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¿Con quién baila Trump?

“Quién bien baila, de boda en boda anda”.  Eso dice un refrán popular al que se le podría agregar que, para hacerlo, se requiere de una pareja con la que exista gran afinidad.

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Richard Nixon acaparaba titulares de prensa y se convirtió en el primer presidente estadounidenses en visitar Beijing (1972) y luego se vio envuelto en una vorágine noticiosa por el escándalo de Watergate, que le llevó a renunciar en 1974.  Jimmy Carter puso en relieve los derechos humanos a nivel mundial y firmó el Tratado Torrijos-Carter que devolvió a Panamá el Canal con todos sus derechos y soberanía (1977).
Ronald Reagan, el actor-presidente que visitó Moscú (1988), luego fue artífice de la caída de la Unión Soviética, aunque cuando se concretó ya estaba en el cargo quien fuera su vicepresidente, George H. W. Bush (1989), un auténtico guerrerista que ordenó la invasión a Panamá (1989 ) y la Guerra del Golfo (1991).
El demócrata Bill Clinton impulsó el libre comercio en Norteamérica, pero su mandato fue empañado por noticias sobre infidelidad conyugal, principalmente el llamado el “Escándalo Lewinsky”, que estuvo cerca de terminar con su presidencia. Bush hijo (George W. Busch), impulsó al máximo el libre comercio con 35 países asociados, impulsó una campaña contra el SIDA a nivel mundial y contra la malaria en África.
Obama se enfocó en programas sociales, impulsó que personas gay fueran aceptadas en el ejército y logró terminar con Bid Laden, responsable de los atentados del 11 de septiembre de 2001.
Por último, Joe Biden se esforzó por mejorar las condiciones de salud de los estadounidenses, se acercó a sus aliados europeos –Unión Europea y OTAN– y se colocó abiertamente del lado de Ucrania tras la invasión rusa en 2022, además de apoyar políticas favorables a la protección ambiental.
Tras ese recorrido “a vuelo de pájaro” de los presidentes de Estados Unidos desde los años 70, he destacado a grandes rasgos algunos logros de ellos.  Es lógico entender que el inquilino de la Casa Blanca, siendo como es, el hombre más poderoso del mundo está llamado a ser el foco de atención, no solo de la prensa de su país, sino la de todo el planeta.
Pero en ese tiempo que me ha tocado vivir como periodista, ningún presidente generaba tantas y tantas noticias en su primer mes en el Despacho Oval, como hace a diario, casi hora tras hora, Donald Trump.
Ha puesto a bailar a medio mundo –literalmente– por su filosofía política ultraconservadora, nacionalista, expansionista y supremacista con un discurso populista agresivo, en el que promete “hacer otra vez grande” a Estados Unidos.  Los argentinos dirían que ha armado “un quilombo con música de tango”, en el que Trump decide con quien baila y a quien deja plantado, más allá de que en el pasado pudiera existir afinidad con Washington.
Antes de ver con quién “baila” Mr. Trump, veamos a quienes ha desechado en su selección de “parejas de baile”.  No “baila” con sus aliados de la UE y mucho menos con la OTAN y no baila para nada con el repudiado presidente ucraniano Volodímir Zelensky, a quien califica ahora de “dictador impopular”.  
Tampoco “baila” con los migrantes indocumentados, por más que muchos de ellos son parte del impulso económico de su país.  Tampoco “baila” con Claudia Sheinbaum y mira con desprecio a sus vecinos canadienses, con los que tan buena relación ha tenido EEUU históricamente.
Por supuesto no baila con Panamá, porque insiste y repite que tomará el Canal, porque Carter cometió “un error histórico”, y en la misma lista de desechables para el baile están todos los temas de protección ambiental o mejoras en la seguridad social y salud de los estadounidenses más necesitados.
Ahora veamos cuán selectivo es con su selección de parejas.  Sin duda, el más importante y cercano es “motosierra” Elon Musk, el hombre encargado de los recortes de gastos y de impulsar las ideas que brotan del despacho oval para que tengan mayor repercusión.  Lo de “motosierra” es por la forma en que fue aplaudido hace pocos días cuando Javier Milei, en una convención conservadora, le entregó una de estas herramientas para cortar, principalmente árboles.
Por cierto, otros de los escogidos para “bailar” son el propio Milei y el presidente salvadoreño Nayib Bukele, con quienes intercambia elogios por sus políticas firmes y determinadas, aunque en realidad rayan en autoritarias.
Ciertamente, es un derecho de las personas escoger con quien baila.  Pero la esencia central de esta selección se puede ver en el tema de Ucrania, en donde ha dejado a Zelensky como la chica “peinada y alborotada” que se frustra por esperar la llegada de su príncipe azul, con el cual bailar un vals de la victoria. En vez de eso, prefiere a Putin y su afán expansionista.
Ucrania ha podido resistir a los invasores rusos con mucha dificultad, pero ha contado con el decidido apoyo, primero de Estados Unidos (Biden) y luego de los aliados europeos que integran la OTAN.  El desprecio de Trump hacia su antecesor en la Casa Blanca ha influido en que incline completamente la balanza a favor de Rusia, sacrificando a Ucrania.
Lo de “baile” es una analogía válida, porque todos sabemos que, para que el tango se baile con estilo y belleza, debe hacerlo una pareja que se acople a la perfección.

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