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El poder y el liderazgo hoy recordando a Shakespeare

El poder puede elevar, pero también puede destruir a quienes lo poseen o lo buscan, porque, se obtenga por medios legítimos o por medios cuestionables, puede corromper incluso al más virtuoso.

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William Shakespeare es un célebre escritor de la literatura universal en el idioma inglés igual que Miguel de Cervantes lo es en español.

Shakespeare es un autor con gran capacidad de síntesis, con un uso de las palabras de forma elegante, con las que escribió numerosos poemas y obras de teatro como dramas, comedias y obras históricas, y en todas ellas podemos encontrar los rostros del liderazgo y del poder, una de las maneras más crudas de exponer el corazón y la mente del ser humano, y lo hace escribiendo sobre el amor, la guerra, la política, la familia y el dinero.

Así surge la rebelión, la desobediencia de las leyes en “Romeo y Julieta”, el complot fratricida e incestuoso en “Hamlet”, la ambición sin medida de “Macbeth”, el poco liderazgo de “Ricardo III”, las violentas rivalidades en “El Rey Lear”, se explora la naturaleza etérea del poder político y cómo la percepción pública puede ser manipulada en “Julio César”, la legitimidad del poder en “Enrique IV”; en fin, como una intrincada red, el poder y el liderazgo se encuentra en toda la obra de Shakespeare.

Y no debemos olvidar a los peligrosos seguidores como los Yago del “Mercader de Venecia”, Lady Macbeth y los Falstaff.

En la actualidad podemos entender ciertos paralelismos con el presidente Nayib Bukele, que, al igual que “Macbeth” o “Ricardo III”, demostró una clara determinación para alcanzar el poder, pero no utilizó la fuerza, utilizó algo más sutil, su carisma que es innegable y una campaña innovadora, pero eso no disminuye su ambición y la habilidad de moverse en las estructuras del poder.

Al igual que “El Rey Lear”, ejerce el poder buscando generar división y toma decisiones como la entrada con militares y policías a la Asamblea Legislativa en febrero de 2020, la destitución de los magistrados de la Sala de lo Constitucional de la Corte Suprema de Justicia y del fiscal general de la República, con lo que desestabilizó al país e hizo cuestionable su legitimidad. También como “Enrique V”, es hábil en el uso de la imagen pública, con lo que fortalece su posición, y lo hace utilizando medios modernos con fines políticos.

Bukele también nos recuerda a “Ricardo III” y a “Macbeth” con la cuestión del poder absoluto al buscar concentrarlo, lo que plantea preguntas sobre los límites del poder.

El gran autor también nos muestra cómo el poder puede cegar a los líderes gracias a los seguidores, corren el riesgo de tomar decisiones desastrosas cimentadas en la adulación más que en la verdad, y así Bukele se aísla de realidades incómodas y cómo cada vez sus seguidores compiten para adularlo en las redes sociales.

En “Enrique IV”, al tratar sobre la legitimidad del poder, se ve constantemente cómo se justifica el derecho del presidente a gobernar, pues, aunque llegó al poder a través de elecciones democráticas, las acciones posteriores como una controvertida interpretación de la Constitución que le permitió su reelección ha cuestionado su legitimidad.

Por supuesto que la historia del presidente aún se está escribiendo, y tratar de comparar la Inglaterra isabelina con El Salvador del siglo XXI debe hacerse de manera muy limitada, pero el tema del poder y el liderazgo es parte de la naturaleza humana y esto hace que la comparación sea relevante.

En circunstancias y contextos muy diferentes, las dinámicas del poder como la legitimidad, la ambición, la relación del líder con su pueblo han sido iguales durante los más de 400 años que nos separan de Shakespeare, y el presidente, y esa mezcla de carisma, controversia e innovación continúa siendo igual de relevante para nuestra comprensión del poder político y sus efectos tanto en la sociedad como en aquellos que lo ejercen.

El poder puede elevar, pero también puede destruir a quienes lo poseen o lo buscan, porque, se obtenga por medios legítimos o por medios cuestionables, puede corromper incluso al más virtuoso. También debemos reconocer que, así como uno manipula, otros, amigos o no, también pueden manipular. La rueda de la fortuna que encontramos en “Hamlet” o en “Ricardo III” puede cambiar la suerte de cualquiera y hacer que pasen de los aplausos a la proscripción rápidamente, es lo que vemos ahora con el dictador Maduro en Venezuela.

Concluyendo, el análisis de las obras de Shakespeare sobre el poder ofrece varios paralelismos con los que podemos examinar a los líderes contemporáneos, aun cuando las circunstancias sean muy diferentes.

El poder es un arma de doble filo, corta profundamente, hay que tener mucho cuidado al usarlo, debe ejercerse con responsabilidad, moderación y con Estado de derecho, solo así El Salvador no saldrá gravemente herido y no olvidemos que es a nuestro país a quien debemos cuidar.

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