloso porque soy descendiente del indio”, dijo.
Uno de los grandes valores que sus padres le heredaron fueron los religiosos. Durante Semana Santa, guardaban el respeto en su casa desde el Miércoles Santo hasta el Sábado de Gloria y si realizaban alguna travesura o un mal comportamiento, siempre le caía “su penquiada” el sábado.
Asimismo, recordó otra de las herencias que le dejó su familia: el hábito de la lectura, del cual su madre es la responsable.
“Creo que fue una herencia que mi mamá me dejó, porque a mí me encanta leer“, reflexionó. Aprendió mediante un libro que ya no existe en el país, titulado “Libro Mantía”.
Agregó que su autor favorito es Gabriel García Márquez y que ha leído muchos de sus libros porque le gusta “su estilo de escritura”.
En 1950, cuando Mendoza tenía 11 años, su padre falleció debido a su vicio al alcohol, por lo que él, siendo el mayor de tres hermanos, tuvo que comenzar a trabajar para llevar el sustento a sus hermanos y a su madre.
“Fui descalzo, me puse zapatos a la edad de 15 años, cuando ya los ganaba (con dinero)”
Tras el fallecimiento de su padre, la familia de Mendoza tuvo que pedir posada a uno de los familiares de su madre, situación que al día de hoy, considera, le ayudó mucho a su formación.
“Tuvimos que vivir de posada, a mí me ayudó bastante porque prácticamente me crié en la calle, solo”, dijo.
Sin embargo, durante el tiempo que vivían ahí, sus familiares siempre juzgaban su forma de vivir.
“Yo era el ‘oveja negra’, primero porque andaba descalzo y en la calle, segundo porque no me dejaba de mis tíos de que me pegaran, ni de mi abuela, ni nada, pero mi mamá me decía: ‘preparate, estudia, seguí adelante’“, remembró.
Mendoza comenzó a trabajar repartiendo periódicos. Según cuenta, su rutina comenzaba a las 6:00 am cuando salía a las calles a vender el diario y alrededor de las 8:00 am, ya había culminado.“Me daban 10 prensas por 30 centavos de colón, esos me servían de desayuno”, recordó.
Sin embargo, su jornada laboral no terminaba ahí, pues en horas del mediodía, el pequeño Mendoza caminaba por las calles de San Salvador con su caja de lustre, ofreciendo lustrar los zapatos a las personas que transitaban en la zona, esta jornada terminaba a las 8:00 pm.
Mendoza dijo que era ”malo para estudiar”, pero aprendió muchos oficios: arreglar relojes, pintar casas, ayudante de albañil, vendedor de leche, periódico y lotería, hacer piscuchas, limpiar nichos en el mes de noviembre.
A pesar de haber realizado dichos oficios, comentó que su primer empleo formal fue como barrendero en el despacho de un abogado en San Salvador.
“Hasta que terminé mi sexto grado logré tener mi primer empleo, mi primer empleo, porque ya podía andar en bicicleta, ya estaba grandecito, me lo dio (el empleo) un señor abogado que se llamaba Arturo Zeledón Castillo”, dijo.
Ejerciendo dicha función, el señor Zeledón le dio un consejo, que hasta el día de hoy, Don Carlitos siempre recuerda: “Barré bien hoy que estás joven, para que no termines ya viejo siendo barredor”.
El despertar para unirse a la Cruz Roja nació en 1970, mientras trabajaba como repartidor de leche, al estar donde el último cliente en "El Napito", llegó un niño pidiendo ayuda. “Quería que le ayudara porque su madre iba a tener un niño. El señor (cliente de Carlos) pidió una ambulancia y llegó la Cruz Roja", relata.
Mendoza cuenta que él le ayudó a la socorrista a cargar a la futura madre a la ambulancia.
Luego de eso, en enero de 1974, salió el anuncio "hágase socorrista, salve una vida" y decidió unirse. "Don Carlitos" tenía entonces 35 años.
A partir de ese momento, Carlos Mendoza realizó muchos años de servicio voluntario en Cruz Roja, hasta 1990, cuando fue nombrado oficialmente Vocero de Cruz Roja. Entre sus años de servicio fueron muchas las experiencias, rescates y anécdotas que acompañan a “Don Carlitos”.
Recuerda que han sido tres los momentos más difíciles en los que le ha tocado servir como socorrista: El terremoto en 1986, el conflicto armado y el huracán Fifí.
“En el terremoto del 86 (1986) se me cayó la casa, yo vivía a la par de la ENCO (Escuela Nacional de Comercio), quedé sin casa“, recordó.
En pasadas declaraciones a LA PRENSA GRÁFICA mencionó que durante ese terremoto ,el personal de Cruz Roja fue a buscarlo a su casa para que les ayudara a rescatar a personas atrapadas. “Mi mamá me decía ‘te vinieron a buscar, ¿te vas a ir?’ Yo decía: ‘¿qué hago? ¿Me quedo en la casa?’ Me vine, pero con el permiso de mi mamá y luego con apoyo pude reconstruir la casa”, mencionó.
Durante el huracán Fifí en septiembre de 1974, Carlos Mendoza fue enviado al Bajo Lempa, la cual fue su primera misión dentro de Cruz Roja. “Ahí vi la realidad tan dura de esos habitantes”, recordó.
En el transcurso del conflicto armado en El Salvador (1980-1992) Don Carlitos asistió heridos en medio de enfrentamientos, le decomisaron materiales médicos y conversó con militares quienes querían evitar que Cruz Roja trasladara a un guerrillero herido.
En el kilómetro 28 de la carretera Troncal del Norte todos los días había enfrentamientos entre la guerrilla y los militares, por lo que socorristas de la Cruz Roja trataban de ser los primeros en acudir al lugar cuando escuchaban ataques o bombardeos.
Asimismo, dijo que el Comité Internacional de la Cruz Roja emitió charlas a la guerrilla y a los militares donde les recalcaban el lema: “Todo combatiente, de ambos bandos, una vez herido deja de ser combatiente y pasa a ser víctima.
“En la Troncal del Norte, en el desvío para Conacatepeque, ahí salían (los combatientes) y una vez yo traía a un herido y el soldado me quería quitar al herido y me paré en la ambulancia y le pregunté: ¿quién es tu jefe?...Le dije que por favor (los dejara pasar) y le hice ver la frase del 6CR (Comité Internacional de la Cruz Roja)”, recordó.
“Hubo un día que me quitaron el botiquín (la guerrilla) y ¿cómo hago para responder?(les dijo) ‘Ahí le vamos a dar un papel’ (le respondieron) y solo decía el papel: decomisado para el pueblo”, recapituló.
“Ese título ustedes me lo dieron“, respondió Don Carlitos, ahora de 85 años de edad, quien asegura que los medios de comunicación del país le atribuían el cargo de vocero oficial de Cruz Roja cuando brindaba declaraciones. “Porque antes no daban información y entonces me atrevía a hablar a los medios”, agregó
En 1991 Cruz Roja le asignó de forma oficial Vocero Oficial de Cruz Roja siendo el primero en inaugurar el puesto.
A inicios de 2016, Carlos Mendoza declaró a este periódico que se encontraba realizando su libro biográfico, sin embargo, este no ha salido a la luz debido a que “siempre salen nuevas modificaciones”. No obstante, el exvocero oficial espera que a finales de 2024 pueda ser culminado.
“Quisiera que este libro sea como ejemplo, instructivo para entusiasmar a los jóvenes, no para que lloren sino para que se entusiasmen”, expresó.
Asimismo, expresó su deseo de que este libro pueda ser adquirido por todos los salvadoreños, razón por la cual ha tomado la decisión de que, una vez el libro sea publicado, no venderlo, por el contrario, que sea un donativo, principalmente a las escuelas del país para que los niños y niñas puedan conocer su historia y el pasado.
“Ya les dije a mis hijas, que no, que nada de vender, yo no lo voy a vender… Por eso mismo trato de no usar un lenguaje muy rebuscado, que no, que sea tal como soy yo”, puntualizó Carlos Mendoza.
Carlos López Mendoza se convirtió en padre soltero cuando sus hijas, Carolina y Silvia tenían cuatro y dos años de edad. Ambas son adultas y le han dado cuatro nietos. Tres niñas y un niño. Lamentablemente, este último falleció. En 2023, anunció que se convirtió en bisabuelo. Toda la descendencia de Mendoza ha sido femenina
El 12 de enero de 2021, Carlos López Mendoza anunció su retiro de Cruz Roja, una noticia que impactó a muchas personas.
Tras 46 años de servicio como socorrista, jefe de brigada, jefe departamental, jefe de la zona central y vocero oficial en la organización no gubernamental, se retiró para gozar de una "merecida jubilación", según anunció la institución en aquel momento.
Sin embargo, durante la pandemia de Covid 19, el destacado altruista sufrió “una extraña enfermedad”, la cual le provocaba un fuerte rash y dolor en la pantorrilla.
“Me dio una enfermedad bien rara, me agarró una picazón por todo el cuerpo, yo me rascaba y un dolor en la pantorrilla que se me hinchaba”, recordó.
Sus hijas lo llevaron a varios médicos, sin embargo, estos no pudieron brindarle un diagnóstico, por lo que el último médico que visitaron lo remitió a un psicólogo.
“Me tuvo (el psicólogo) desde las nueve de la mañana hasta como a las once, me preguntó qué había hecho de mi vida y hay le estuve contando, al final me dijo: ‘vaya, a partir de mañana usted se va a ir como que va a trabajar.. Y mire, a los tres días, ya no tenía nada”, relató Mendoza.
Luego de comentarle el diagnóstico del psicólogo a sus hijas, estas le otorgaron “la autorización” para acudir a Cruz Roja nuevamente.
“Mediante Dios me dé vida, voy a seguir”.
Por su parte, los miembros de Cruz Roja se mostraron abiertos a que Don Carlitos asistiera de nuevo, acción que el altruista sigue agradeciendo.
“Para mí una de las satisfacciones más grandes es que me hayan permitido venir a trabajar, no a trabajar, porque yo vengo a ayudarle a los compañeros en lo que yo puedo”, mencionó.
En 2001 Carlos López Mendoza fue declarado embajador de los voluntarios ante la Organización de las Naciones Unidas (ONU).
“El reconocimiento más grande que yo siento es ese de las Naciones Unidas, ya cumplí 22 años de que me lo dieron y les pregunté ¿y esto cuánto tiempo? Hasta que se muera, me dijeron, así que sigo siéndolo”, manifestó.
En abril de 2016, con 69 votos a favor, la Asamblea Legislativa declaró Hijo Meritísimo de El Salvador a Carlos López Mendoza por sus más de 40 años de servicio en la Cruz Roja Salvadoreña.
Carlos López Mendoza o “Don Carlitos” como es comúnmente conocido, es un símbolo del altruismo y humildad. Aspira a inspirar a las nuevas generaciones y su deseo es que cuando ya no se encuentre con vida, los salvadoreños lo recuerden “como un hombre común”.
“Que me recuerden como un hombre corriente, un hombre común; no como un gran ídolo ni nada de eso”, puntualizó.
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