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¿Dónde están las mujeres?

Las mujeres, en general, tienen la capacidad de analizar los retos y problemas desde una pregunta sencilla para luego elegir el curso de acción: “¿Esta acción (u omisión) a qué personas, de las más vulnerables, va a afectar más?”

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Ya antes he comentado que cuando una sociedad está en confusión, los varones miran a las mujeres para encontrar las respuestas y seguirlas a ellas en sus acciones… Efectivamente, a lo largo de la historia humana se pueden constatar las iniciativas paralelas que han surgido de parte de las féminas en momentos cruciales de la humanidad. Como, por ejemplo, cuando científicas calcularon los números correctos para llevar y traer un astronauta en una nave hacia el espacio, o las gestas de ellas cuando se realizaron las revoluciones en las Américas para independizarse de la Corona, ya sea de monarquías españolas, francesas o inglesas.
Ahora el mundo vive uno de los momentos más difíciles porque se han instalado creencias limitantes en la gente: que nadie es digno de confianza, que no existe el verdadero amor, ni el altruismo desinteresado, ni que las personas pueden ser capaces de cooperar por un fin común bueno. Estamos viendo acampar a galope la desconfianza en las relaciones internacionales, en los negocios, en las parejas, entre padres e hijos, empleadores y empleados, dentro de las familias y comunidades que conforman un país. La gente se pregunta qué puede guiar la acción social humana con sabiduría para que la humanidad no se autodestruya ni destruya la naturaleza.
Es verdad que desde hace tiempo existe el consenso sobre lo complejo que es dirigir y relacionarse dentro de las organizaciones y en la sociedad, a lo cual se suma la presencia del uso creciente (bueno o malo) de la inteligencia artificial, la cual presenta cada vez mayores desafíos éticos y creciente incertidumbre. ¿Dónde están las mujeres para dar su mirada, sus aportes y las posibles soluciones? El mundo necesita volar con las dos alas que tiene la humanidad: las mujeres y los hombres trabajando en cooperación, generando innovación en la diversidad.
Las mujeres, en general, tienen la capacidad de analizar los retos y problemas desde una pregunta sencilla para luego elegir el curso de acción: “¿Esta acción (u omisión) a qué personas, de las más vulnerables, va a afectar más?” La crisis sanitaria global del COVID-19 mostró no solo que se podía cooperar entre naciones, sino que ocho mujeres primeras ministras y presidentas de Estado fueron de las que mejor manejaron la situación de emergencia sanitaria.
Esta intuición femenina por buscar cuidar o incluir a los más necesitados al dirigir un gobierno, empresa o familia parecería contraria a la teoría de juegos, la herramienta favorita para tratar de comprender la conducta humana y actuar en consecuencia en los negocios y en los conflictos bélicos mundiales. Su aplicación está tan en boga en varios campos de las ciencias que algunos de sus usos han ganado prestigiosos galardones. (En 1994 se otorgó el Premio Nobel de Economía a Nash, Selten y Harsanyi, los primeros galardonados, y de manera más extensa a Aumann y Schelling, los más recientes premiados).[1]
Pero, “una comprensión desintegrada reduce la acción social a interacciones centradas en los resultados o en las ganancias, y considera así que la comunidad moral, las disposiciones morales y el florecimiento humano son periféricos o irrelevantes… Sin duda, una de las herramientas útiles para explicar la acción social humana es la teoría de juegos... A pesar de su notable desarrollo, aún no está clara su capacidad para superar serias limitaciones (por ejemplo, su consideración limitada de disposiciones morales y sociales como la confianza, la cooperación altruista o el amor) y, sobre todo, su capacidad para explicar la comunidad moral”. [2]
Los límites de la teoría de juegos están en sus axiomas o principios:
a) Lo que un jugador gana equivale a lo que otro pierde, obteniendo cero.
b) Siempre hay un perdedor (nadie salva cara o se le destruye sin salida).
c) Se gana solo cuando el juego termina.
Estos tres elementos llevan a una actitud de monopolio: es decir, yo me quiero comer solo el pastel o la mayor parte.
¿Cómo se humaniza esta teoría de los juegos cuando se aplica al comportamiento humano? Se ha de superar la definición de ser humano (antropología) que hay detrás de ella, la cual hace caer en actitudes no éticas, como la de buscar solamente la utilidad en las relaciones interpersonales, ya que podría llevar a considerarlas objetos desechables (a quienes se abandona cuando ya no me sirven o no dan placer) o a ver a las personas como escalones para subir o alcanzar metas y agendas egoístas.
Se han de superar estas falsas creencias, ya que no necesita evidencia el hecho de que la humanidad puede ponerse de acuerdo en los fines, porque todo el mundo quiere lograr amor verdadero y generoso en la familia, en la sociedad, y confianza en las organizaciones como mejores medios para superar crisis. [3]
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[1] https://www.redalyc.org/pdf/413/41304805.pdf

Trabajo de Jorge Fernández Ruiz, “El Premio Nobel de Economía y la Teoría de juegos: un encuentro más”.

[2] Alonso-Bastarreche G and Vargas AI (2021) Gift Game Metatheory: Social Interaction and Interpersonal Growth. Front. Psychol. 12:687617. doi: 10.3389/fpsyg.2021.687617.

[3] “Teoría axiomática de los juegos donales: una propuesta desde la antropología de Leonardo Polo”. Trabajo de ALBERTO I. VARGAS Investigador en la División de Filosofía del CISAV, Centro de Investigación Social Avanzada, Santiago de Querétaro, México. REVISTAEMPRESAYHUMANISMO/VOLXX/Nº2/2017/107-153 ISSN: 1139-7608 / DOI: 10.15581/015.XX.2.107-153

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