
En Latinoamérica solo existen 7 de las 412 plantas nucleares que hay en todo el mundo. Estas 7 plantas están radicadas en países con economías de mayor escala.
En marzo, el gobierno de El Salvador anunció que inició las gestiones para obtener autorizaciones para construir una planta de energía nuclear. Esta es una decisión loable y aplaudible, que va de la mano con el relanzamiento de la imagen del país; sin embargo, debe medirse con la adecuada delicadeza y comprender su magnitud de una manera responsable.
En Latinoamérica solo existen 7 de las 412 plantas nucleares que hay en todo el mundo. Estas 7 plantas están radicadas en países con economías de mayor escala (México, 1,273 billones; Brasil, 1,600 billones; Argentina, 487 miles de millones; El Salvador, 28.74 miles de millones), lo cual deja en evidencia que, antes de pensar en invertir en proyectos de tal magnitud, existen prioridades que deben cumplirse. Es casi como comprar una sala de lujo, pero no tener una casa para colocarla.
Dentro del contexto que construir una planta nuclear tiene más riesgos que construir una fábrica de helados, una mega prisión o un centro de vacunación, presento las siguientes preguntas –con el debido respeto– sobre aspectos de infraestructura del país para poder asumir tan impresionante reto:
1. Manejo de desechos radiactivos e impacto ambiental. ¿Existe una planta para el tratamiento de desechos radiactivos? ¿Será necesario crear una? ¿Por cuánto tiempo se almacenarán tales desperdicios? ¿Qué riesgos tiene para el medio ambiente y la población convivir con tales desechos? Sin dejar a un lado el impacto ambiental que este mega proyecto puede generar.
2. Capacidad de respuesta ante emergencias nucleares. ¿Tenemos personal capacitado para atender una emergencia nuclear? ¿Contamos con equipos para atender una emergencia nuclear? ¿Los grupos que se encargan de atender emergencias (fuerzas armadas, bomberos, cruz roja) entienden los riesgos asociados a este tipo de proyectos?
3. Viabilidad en zona de terremotos. ¿Es viable construir una planta nuclear en el “valle de las hamacas”? ¿Se pueden construir plantas nucleares tomando en cuenta las normas antisísmicas para adaptarla a zonas susceptibles de terremotos?
4. Dimensión del país. Chernóbil, la ciudad donde ocurrió el desastre nuclear, está ubicada en Ucrania que cuenta con 603,550 km² de terreno, lo cual deja la interrogante si no operará un elemento de mitigación de riesgos el hecho que se construyan plantas nucleares en países con superficies notablemente superiores a los 21,041 km² de El Salvador. Algunos podrán decir que en Japón, que se ve pequeñito en el mapa, tiene plantas nucleares, pero se olvidan que tiene una dimensión de 377,973 km².
En materia de capital humano, un punto de partida es preguntarse: ¿Existen profesionales expertos en energía nuclear (ingenieros nucleares, físicos nucleares, técnicos de radiación) en El Salvador? ¿Existe un tan solo profesional experto en energía nuclear en El Salvador? ¿Existen en el país universidades dedicadas a especializar profesionales en energía nuclear? Estas preguntas, que parece que se responden de manera negativa, nos dejan ver entre líneas que la construcción de una central nuclear es un fruto que se puede llegar a cosechar tras un gran esfuerzo, dedicación y constancia en formar profesionales expertos en materia nuclear. Es decir que estos proyectos son consecuencias, no puntos de inicio; y provienen de la ejecución de proyectos de largo plazo.
Con el debido respeto, es necesario recordar que un proyecto nuclear conlleva riesgos enormes que pueden trascender generaciones, fronteras, que si se hace sin el debido cuidado, sin contar con los recursos necesarios, podría implicar una tragedia devastadora para El Salvador y vecinos. Creo que un proceso como este no puede tomarse a la ligera, y si se plantea hacerlo, debe trazarse como un punto de inicio, que debe ir acompañado con un plan de largo plazo para que en unos 50 años se pueda ver esa visión hecha realidad.
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