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El rápido desencanto y “aburrimiento laboral” de los centennials

Esta generación trae consigo una mentalidad que prioriza la autenticidad, el aprendizaje y el propósito. Adaptarse a estas expectativas retiene talento y atrae talentos nuevos.

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En los últimos años, las tasas de rotación laboral han alcanzado cifras sin precedentes, especialmente entre las generaciones más jóvenes. Los centennials, nacidos entre finales de los 90 y principios de los 2010, parecen estar redefiniendo lo que significa “compromiso laboral”. Mientras que generaciones anteriores priorizaban la estabilidad y la permanencia, los centennials tienden a buscar experiencias que les aporten significado y, sobre todo, dinamismo. Cuando estas expectativas no se cumplen, el aburrimiento entra en escena, empujándolos hacia la puerta de salida.

Según un informe reciente de Gallup sobre engagement laboral, solo el 29% de los trabajadores centennials se sienten verdaderamente comprometidos con sus empleos. Para algunos empleadores es más fácil ver este fenómeno como falta de interés en el trabajo por parte de los centennials, sin reconocer el desajuste entre lo que las organizaciones ofrecen y lo que esta generación espera.

A diferencia de generaciones anteriores que valoraban la lealtad corporativa como una virtud, los centennials otorgan mayor importancia a cómo emplean su tiempo. La frase "el tiempo es oro" cobra un nuevo significado en su mentalidad. Las tareas repetitivas y la falta de desafíos intelectuales no solo les desmotivan, sino que alimentan un sentimiento de estancamiento. Para los centennials, la monotonía laboral equivale a una pérdida de oportunidades para aprender, crecer o incluso emprender proyectos personales.

El investigador y autor Adam Grant destaca en su libro “Think Again” que el cerebro humano está diseñado para buscar nuevos estímulos y aprendizajes. Cuando estos no están presentes en el entorno laboral, la desconexión no tarda en aparecer. En el caso de los centennials, acostumbrados a un flujo constante de información y novedades digitales, este desencanto ocurre a un ritmo aún más acelerado.

Otro factor clave es la discrepancia entre las expectativas creadas durante el proceso de contratación y la realidad del puesto. Muchos empleadores prometen ambientes dinámicos, oportunidades de desarrollo y flexibilidad, pero no logran materializar estas promesas. Este desajuste genera frustración y una percepción de que el tiempo invertido en la organización no está siendo valorado.

Además, la cultura laboral tradicional, con horarios rígidos y estructuras jerárquicas poco flexibles, choca con los valores de los centennials. Esta generación prioriza la autenticidad, la inclusión y la capacidad de expresar sus ideas, algo que no siempre encuentran en los entornos corporativos tradicionales.

La capacidad de alternar rápidamente entre tareas también está profundamente arraigada en la forma en que los centennials operan. Este “multitasking” natural puede entrar en conflicto con trabajos que exigen largos periodos de concentración en una sola actividad, alimentando así la percepción de aburrimiento.

Un punto que suele sorprender a las empresas es que los centennials no siempre priorizan el salario como principal motivador. Aunque la remuneración justa sigue siendo importante, esta generación busca algo más profundo: un propósito. Según el informe de Gallup, el 60% de los centennials eligen empleadores en función de su impacto positivo en la sociedad. Si un trabajo carece de una misión clara o no contribuye a algo más grande, se convierte rápidamente en una tarea sin sentido.

Comprender este fenómeno abre la puerta a soluciones que beneficien tanto a los empleados como a las empresas. Es crucial desarrollar entornos laborales que sean dinámicos, inclusivos y que promuevan el aprendizaje continuo. Estrategias como la rotación interna, la implementación de proyectos desafiantes, planes de formación y carrera pueden reducir significativamente el aburrimiento laboral.

Asimismo, fomentar una cultura de feedback regular y auténtico puede ayudar a alinear las expectativas de ambas partes. Esto mejora el compromiso y permite identificar a tiempo los factores que pueden estar desmotivando al equipo.

El rápido desencanto laboral de los centennials no debe interpretarse como una falta de compromiso o interés por parte de ellos, sino como una llamada de atención para que las organizaciones evolucionen. Esta generación trae consigo una mentalidad que prioriza la autenticidad, el aprendizaje y el propósito. Adaptarse a estas expectativas retiene talento y atrae talentos nuevos.

El aburrimiento, más que un problema, puede convertirse en una oportunidad para rediseñar cómo se trabaja y cómo se lidera. Los centennials buscan no sólo un empleo, sino una experiencia laboral con propósito y significado.
 

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